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luz y oscuridad, cuentos cortos

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oscuro
una noche de pasión
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¿Te atreves a entrar en el mundo de la luz y la oscuridad? En esta colección de cuentos cortos, encontrarás historias que te harán estremecer, reflexionar y sorprenderte. Historias que exploran los límites entre el bien y el mal, la vida y la muerte, el amor y el odio, la realidad y la fantasía. Historias que te mostrarán el lado más oscuro y turbio de la naturaleza humana, pero también el más luminoso y esperanzador. Historias que no te dejarán indiferente.

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2 historias cortas
(El último deseo) Era una noche oscura y tormentosa. Un hombre llamado Carlos conducía por una carretera solitaria, cuando de repente vio una luz brillante en el cielo. Se detuvo y salió del coche, curioso por ver qué era. Se acercó a la luz, que resultó ser una nave espacial. De ella salió un ser extraño, con forma de pulpo y ojos verdes. ¿Quién eres? - preguntó Carlos, asustado. Soy un viajero interestelar - respondió el ser -. Vengo de un planeta muy lejano, y estoy aquí para concederte un deseo. ¿Un deseo? - repitió Carlos, incrédulo. Sí, un deseo. Cualquier cosa que quieras, yo puedo hacerla realidad. Es mi forma de agradecerte por haberme encontrado. Mi nave se averió y necesito repararla. Tú eres el primer humano que veo en este planeta. ¿Y cómo sé que no me estás mintiendo? - preguntó Carlos, desconfiado. No tengo motivo para mentirte. Soy un ser pacífico y amable. Además, puedes comprobarlo tú mismo. Pide algo sencillo, y yo te lo daré. Carlos pensó por un momento. No sabía si creer al extraño visitante, pero tampoco quería desperdiciar la oportunidad de pedir un deseo. Se le ocurrió algo que le hacía falta. Bueno, me gustaría tener más dinero - dijo Carlos. Muy bien, dinero es lo que quieres, dinero es lo que tendrás - dijo el ser -. Mira tu cartera. Carlos abrió su cartera y se quedó boquiabierto. Dentro había varios billetes de alta denominación, que antes no estaban. ¿Cómo lo has hecho? - preguntó Carlos, maravillado. Es fácil para mí. Puedo manipular la materia y la energía a mi antojo. Ahora dime, ¿estás satisfecho con tu deseo? Sí, sí, estoy muy satisfecho - dijo Carlos, entusiasmado -. Gracias, gracias. De nada, amigo - dijo el ser -. Pero recuerda, solo tienes un deseo. Así que piensa bien lo que quieres antes de pedirlo. Carlos asintió con la cabeza. Se sentía muy feliz con su dinero nuevo, pero también pensaba en otras cosas que podría pedir. Tal vez podría pedir más amor, más salud, más fama… Las posibilidades eran infinitas. Pero mientras Carlos soñaba con su futuro, no se dio cuenta de que el ser estaba sonriendo maliciosamente. Tenía un plan oculto, y Carlos era su víctima perfecta. El dinero que le había dado era falso, y pronto sería descubierto por la policía. El ser sabía que Carlos sería arrestado y encarcelado por intento de fraude. Y entonces, cuando Carlos estuviera solo y desesperado en su celda, el ser volvería a visitarlo. Hola, amigo - le diría el ser -. ¿Recuerdas tu último deseo? ¿Quieres cambiarlo? Y Carlos, sin saber que era una trampa, aceptaría. Y el ser le concedería su nuevo deseo, pero con una condición: tendría que entregarle su alma a cambio. Y así fue como el viajero interestelar se alimentó de la vida de Carlos, y de muchos otros humanos ingenuos que cayeron en su engaño. Y así fue como el ser reparó su nave y siguió su viaje por el universo, en busca de más planetas donde encontrar más deseos que conceder… y más almas que devorar. El secreto de la abuela Lucía era una niña muy curiosa, que le encantaba explorar y descubrir cosas nuevas. Un día, mientras jugaba en el ático de su abuela, encontró una caja vieja y polvorienta. La abrió con cuidado, y dentro vio un montón de objetos extraños: una pluma, un espejo, una llave, un collar, una foto… ¿Qué es esto? - se preguntó Lucía. De repente, escuchó la voz de su abuela detrás de ella. Lucía, ¿qué haces aquí? - le dijo su abuela, sorprendida. Abuela, mira lo que he encontrado - le dijo Lucía, mostrándole la caja. Oh, no… - suspiró su abuela -. Esa caja no debías haberla abierto. Es un secreto que guardo desde hace mucho tiempo. ¿Un secreto? - preguntó Lucía, intrigada. Sí, un secreto. Pero ya que lo has visto, supongo que tendré que contártelo. Ven, siéntate conmigo - le dijo su abuela, señalando un sofá. Lucía se sentó junto a su abuela, y esta le cogió la mano. Lucía, lo que vas a oír puede parecerte increíble, pero te aseguro que es verdad. Yo