5. Eres una gran decepción. Siempre lo fuiste.

2264 Palabras
Me quedo congelada por unos segundos y me digo a mí misma. > ¿Cuáles eran las posibilidades de que el estuviera aquí? Muchos hombres tienen esa colonia, estoy segura. Además, si en el muy improbable caso fuera el, más se habría ido y probablemente no regresaría antes de que yo... En ese momento escuche una voz profunda en el pasillo. Reconocería la voz de Levi en cualquier lugar ya que parecía lanzarme un hechizo inmediato. Estuve tentada en saltar detrás de la cortina y esconderme como lo había hecho la primera vez que lo conocí. Desafortunadamente para mí, no había manera de que perdiera mi carrito y entonces probablemente se preguntara donde estaba la criada. Nos habían ordenado que saludaremos a los huéspedes del hotel si alguna vez nos encontrábamos con ellos mientras estábamos limpiando. Sonreírles y hacerlos sentir bienvenidos. Ninguna de las cosas que quería hacerle a Levi. Incluso si fuera la última persona en el planeta, lo evitaría como a la peste. Entro en la habitación, con el teléfono móvil pegado a la oreja, luciendo tan sexy como nunca lo había visto. Con un traje azul marino, gemelos plateados, una corbata plateada y el cabello n***o revuelto sobre su rostro perfecto. Parpadee, tratando de desesperadamente de descubrir qué diablos hacer conmigo misma y con esta situación tan desagradable. Fue como si volviera a estar inmediatamente bajo su hechizo... y todos los sentimientos que alguna vez había sentido por él; los apasionados, los enojados, los odiosos regresaron con venganza. Era más musculoso de lo que recordaba y también más alto. Sus ojos increíblemente oscuros se asentaban sobre sus pómulos altos y toda su expresión carecía de emociones. Solo sus labios rojos cereza delataban su humanidad, que no era solo un vampiro frio y calculador o una maquina enviada a la tierra para atormentar mis días y atormentar mis noches. Tenía su habitual expresión de "Me importa un carajo el mundo" revelando su actitud de "Me importas un carajo tu" Cuando levanto la vista, rápidamente baje la mirada al suelo. —No me hagas caso— su tono era indiferente, casi molesto, como si el hecho de que el ama de llaves estuviera allí, fuera una gran decepción. Me di la vuelta y comencé a hacer la cama, cualquier cosa que me hiciera sentir como si estuviera haciendo algo más que tener un ataque de pánico. ¿Me habrá olvidado? ¿No me reconoció? Sería un misericordioso giro del destino, aunque la idea de que hubiera olvidado tan completamente que ni siquiera me reconociera hizo que me hirviera la sangre. Era solo una prueba más de que yo no significaba nada para él. Siguió hablando por teléfono de algo sobre una fusión empresarial y la mejor inversión del siglo. No me gustaba recordar que el siempre había sido y siempre seria más rico de lo que nadie merecía ser. Odiaba que estuviera haciendo eso, que él no quisiera interactuar conmigo y no me reconocería. Era lo mejor para el no saber lo duro que tuve que trabajar para poder ir a la universidad. Que mi papa murió. Esa vida no había sido amable conmigo. Probablemente le hubiera gustado oír eso. Pasé junto a él y me dirigí al baño. Contenta de estar algo alejada de su abrumadora presencia, me puse los guantes y limpié el asiento del inodoro. No sabía que me ayudaría a dejar de pensar en el imbécil que por sí solo me hizo creer que todos los hombres eran idiotas, pero un débil intento de calmar mi corazón, me puse los auriculares y escuche la suave voz de John Legend. Estaba fregando la bañera cuando de repente note una presencia detrás de mí. Mire detrás de mí, preguntándome cuanto tiempo había estado allí, mirándome con los ojos, con una expresión impasible y despectiva en su rostro. Tenía la esperanza de que se escapara solo, pero aquí estaba y no había manera de que dejara de reconocerlo. Su presencia hizo que mi corazón diera vueltas en mi pecho. Odiaba que me viera arrodillada limpiando su bañera, siendo una humilde ama de llaves de hotel, luciendo más desaliñada y desgastada que nunca. No me sentí intimidada por el bastardo, pero seguro que tenía una manera de hacer que todo mi cuerpo se pusiera firme, incluso en contra de