6. ¿Y si te quiero en mi vida?

2852 Palabras
—¡Estoy en casa! — Grite, cansada y con las emociones todavía por todas partes, entre a mi apartamento y me quite los zapatos en el estrecho pasillo. Todavía estaba sin aliento después de subir los tres tramos de escaleras. Había un ascensor en el edificio, pero llevaba averiado más tiempo del que yo vivía aquí. No fue como si contuviera la respiración. El edificio fue construido en 1940 y no parecía más que electrodomésticos habían sido reemplazados en todo este tiempo. —¿Robin? — digo. Sin respuesta. Eh. Debe de estar fuera con sus amigos. Tiré mi bolso sobre el sofá de cuero gris y me dirigí directamente al congelador. Había sido un día de mierda que requería un bote de te helado con chispas de chocolate en la mano y me dirigí a mi pequeña habitación y me tiré sobre el colchón, acostada boca arriba mientras estudiaba las manchas de agua en el techo. No quería pensar en el imbécil, ni en el hecho de que hoy hizo que me despidieran. Le di un mordisco a mi helado. No quería seguir sus ojos ardiendo sobre mí, ni las cosas prohibidas pero deliciosas cosas que su presencia le hizo a mi cuerpo. Le di otro mordisco a mi helado y dejé que se derritiera en mi lengua. Había pasado casi una hora desde que vi a Levi, pero su efecto en mí no había disminuido en lo más mínimo. Maldita sea. Después de terminar el helado, me desnude. Luego me fui a quitar el collar de mi abuela, pero mis dedos no encontraron nada en mi cuello desnudo. Y fue entonces cuando me di cuenta de que faltaba el collar de mi abuela. ¡Maldita sea! En mi prisa por salir del hotel, deje mi collar en mi casillero. Corrí hacia mi teléfono y marqué el número de Gladys. Con un poco de suerte, ella todavía estaba allí y podría agarrar mi collar y mantenerlo a salvo hasta que lo recogiera. —¿Hola? — Gladys dijo al otro lado de la línea. —Hola, soy, Erin. ¿Aun estas en el hotel? —Yo pregunte. —Si, pero estaba a punto de salir. ¿Por qué? — ella pregunto. —¿Puedes revisar mi casillero y ver si mi collar esta allí? — Yo pregunte —Claro— Huno un silencio al otro lado de la línea durante varios segundos que provocaron ansiedad. —Lo encontré— dijo finalmente. Exhale un largo suspiro de alivio. —Gracias. ¿Puedes guardármelo hasta mañana? — —Claro— dijo. La tensión que se había apoderado de mi pecho poco a poco perdió su control. —Gracias— —Por supuesto– dijo —Se lo importante que es el collar para ti. Lo mantendré a salvo— Después de colgar, me sumergí en la bañera mientras escuchaba a Prince. Por lo general, el cantante siempre podía hacerme sentir mejor, incluso en los peores momentos. Sin embargo, lo único en lo que podía pensar era en lo furiosa que estaba con Levi por haberme jodido una vez más. Pero más que eso, estaba furiosa conmigo misma por dejarlo arrastrarse bajo mi piel y odiaba a mi cuerpo por anhelar su toque. Una vez que termine, me seque el cuerpo y el cabello con una toalla y me puse vendas nuevas en las rodillas. Me vestí con un par de jeans descoloridos y una camiseta y abrí mi computadora portátil. No sirve de nada esperar a encontrar otro trabajo. Cuanto más esperara, menos dinero ganaría y luego tendría que recurrir a préstamos estudiantiles, algo que no estaba dispuesta a considerar por ni un segundo. Presente mi solicitud para media docena de hoteles y algunas tiendas minoristas. Sabía que el dinero no sería mucho, pero al menos aportarían algo. Me serví una copa de vino barato y me senté en el sofá. Era difícil mantener los párpados abiertos, incluso mientras veía mi comedia favorita. Llamaron a la puerta. Eh. ¿quién podría estar aquí? ¿Robin olvido su llave otra vez? —Adelante— murmure en mi estado de aturdimiento. Mire hacia arriba y para mi sorpresa, ví a mi papa caminar hacia mí. Debo estar