no soy una mujer normal. Soy una bruja. ¿Una bruja? - repitió Lucía, asombrada. Sí, una bruja. Una bruja buena, por supuesto. No de esas que hacen maldades y hechizos malvados. Yo uso mi magia para ayudar a los demás y hacer el bien. Pero no todo el mundo entiende eso. Hay mucha gente que teme y odia a las brujas, y que las persigue y las castiga. Por eso tuve que ocultar mi verdadera naturaleza, y vivir como una persona normal. ¿Y cómo lo hiciste? - preguntó Lucía. Con estos objetos - dijo su abuela, señalando la caja -. Cada uno tiene un poder especial. La pluma me permite escribir cartas mágicas, que llegan a su destino al instante. El espejo me permite ver lo que pasa en cualquier lugar del mundo. La llave me permite abrir cualquier puerta o cerradura. El collar me protege de los hechizos malignos. Y la foto… bueno, la foto es un recuerdo de alguien muy especial para mí. ¿Quién es? - preguntó Lucía, mirando la foto. En la foto había un hombre joven y guapo, con el pelo rubio y los ojos azules. Sonreía con dulzura, y tenía el brazo alrededor de su abuela, que también era joven y bonita. Él era tu abuelo - dijo su abuela -. El amor de mi vida. Él también era un brujo, y nos conocimos en una escuela de magia. Nos casamos y fuimos muy felices. Pero un día… un día nos encontraron. ¿Quiénes? - preguntó Lucía. Los cazadores de brujas - dijo su abuela -. Un grupo de personas crueles y fanáticas, que se dedican a cazar y matar a las brujas y los brujos. Nos tendieron una trampa, y nos atacaron por sorpresa. Yo logré escapar con esta caja, pero tu abuelo… tu abuelo no tuvo tanta suerte. Su abuela se puso a llorar, y Lucía la abrazó con cariño. Lo siento mucho, abuela - le dijo Lucía -. No sabía que habías pasado por algo tan terrible. No te preocupes, mi niña - le dijo su abuela -. Ya ha pasado mucho tiempo desde entonces. Y aunque nunca olvidaré a tu abuelo, también he encontrado motivos para ser feliz. Como tú, por ejemplo. Eres mi mayor alegría, Lucía. Y por eso quiero hacerte un regalo. ¿Un regalo? - preguntó Lucía. Sí, un regalo. Quiero darte esta caja - dijo su abuela -. Quiero que seas tú quien herede mi magia y mis secretos. Quiero que seas tú quien siga mi legado. ¿De verdad? - preguntó Lucía, emocionada. Sí, de verdad - dijo su abuela -. Pero solo si tú quieres, claro. No te obligo a nada. Tú decides si quieres ser una bruja o no. Lucía miró la caja, y luego a su abuela. Pensó en todo lo que le había contado, y en todo lo que podría hacer con la magia. Se imaginó viviendo aventuras increíbles, y ayudando a los demás con sus poderes. Y sintió que era lo que más deseaba en el mundo. Sí, abuela - dijo Lucía -. Quiero ser una bruja. Quiero ser como tú. Entonces, toma - dijo su abuela, dándole la caja -. Es tuya. Pero recuerda, la magia es un don maravilloso, pero también una gran responsabilidad. Úsala con sabiduría y bondad, y nunca para el mal. Y sobre todo, ten cuidado. No dejes que nadie sepa tu secreto. No confíes en nadie que no sea de tu confianza. Y si algún día te encuentras en peligro, recuerda que siempre estaré contigo. Siempre podrás contar conmigo. Gracias, abuela - dijo Lucía -. Te quiero mucho. Y yo a ti, Lucía - dijo su abuela -. Eres mi orgullo y mi esperanza. Y así fue como Lucía se convirtió en una bruja, y cómo empezó una nueva vida llena de magia y misterio. Y así fue como su abuela le enseñó todo lo que sabía, y cómo compartieron muchas experiencias y secretos. Y así fue como Lucía descubrió que su abuela era la persona más increíble del mundo, y cómo se hicieron más unidas que nunca. Pero lo que Lucía no sabía era que su abuela tenía un plan oculto. Su abuela no era una bruja buena, sino una bruja malvada. Había mentido sobre su pasado, sobre su abuelo, sobre los cazadores de brujas. Todo era una farsa para ganarse la confianza de Lucía, y para prepararla para el ritual final. Su abuela necesitaba el alma de una bruja joven e inocente para completar un hechizo que le daría el poder absoluto. Y Lucía era la candidata perfecta. Por eso le había dado la caja, por eso le había enseñado la magia, por eso le había hecho creer que la quería. Y una noche, cuando Lucía dormía plácidamente en su cama, su abuela entró en su habitación con un cuchillo en la mano. Se acercó sigilosamente a Lucía, y le susurró al oído: Lo siento, mi niña. Pero esto es lo que tenía que hacer. Gracias por tu alma. Y entonces, le clavó el cuchillo en el corazón. Y así fue como la abuela de Lucía cumplió su sueño de ser la bruja más poderosa del mundo. Y así fue como Lucía murió engañada y traicionada por la persona que más quería.

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