mi voluntad. Me enderece y me saque los auriculares. Como no dijo nada, me puse de pie. —¿Necesitas usar el baño? — pregunte. —¿Qué diablos estás haciendo aquí, zorrita? — pregunto. La ira aumento en su interior. El sabía quién era yo. ¿Lo había sabido desde el principio? Su mirada recorrió mi cabello, luego fue a mi vestido y finalmente a mis rodillas. Miré hacia bajo y vi que las vendas estaban saturadas de sangre. Nunca me había sentido más humillada en mi vida y eso decía mucho. Me había hecho pasar por tantas cosas humillantes que sabía que nunca me recuperaría de ellas. Nuestro pasado se alzaba como una cruz a todo volumen entre nosotros. Su mirada se cruzó con la mía y mis entrañas se retorcieron con violencia. Pensé que podría desmayarme por lo errático que latía mi corazón. —Considerando como me trataste la última vez que te vi, una puta disculpa seria apropiada— En el momento en que las palabras salieron de mi boca, me arrepentí. No por las palabras en sí, sino porque podía quejarse con mi jefe, y me dejaría sin trabajo. Se puso de pie y me miró fijamente durante un largo momento, luego se rio, su risa mezclada con desdén. —Nunca me disculpo— dijo. —Especialmente cuando no tengo nada de que disculparme. Lo que quiero saber es que diablos estás haciendo aquí— Apoye mi espalda contra la pared detrás de mí, tratando de calmar mi corazón acelerado inhalando respiraciones lentas y profundas. —Estoy trabajando— dije. —Quiero decir... ¿que estás haciendo con tu vida? — pregunto. —Eso realmente no es de tu incumbencia— respondí. —Ahora si me disculpas...— —No puedes ser disculpada— Dio un paso en mi dirección y yo me retire más dentro de la bañera para mantener distancia entre nosotros. —¿Por qué trabajas aquí? ¿Eres como una maldita sirvienta? — —Algunos de nosotros tenemos que trabajar por dinero— espete. Dio un paso más y su delicioso aroma llego a mis fosas nasales. Intente no absorberlo como siempre me sentía tentada a hacerlo cuando él estaba cerca, no podía soportar más de él. Ya estaba saturado de necesidad. —¿Pero de limpieza? — pregunto, como para hacerme saber que mi decisión había sido muy equivocada. —Ha sido una mañana loca, así que si pudieras dejarme terminar mi trabajo y.…—comencé. —Te ves como una mierda, Erin— La primera y última vez que me llamo por mi nombre fue la última vez que lo vi... la noche que cumplí dieciocho años. Intente olvidar esa noche. Pero el recuerdo había quedado grabado en cada célula de mi cuerpo... para siempre, estaba empezando a darme cuenta. Quería responder con inteligencia, pero no se me ocurrió nada que decir. Entonces me contuve. ¿Por qué diablos le estaba dando la hora del día? Debería irme y volver cuando él se haya ido. O mejor aún, podría pedirle a otra persona que limpie su habitación. Entonces lo evitaría por completo. —Eres una gran decepción. Siempre lo fuiste— murmuro mientras me miraba. Estaba acostumbrada a sus insultos, pero nunca pude entender por qué me odiaba tanto. Quiero decir, ¿qué le había hecho? A parte de que mi papa y su papa eran amigos, no teníamos concesiones. De todos los hoteles en Chicago, de todas las habitaciones en las que Levi podría haber estado, ¿por qué termino en mi habitación? ¿Fue esta la forma cruel que tuvo Dios de hacerme saber que me odiaba? —Te conseguiré otra ama de llaves par que puedas tener una estadía más placentera— si siquiera intentarlo para ofrecer una sonrisa forzada, tomé todos mis artículos de limpieza y me dirigí hacia la puerta. Me agarro del brazo y me miro a los ojos con tal odio que sentí que la bilis sucia a mi garganta. —No quiero volver a verte nunca más. Y si lo hago, hare de tu vida un infierno, ¿entiendes? — él estaba furioso. —¿Que te hice imbécil? — Solté, incapaz de controlar mis palabras. —No solo eres una jodida decepción, sino que eres la persona más tonta que he tenido la desgracia de conocer— dijo. —Por lo que a mi concierne, puedes irte al infierno— Saque mi brazo de su agarre y lo abofetee. Fue un completo reflejo, una reacción imprudente, un impulso sobre el que sentí que no tenía control. Sus ojos se abrieron y yo jadee, sorprendida por lo que había hecho. Inmediatamente, sentí una inmensa culpa y