Prohibido Enamorarse

Mi nombre es Natalie Thompson tengo 17 años, soy rubia de ojos celestes, mido 1,70, vivo en Nueva York o tendría que decir "vivía" ya que me expulsaron de mi escuela y mi padre decidió mandarme a un internado en Londres para "niños ricos", así lo llamo yo.   Les contaré las razones por las cuales me voy a un internado: Numero 1: Le quemé el cabello a mi profesora de religión Numero 2: Mi escuela gastó diez mil dólares en los arreglos del salón de ciencias, el gimnasio y la oficina de la directora. Numero 3:  Para mi padre soy una carga No soy una de esas chicas que cree en el amor, en el felices para siempre, digamos que soy una chica "mala" pero de las peores, te metes conmigo y ya tienes que estar eligiendo tu ataúd para el entierro. - ¡Natalie! - me llamó mi padre mientras se acercaba al auto a toda prisa. - ¿Qué? - dije molesta. - ¿Debo pedirte que te portes bien? - enarcó una ceja. - ¿Para qué? De todos modos, sabes que eso no va a suceder- dije. Y era verdad. Siempre causaba problemas, no podía evitarlo. Es como si lo llevara en la sangre. Suspiró, cansado- al menos intenta. Estoy haciendo esto por tú bien- señaló. Rodee los ojos- Esto es por tú bien, soy una carga para ti desde que abandonaste a mamá y después ella murió y fue por tú culpa. - ¡Tu madre estaba enferma! - alzó la voz. - ¡Pero empeoró cuando la dejaste! - grité. Me observó durante unos minutos, sus ojos reflejaban tristeza- No voy a hablar de esto contigo, otra vez- besó mi frente y el auto comenzó a moverse, mientras que veía a mi padre volver a la casa. ¡Maldita sea! Se darán cuenta de que no siempre estoy de buen humor, pero no significa que a ustedes (mis queridos lectores) los vaya a tratar mal. Me pongo los audífonos mientras miro por la ventanilla del lujoso auto. -No me gusta ser rica- le dije a Eric, el chofer de mi padre. - ¿Por qué? - preguntó él. Lo miré por el espejo retrovisor- La felicidad no está detrás de miles y miles de dólares -Tienes razón, pero tú tienes todo lo que quieres  -No todo Erick- volví a mirar por la ventanilla- no tengo una madre, sólo tengo un padre que cuando su hija le pedía jugar con él, estaba ocupado  -Natalie, sabes más que nadie que tu padre...- lo interrumpí. - ¿Por qué la abandonó? - pregunté no muy segura de si él podía responder a mi pregunta. Una hora después, Eric aparcó el auto y supe que habíamos llegado al aeropuerto. Bajé y Eric me ayudó a cargar mi maleta. -Buen viaje señorita- sonrió y yo sabía por qué. Odiaba que me llamara así, "señorita". Lo abracé- Gracias Carraspeó, incómodo -No estoy acostumbrado a tantas muestras de cariño- me separé y lo miré conteniendo una pequeña risa. Su rostro estaba rojo como una fresa.  Me encogí de hombros- Sólo quería verte así- tomé mis cosas y entré al aeropuerto. Luego de enseñarle a los de seguridad mi pasaporte y después de que me revisaran como si llevara una bomba conmigo, abordé el avión. Fue el vuelo más largo de mi vida, en el que dormí, le puse el pie a la azafata (se cayó y todos rieron) y casi me expulsan del avión también. Al llegar a Londres había otro auto esperándome, supuse que era de mi padre, subí y este me llevó directo a la cárcel. Digo al internado. A penas entré al internado, la directora, una mujer de cabello gris recogido en un moño con una falda tubo negra, zapatos negros de tacón y camisa blanca, me dio un recorrido por el internado...prefiero la cárcel. -Bien y por último- me miró- ESTÁ PROHIBIDO ENAMORARSE Le regalé una sonrisa- no se preocupe, yo no creo en el amor Había dos edificios, uno de hombres y otro de mujeres, que eran custodiados por cuatro hombres vestidos de n***o. - ¿Puedo pasar? O ¿voy a dormir afuera? - les pregunté ya que no se movían de sus puestos. - ¿Qué habitación tiene? - preguntó el de anteojos con voz