soñando. Vagamente, note que estábamos de regreso en la antigua casa de mis padres. Me senté y él se sentó en el sofá junto a la chimenea. Me uní a él. Estos últimos años lo habían desgastado, no me di cuenta. Sus arrugas eran más profundas, las bolsas bajo sus ojos más caídas. Había perdido algo de peso y tenía una expresión seria. Por un breve momento, extrañe al padre que había estado tan dispuesto a jugar con nosotros cuando éramos niñas, que nos llevaba de vacaciones espontáneas, que nos traía regalos porque si y se quedaba despierto hasta tarde con nosotras para enseñarnos a jugar ajedrez. —Hay— apoye mi cabeza en su hombro. Oh, como extrañaba la sensación de que alguien cuidara de mí. La vida se había vuelto muy dura últimamente y sentida como si ya no fuéramos una familia. Me sentía culpable todo el tiempo por no cuidar mejor a mi hermana Robin. Ella realmente necesitaba a alguien que fuera más una figura materna que yo, alguien con más tiempo. —¿Tienes un minuto para hablar? — pregunto. —Si, claro—dije. —Necesito que hables con tu mama sobre Robin— —Está bien— dije. —No ha sido fácil para Robin desde que fallecí— Sentí las lágrimas presionar detrás de mis ojos. —No es así— Un fuerte golpe en la puerta me despertó sobresaltada. Me seque las lágrimas y me levante del sofá para abrir la puerta. Y allí estaban Robin y su novio Seth. Su brazo estaba sobre su hombro y se reía a carcajadas, su voz mezclada con intoxicación. —¿Has estado bebiendo? — pregunte horrorizada. Entonces su aliento me golpeo en la cara y el alcohol rezumaba de él. Seth m e lanzo una mirada entre culpable y preocupada y luego me empujo hacia la puerta. —Ella... eh. quería jugar al beer pong, y las cosas se salieron un poco de control— dijo. —Ella tiene dieciséis años, ¿por qué diablos está jugando al beer pong? — Mi voz sonaba furiosas, algo que reflejaba como me sentía por dentro. No me había dado cuenta de que era tan malo que Robin estuviera de fiesta con quien sabe qué tipo de personas haciendo todo tipo de locuras. Seth la guio... más bien la llevo a través de la pequeña sala de estar hasta nuestro dormitorio. Ella cayó como un saco de papas sobre su cama situada frente a la mía y se rio antes de cerrar los ojos y desmayarse. Los caídos ojos verdes de Seth se encontraron con los míos. —Lo siento... yo...yo...fue...yo fui...estábamos...estábamos— Sabia que el tartamudeaba, peor nunca lo había oído tartamudear tanto, como hoy. —Oh, por el amor de cristo— espete. Lo gire por los hombros, lo lleve hasta la puerta principal y lo empujé hacia el pasillo. —Adiós, Seth — Se giro hacia mi e inhalo un suspiro justo antes de abrir la boca para hablar. Le cerré la puerta en la cara antes de que pudiera pronunciar una sola palabra. Camine de regreso con Robin, pero era inútil tratar de comunicarme con una borracha en coma. Pensé que tendría que hablar con ella mañana sobre todo esto. Este día había sido demasiado agitado para mis nervios agotados. Una vez que termino todo, me arrastre hasta la cama. Justo cuando me estaba quedando dormida, escuche mi teléfono sonar con un mensaje de texto. Dios, ¿y ahora qué? Ya terminé con hoy. Fui a poner mi teléfono en silencio, pero vi que el mensaje era de Gladys. Gladys: Iba a poner tu collar en mi casillero para mantenerlo a salvo hasta mañana. Pero Levi Spencer lo confisco. Lo siento mucho. No sé qué hacer. Por favor, llámame. Sin pensarlo dos veces, inmediatamente energizadla por mi ira, me quite la manta del cuerpo y salte de la cama. Me puse el impermeable y las botas y salí por la puerta. Una vez afuera, me subo al viejo Mercedes de mi papa y me dirigí directamente al hotel. Normalmente no conducía. Yo era una ciudadana con conciencia que se preocupaba por el medio ambiente. Pero ¿a quién podría importarle salvar el medio ambiente cuando había una emergencia extrema? Debe haberme pasado todos los semáforos en rojo que había en el camino al hotel, pero me importaba un carajo. Levi no iba a salirse con la suya robando el collar de mi abuela. Estacione el auto e interrumpe en el vestíbulo del hotel justo pasando a Conrad, el recepcionista. Una vez dentro del ascensor, empuje el número diez al menos unas veinte veces y el ascensor se aceleró llevándome a arriba. Deseando que pudiera ir más rápido. Una vez que se abrieron las puertas corrí a la habitación de Levi y llamé a la puerta tan fuerte como pude. Y no pare hasta que abrió. Estaba allí de pie con unos bóxer de seda y la parte superior del pecho descubierto. Pero esta vez, no deje que sus rasgos divinos me afectaran. Bueno... no tanto de todos modos. –¿Qué demonios...— comenzó? —¿Dónde está? — interrumpe. Me miro con la misma expresión aburrida de siempre. —¿Dónde está qué? — preguntó. — Mi maldito collar. El que le quitaste a Gladys— Abrí la puerta y entre a su suite. Ya terminé de jugar bien. Había terminado de ser respetuosa. Ya había terminado de ser civilizada. En su cama había una rubia con lencería negra. —Levi... ¿Quién es esa? — su voz era aguda y dulce que me enfermo. No importaba que su cuerpo fuera una réplica exacta de una modelo de Victoria´s Secreet, con curvas en todos los lugares correctos. —Fuera, zorra— me ladro Levi. —Dame mi collar— lo enfrenté y pude sentir el pulso en mis sienes. Su ceja izquierda se arqueo ligeramente. Oh, definitivamente estaba jugando conmigo. —Dámelo— dije. —Sal antes de que llame a seguridad— dijo —Les diré que te robaste mi collar— cruce los brazos frente a mi pecho mientras observaba a Miss perfecta Victoria´s Secreet correr para ponerse su bata de seda negra. —Les diré que esto es una pelea de amantes. Siendo yo el nuevo propietario de este hotel, ¿de qué lado crees que estarán? — Dio un paso hacia mí, amenazadoramente. —Si me tocas, gritare— le dije. Me miro de arriba abajo. —Te ves como una mierda, Erin. En serio...— Ese no era el momento de usar mi nombre. En lugar de calmarme, mi nombre en sus labios solo alivio mi ira. —¿Por qué me despediste hoy? — Yo pregunte. —Necesitaba este trabajo para pagar la matrícula universitaria— —No puedo permitir que trabajes en mi hotel— dijo. —No viéndote así— Sabia que el sabía que yo sabía que esa no era la verdadera razón por la que me había despedido. Pero también sabía que el nunca admitiría cuando se tratara de mí y que discutir eso era inútil. —Solo... dame mi collar y no nos volveremos a ver—dije. —No sé de qué collar estás hablando— Lo mire fijamente, pensando que hacer a continuación. El asesinato estaba definitivamente en lo más alto de la lista de qué hacer a continuación. Pero me decidí por la terquedad. Me quité las botas y el impermeable y me senté en la cama. Sabia cuanto amaba el sexo, y si no iba a devolverme lo que por derecho era mío, yo sería el bloqueador de pollas más grande que jamás hubiera visto. —¿Que estás haciendo? — pregunto. —No me iré hasta que me des mi collar— le dije. Sus fosas nasales se dilataron, algo que nunca había visto antes. Era un signo de frustración en su cara normalmente tranquila de "me importa un mierda todo" Bien, estaba llegando a él finalmente. Después de estos años pude hacerlo reaccionar. Su reacción me agrado más de lo que podía expresar. —Melanie. Necesito que te vayas— dijo sin quitarme los ojos de encima. —Levi—dijo la modelillo de Victoria Secret —Me escuchas— le lanzo una mirada que me hubiera helado hasta los huesos si hubiera sido dirigida a mí. Oh, estaba enojado. Ella mantuvo la calma, equilibrada, y procedió a vestirse, después de lo cual salió por la puerta con la cabeza en alto. La puerta se cerró de golpe detrás