deseé desesperadamente haber podido retroceder en el tiempo. Pero fue demasiado tarde. Sus ojos adquirieron la mirada de un asesino y un escalofrío de terror me recorrió. Tan rápido como fue humanamente posible, procedimental a empacar mis cosas y me dirigí al pasillo. Sentí las lágrimas picar detrás de mis ojos, pero de ninguna manera iba a dejar que me viera derrumbarme y llorar. El hombre era el diablo. Y en el fondo lo odiaba. Pero aún más en el fondo, sabía que todavía lo amaba. Y por eso, me desprecio a mí misma. Baje a la sección de limpieza y me encerrémosle en el baño para llorar un buen rato. Pensé en decirle a Gladys que estaba enferma, pero los ingresos eran algo que no podía permitirme perder. El verano fue corto y el aumento de la matrícula universitaria fue pronunciado este año. Además, decide que no permitiría que ningún fantasma monstruo de mi pasado viniera y arruinara mi vida aquí y ahora. Supuse que habría ido en uno o dos días, y luego me arrepentiría de haberle entregado parte de mi poder. El idiota no valió la pena. Me sequé las lagrima, me soné la nariz y volví a abastecer mi carrito. Justo cuando estaba a punto de regresar al ascensor, Gladys se acercó a mí. Había algo muy malo en su comportamiento y sabía que lo que estaba a punto de decir era algo que no quería escuchar en absoluto. ¿Mi jefe había descubierto que llegue tarde hoy? O peor... ¿Levi me había delatado? —¿Puedo verte en la oficina por un minuto? — ella pregunto. ¿Su oficina? Ella nunca había pedido verme allí. Definitivamente algo andaba muy mal. —Claro— Me senté en la chirriante silla de madera y ella cerró la puerta. Estaba sentada detrás de su escritorio, un escritorio cubierto de montones de papeles junto a una computadora vieja y gastada. –Erin– suspiro profundamente y mientras nos separamos en un silencio inquietante durante lo que parecieron varios minutos, pero fueron más bien unos segundos, tenía una expresión como si realmente no quisiera decirme algo. —¿Que? — finalmente dije. —Mr. Rubstein me pidió que te despidiera— Su voz era temblorosa y tenía lágrimas en los ojos. —Por que llegue tarde...— —Dijo que había una queja sobre ti. Uno de los huéspedes...— Mis mejillas se pusieron pálidas. Podía sentirlo mientras toda la sangre se escurría de mi cara. Livia hizo esto. Hizo que me despidieran porque... ¿¡Por qué, por qué!? Quiero decir, lo abofetee. ¡Pero se lo merecía y lo sabía! ¿Como puede ser un hombre tan cruel? No le importaba que yo trabajara aquí. ¡Ni siquiera vive aquí! Había demasiada historia entre nosotros para explicarle todo a Gladys. Demasiado ira para siquiera formular una frase que tuviera algún sentido. Me levanté, asentí y me di la vuelta. —Lo siento mucho, Erin— grito. —Sabes que no quiero hacer esto— Me di la vuelta y me encontré con su expresión abatida. —¿Dijo el Sr. Rubstein por qué? — pregunto. Ella dudo por medio momento y luego dijo. —Se supone que no debo decirlo, pero Levi Spencer está considerando comprar este hotel. Dijo que tenían un pasado complicado y eso fue todo Apreté mis manos en puños, luchando contra el impulso de correr hacia su suite y destrozarla... tirar el televisor por la ventana... Arrancar las cortinas y verter gasolina por toda la alfombra antes de prenderle fuego a esa cosa. Pero todavía estaba lo suficientemente cuerda como para saber que eso no sería buena idea. —Lo tenemos— dije. —Si necesitas una carta de recomendación o referencia o algo así, estaré encantada de dártela—dijo. —Gracias— Abrí la puerta, y con una marcha entumecida, encontré el camino hacia el vestuario. Mientras me ponía ropa de calle normal, intente con todas mis fuerzas no pensar en el idiota de Levi. Trate de no imaginar todas las formas en que quería terminar con su vida, o al menos hacerlo tan miserable que lo rompería. Y definitivamente trate de no pensar en cómo había destrozado mi corazón sin siquiera pensarlo dos veces. Verlo de nuevo me había hecho darme cuenta de lo indefensa que era para ese hombre, del enemigo que era, e incluso después de todo lo que me había hecho pasar, de lo absolutamente estúpida que fui al permitir que mi corazón lo añorara.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR