7. Mis dulce dieciocho.

2291 Palabras
Tres años antes. Fue el verano en que cumplí dieciocho años. Si hubiera sabido en ese verano que Levi se convertiría en mi obsesión, que me rompería de maneras que no podría imaginar, habría rogado a mis padres que me dejara que darme en casa en Evanston. Pero ni ellos ni yo podríamos haber sabido que la forma en que me trataría ese verano me marcaria durante años. Me fulminó con una mirada intensa en el momento en que entré al vasto vestíbulo de mármol del Royal Resort. Estaba sentado en el sofá de cuero color marfil con una nueva rubia, sin duda, su víctima más reciente. Ella estaba colgada de él, su lenguaje corporal suplicaba atención, aunque él no perecía notarla en absoluto. Los botones y los invitados iban y venían, pero él tampoco les prestaba atención. Solo yo. Ojos cafés claro tan intensos que supe que se habían vuelto de un brillante tono rojo cereza. Se puso de pie, dejo a la chica a su lado y se dirigió directamente hacia mí. Las venas sobresalían de su frente y tenía una expresión en su rostro como si pudiera matarme aquí a plena luz del día con mis padres parados a solo tres metros de distancia registrándome. Cuando llegó hasta mí, me agarró por el codo con fuerza Robin estaba hipnotizada por los peces en el enorme tanque al lado del mostrador ajena a mi secuestro. Me arrastró con el detrás de un grueso pilar de mármol y me empujó contra él. Estábamos fuera de la vista, ocultos por una enorme planta. No temí por mi vida, había gente alrededor, pero el hecho de que el estuviera tan cerca me hizo alerta instantáneamente y sentirme muy intimidada. —¿Por qué diablos tuviste que venir aquí otra vez, zorrita? Vas a arruinar todo mi verano— espetó. —No estoy intentando…— —¿Te di permiso para hablar? — me interrumpió. —No—dije. —Pero no eres mi dueño— El entrecerró los ojos. —¿No soy tu dueño? — —No— dije, enderezándome a pesar de que mi corazón latía tan salvajemente que pensé que se me saldría del pecho. Golpeo su palma contra el pilar detrás de mí y me sobresalte. Pero de ninguna manera iba a dar marcha atrás. No iba a hacer que mi verano fuera miserable. Lo había decidió antes de venir. —Vuelve con tu novia— le dije. —O busca a alguien más a quien intimidar— Me miró en silencio durante un largo rato. Entonces algo cambio en su expresión, como si hubiera cambiado de opinión sobre algo. Dejo que su mano se deslizara hasta mi cintura. Respiré hondo y con ese pequeño gesto lo supe, que él era dueño de mi como dijo que era. Estábamos pegados el uno al otro y el presionó su rodilla entre mis piernas. Mi boca se abrió en un jadeo involuntario y silencioso, y mi cuerpo se sometió a él en un milisegundo. —¿Ya te han besado? — pregunto. —Eso no es asunto tuyo— espete. Me dio media sonrisa. —Eso significa que no— Claro que me habían besado, pero decidí guardarme esa información para mí. Brandon Fox, un chico de nuestro vecindario e hijo del socio comercial de mi padre, me plantó su fina boca una noche después de invitarme a ver una película en su casa. Sus labios estaban tensos, y su lengua también. Mientras me besaba, recordé que pensé que era aburrido demasiado húmedo y que no hacía nada en mí. Todos estos años había fantaseado con mi primer beso y fue una gran decepción. —¿Qué te importa de todos modos? — pregunte, presionándome contra su pecho, tratando de crear cierta distancia entre nosotros. Él no se movió en lo absoluto. —Solo significa que hay más cosas que hacer— afirmo. Estaba a punto de salir corriendo de allí, pero en lugar de eso, golpeo sus labios contra los míos y me empujo hacia el pilar por mi cintura con sus fuertes manos. Me sorprendió tanto que me tomo un segundo darme cuenta de lo que estaba pasando. Honestamente, no tenía idea de cómo reaccionar. Sentí que lo odiaba, pero mi cuerpo se convirtió en una tormenta de relámpagos donde probé la humedad de sus labios… cuando su lengua se metió profundamente en mi boca. No estaba segura si estaba en el cielo o en el infierno, pero lo que sabía era que no me importaba. Su mano subió por mi torso y luego hacia la parte superior de mi espalda. Llego detrás de mi cabeza, tomándola y acercándome, pero mi cuerpo no seguía mi voluntad en absoluto. Ese beso no parecía nada a mi primer beso. Este beso hizo cosas en mí que me hicieron querer mover mi cuerpo de manera sensual. Sus labios se deslizaron sobre los míos con perfecta destreza y yo quería más y más. Mientras me alejaba, tiró de mi labio inferior con los dientes. No estaba segura de poder mantenerme de pie, pero de alguna manera lo logré. Sus iris café claro, casi dorados como la miel me escanearon con el mismo desdén de siempre, aunque me pareció notar una pista de suavidad en ellos. Pero la suavidad desapareció con el aleteo de sus pestañas. —Aléjate de mí— dijo. —Lo haré — respondí con la voz entrecortada. —¿Pero podrás mantenerte alejado de mí? — Sin responder, se fue, dejándome jadeando, tremendamente excitada y necesitándolo para apagar el fuego que había encendido en lo más profundo de mí. *** Era la noche de mi decimoctavo cumpleaños y estaba celebrando con mi familia en el atrio. Mi papá me hizo sentar junto a la fuente de agua para abrir regalos y recién termine de abrir el último, un juego de llaves para el viejo Mercedes de mi papá. —Oh, Dios mío. ¡Gracias, papá! — Me puse de pie y le rodeé el cuello con los brazos. —¿Qué conducirás entonces? — Yo pregunté. —Tu mamá y yo compramos un auto nuevo— Él le sonrió y le puso una mano en el hombro. —Siempre eres muy bueno conmigo, querido— le dijo mi madre. Luego se volvió hacia mí. —Hicimos revisar el Mercedes y está en perfectas condiciones. Ahora no necesitas preocuparte por ahorrar dinero para un coche— —¿Puedo darle a Erin su regalo ahora? — preguntó Robin, con sus brillantes ojos azules muy abiertos por la emoción. —Claro—dijo mi mamá. Sonriendo de oreja a oreja, Robin me entregó una bolsa de regalo rosa. —Gracias— dije mientras la tomaba. —Lo hice yo misma— dijo. Dentro del bolso había una bufanda de seda amarillo. —Lo hicimos en la escuela— —Encantador— lo envolví alrededor de mi cuello y pose con un brazo en el aire y una mano en la cadera. Robin se rió. —¿Me queda bien? — Me levanté para poder ver mi reflejo en la ventana detrás de la fuente. Fue entonces cuando vi a Levi mirándome con sus ojos cafés intensos detrás de la ventana. Las tres semanas que estuvimos aquí transcurrieron borrosas y me sentí igualmente molesta y aliviada al descubrir que Levi había desaparecido sin dejar rastro. Había visto a su padre por el resort y también a su nueva novia rubia. Pero el parecía haberse desvanecido en el aire. Sin embargo, aquí estaba el, mirándome desde el otro lado del cristal como si quisiera hablar conmigo. Debería de haberlo ignorado… debería haber sido más inteligente y no entrar voluntariamente a la guarida del lobo. Pero el magnetismo era demasiado fuerte… como si mi mente y mi fuerza de voluntad hubiera sido completamente vencidas por su hechizo. —Es impresionante— le dije a Robin. —Ahora si me disculpan, tengo que ir al baño— —No tardes. ¡Tenemos que cortar el pastel! — grito mi mamá detrás de mí. Le agité la mano y me dirigí al interior. Inmediatamente, Levi se acercó a mí. Llevaba pantalones cortos de color caqui y una camisa de lino blanca con los dos botones superiores abiertos, dejando al descubierto un pecho más musculoso que el que recordaba que tenía. Mis entrañas se tensaron y sentí esa familiar y abrumadora atracción hacia él. Me tomó de la mano, me llevó a una sala de conferencias oscura y vacía y cerró la puerta detrás de nosotros. Presioné mi espalda contra la puerta y me quede mirándolo, esperando que dijera algo. —Tu atuendo…— dijo, su mirada penetrante absorbiéndome. Mire mi vestido rojo ajustado que mi mamá me había regalado para mi cumpleaños. La falda me llegaba hasta la mitad del muslo y la parte superior tenía tirantes finos. —¿Qué pasa con mi atuendo? — pregunté, esperando un insulto. —Se ve bien en ti— Fue el primer cumplido que me ofreció. Tenía sospechas, por decir lo menos. Y de repente mudo. —Apropiado para una chica que acaba de cumplir dieciocho años— Dió un paso más y mi cuerpo reaccionó quedándose flácido. Esto no fue bueno. Nada bueno. —Creo que ahora califico como mujer joven— dije. —Si. Una mujer—sus ojos se entrecerraron y una sonrisa torcida tiró de sus perfectos labios. ¿Qué estaba pensando? Nada bueno, estaba segura. Debería haber desaparecido ese pensamiento, pero en lugar de eso, me encontré queriendo saber exactamente que pensamientos indecentes daban vueltas en su mente. —Yo… debería volver con mi familia ahora. Hay pastel y…— Encontré el pomo de la puerta detrás de mi espalda y comencé a girarlo. —Ven a la habitación 1587 cuando hayas terminado — dijo. —Marcus también estará allí— —Yo… no quiero ir a una fiesta— —Serán solo tu y Marcus— dijo. —¿Por qué iría a una habitación con un chico que ni siquiera conozco? — yo dije. —Oh, vamos. No te hagas la tímida— —En primer lugar, nunca he conocido a Marcus. En segundo lugar, Marcus no es mi tipo en absoluto— > —Tercero…— No tenía nada más que decir. —Entonces, ¿quién es tu tipo? — pregunto —Yo no…realmente no tengo un tipo…— —¿No tienes un tipo? — sacudí la cabeza y el me desabrochó el pañuelo del cuello. —He estado pensando… lamento haber sido grosero contigo— dijo. Vaya. Eso fue inesperado. ¿Una disculpa? Realmente no sabía que hacer con eso. ¿Y era esta su manera de engatusarme? Bueno, no quería admitirlo, pero estaba funcionando. Mis paredes se estaban derrumbando más rápido de lo que podía seguir. Y fue bastante desconcertante. —Entonces, ¿Por qué has sido tan grosero conmigo? — Yo pregunte. Sus cejas se juntaron en el centro y miró hacia otro lado. Por una fracción de segundo, vi dolor en su expresión, pero desapareció tan rápidamente que me pregunté si lo había imaginado. —Es una historia larga y aburrida. Pero…— Sacudió la cabeza. —Ya es cosa del pasado— Su mirada se posó en la mía y extendió su mano —¿Amigos? — dije, aunque había una parte de mí que se preguntaba que estaría escondiendo y cuando volvería ser El caballero oscuro. Sus labios se abrieron en la sonrisa más brillante que jamás había visto, iluminando toda la habitación y a mí por dentro. Nunca lo había visto sonreír, pero el efecto que tuvo en mi fue visceral. Sentí como si los rayos del sol hubieran iluminado cada parte de mi cuerpo, desde la coronilla hasta la punta de los dedos de los pies. Quedé tan cautivada que toda mi resistencia hacia el desapareció. Me abrazó y su mejilla presionó la mía. Su barba incipiente me hizo cosquillas en la piel de la cara y me puso la piel de gallina. Podía sentir todo su cuerpo rozando el mío. Y entonces lo sentí… duro. —Si alguna vez quieres escuchar el rumor sobre ti, todo el mundo aquí en el resort piensa que es verdad, ven a mi habitación después de tu fiesta— susurró, su aliento revoloteaba en mi oído. —1312— —No puedo— dije. —¿No puedes o no quieres? — Tomó mi nuca con su mano y tiró de mi cabello suavemente. Agarro mi labio inferior con su boca y lo chupo suavemente. Me recordó el momento en el que llegué a Royal Harbor, cuando me besó, y una visión de él desnudándome, tocándome, reclamándome pasó entre mis ojos. Busqué a tientas el pomo de la puerta por un momento antes de que finalmente lograra abrirla. Necesitaba salir de aquí o sabía que sucedería algo que realmente no pensé que fuera una idea sensata… que era besarlo… y tal vez dejar que se saliera con la suya conmigo. Una vez fuera en el pasillo, suspire profundamente. No me había dado cuenta de que había estado respirando tan superficialmente hasta que estuve libre de la presencia de Levi. Aturdida, con mis emociones desbocadas, corrí por el pasillo y Sali para reunirme con mi familia. Robin estaba ocupada chapoteando en la fuente de agua y mi madre encendía las velas de mi pastel de cumpleaños. Me llevé la mano al cuello para quitarme la bufanda para que no se incendiara con las llamas. Pero mi mano no encontró nada más que piel desnuda. Completamente desnuda, mi collar también desapareció. Levi. Ay dios mío. Se había quedado con mi bufanda y mi collar como garantía.
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