grave. -302 -Quinto piso a la derecha- dijo cortante. -Gracias  Entré al pequeño elevador cuadrado con sus paredes de metal en donde podías pegar un imán si querías y presioné el botón cinco. Ya en el quinto piso doblé a la derecha y ahí estaba la habitación 302, puse la llave y abrí. Ésta se encontraba compuesta por un sofá, un televisor LED y luego tres puertas, una pertenece al baño y las otras dos a un dormitorio. Genial tengo compañera (nótese mi sarcasmo) -hola- saludó una chica, castaña de ojos celestes, vestía unos leggins, una blusa y unos tenis. -Natalie- extendí mi mano. -Amber- estrechó mi mano con la suya. Señaló una de las puertas- tu dormitorio es el que tiene el cartel que dice "no molestar"- oh sí, me di cuenta. Sonreí ante el detalle de la puerta y la abrí. Dentro había un armario no muy grande, mi cama estaba debajo de una pequeña ventana, le seguía un escritorio en donde estaba mi uniforme. Ordené mi ropa, me senté en mi cama con el celular en mano, marqué el número de Walter, mi padre. -Estoy en una reunión- dijo sin emoción alguna en su voz. -Entonces me puedo estar muriendo y tú no vas a venir- dije con sarcasmo. - ¿Llegaste? - preguntó, ignorando lo que le había dicho. Típico de mi padre, pensé. - ¿A la cárcel? No. Todavía me falta, aunque esto se parece mucho a una- observé la habitación. Suspiró-Natalie no estoy para tus bromas. Luego hablamos- colgué sin responderle siquiera. Salí de mi habitación y me senté en el sofá. - ¿Vienes a dar una vuelta? - me preguntó Amber. -Sip- me levanté del sofá. -imagino que...- cerró la puerta- ya habrás visto miles de carteles que dicen prohibido enamorarse Sonreí, divertida- oh si- caminamos por el largo pasillo hasta llegar al elevador- puede que sepa el porqué - ¿Lo sabes? - preguntó ella y pulsó el botón del elevador. Las puertas se abrieron y subimos. -La directora no quiere relaciones entre los alumnos, no quiere que hagan fiestas y tampoco quiere ver a chicas en el cuarto de los chicos y viceversa Me miró, sorprendida-eres demasiado inteligente para este internado -Por eso estoy aquí- dije y agregué- fui expulsada de mi escuela -oh- bajamos del ascensor y nos dirigimos afuera. Reí leve- No soy la típica niña rica con carita de ángel, yo soy peor que tener al mismísimo diablo en persona- si lo sé, soné como una maldita creída. -Wow entonces te llevarás bien con Aspen Quest - ¿Quién es ese? - y como si hubiera dicho la palabra mágica un grupo de adolescentes hormonales estaban sentados afuera de su edificio. -El- dijo señalando al chico castaño de ojos marrones- digamos que es un chico malo como tú, hace tres años que está aquí, lo expulsaron de su escuela por incendiar el salón de ciencias, por dejar gravemente herido a un chico de primer año y porque lo encontraron teniendo sexo con una alumna de segundo año en el armario de la escuela- nada que me supere, por cierto. -No tiene aspecto de malo- dije mientras lo observaba. - ¡Hey tú! - mierda- ¿se te perdió algo? - ¡Sí dónde estaban los chicos lindos! - el muchacho se paró y vino hacia mí. Amber se había ido. - ¿Quién eres tú para enfrentarme, niñita? Aquí todos me temen- si claro -Aspen ¿no? Soy Natalie Thompson tu peor pesadilla - ¿Mi peor qué? - dijo atónito. -Si tienes problemas de sordera será mejor que te coloques unos audífonos porque me escuchaste y muy claro - ¡Chicos vengan! - llamó a los otros dos chicos, uno rubio y otro pelirrojo. - ¿Somos de la misma especie? - me preguntó el rubio con una media sonrisa. -Oh lo dices por el cabello- dije. -Esta niña no sabe con quién se está metiendo- Aspen se dirigió a sus amigos.  ¿Niña? Sonreí por quinta vez en el día- Aquí la única niña, que se esconde a través de sus amigos, eres tú- Aspen me miró echando chispas por los ojos mientras que sus dos amigos intentaban no reírse.