de ella. Levi me miro como si estuviera planeando mi desaparición. Y tal vez lo estaba haciendo. Ahora que lo pienso, parecía que ese era su único modo conmigo. Camino hasta la ventana del piso al techo y miro hacia fuere. Su espalda era ancha, bronceada y musculosa, y encontré mis manos temblando, deseando explorar cada pico y surco. ¡Argh! ¿por qué siempre tiene ese efecto en mí? No queriendo dejar que mi mente se volviera loca, fije mi mirada en el suelo. > —Te devolveré tu collar— Se giro hacia mí, sin una sombra de bondad brillando a través de sus duros rasgos. Por una fracción de segundo, no podía creer lo que oía y pensé que tal vez algo le había hecho entrar en razón. Pero cuando más me miraba, más me daba cuenta de que tenía que haber condiciones, condiciones importantes a su comentario. Las cuerdas que de alguna manera sentía en lo profundo de mis entrañas eran demasiado severas para aceptarlas. —¿Que deseas? — yo pregunte. Levanto una ceja malvada. —Te lo iba a devolver por nada. Pero ya que me estas ofreciendo— —No lo ibas a hacer— puse los ojos en blanco y resoplé. Pero en serio. ¿Como podría no hacerlo? —¿Me estas poniendo los ojos en blanco? — camino hacia mi como un tigre persiguiendo a su presa. La energía en la habitación cayó como un peso muerto y de repente ya no podía respirar. Sus ojos negros, oh, como los recordaba. Y de repente, supe que estaba en una situación en la que mi fuerza de voluntad se estaba derritiendo más rápido que un cono de helado en un día caluroso en Texas. —Solo dame mi collar y estaré fuera de tu vida para siempre— le dije. —¿Qué pasa si no te quiero fuera de mi vida? — pregunto, acercándose sigilosamente a mí. Ahora estaba a dos pies de distancia y tuve que retirarme al pasillo. Su cercanía era demasiado abrumadora, y cada célula de mi cuerpo vibro con conciencia de él. —Detente—dije. —¿Y si te quiero en mi vida? — pregunto. —Detente— ese atractivo familiar que había intentado olvidar durante los últimos años se apodero de mí, amenazando con desentrañarme en el nivel más básico. —Solo una noche, Erin— dijo. —Entonces podremos separarnos como amigos no enemigos— —No eres mi enemigo. No eres nada para mi— mi voz sonaba débil en el mejor de los casos. —Puedo ver cómo me miras— dijo. — Cuando me alejaron de ti, pude sentir tus ojos ardiendo en mi espalda. Todavía esta ahí. Esta atracción cruda y loca— levanto una mano y debería haber sabido que no debía dejar que me tocara. Pero no me moví. No podía moverme. Su mano acaricio ligeramente mi mejilla y donde su yema dejo un rato de fuego ardiente. —Tu piel... siempre tan suave— Se acerco y ahora puede sentir el calor de su pecho desnudo contra mi cara. —Solo dame mi collar. Por favor— le rogué. —Déjame follarte. Luego te lo daré— Sus palabras se sintieron como un balón de futbol en el estómago. Estaba reteniendo mi posesión más preciada como rescate haciéndome elegir entre prostituirme y el collar de mi abuela. Era una petición enfermiza, sórdida. Pero con lo excitada que estaba casi considere ceder ante él. Sin embargo, estos últimos años, había aprendido algunas cosas. Me gusta como soy fiel a mis valores. Como no dejar que un cuerpo sexy y un rostro atractivo me obliguen a hacer cosas que sabía que no debía. Y no dejarme engañar por un lobo con piel de cordero. Aparté su mano de un golpe giré sobre mis talones y salí furiosa de la suite. Tendría que encontrar otra manera de recuperar mi collar. Justo cuando la puerta se cerró de golpe, escuche a Levi decir mi nombre. Odiaba escuchar mi nombre en sus labios. Me recordó la primera vez que lo pronunció ... Fue la noche de mi decimoctavo cumpleaños, cuando de manera completa, inequívoca y confabuladora destrozo mi corazón...
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