XIMENA
Dejo que Tyler vaya al baño a cepillarse los dientes primero. todavía no hemos alcanzado el nivel de familiaridad necesario para que pueda ver a otro ser humano escupir en el lavabo. Mientras tanto, voy al dormitorio para ponerme mi pijama de lana favorita.
Cuando salgo, Tyler está apoyado contra la pared fuera de la puerta del baño. Ladeo la cabeza con una sonrisa divertida que me detiene en seco.
–¿Qué? – pregunto, después de un minuto.
Sus ojos se arrugan en las comisuras. –Nada. Solo te ves linda–
¿Linda? Mis mejillas se ponen rosadas cuando la palabra me baja por el estómago. De repente me siento cohibida por tener pequeñas mariposas lavanda impresas por todo el cuerpo.
Por alguna razón, no esperaba que Tyler tuviera una opinión sobre mi pijama. O, si la tiene, que se burlara de mi por ello. No que dijera cosas dulces que me hicieran olvidar temporalmente como hablar.
–¿Dónde está tu pijama? – pregunto, ignorando la sensación burbujeante.
Su sonrisa se curva con picarda. –Bueno, normalmente duermo desnudo–
Claro que lo hace, ¿Por qué no me sorprende?
–Pues ya no lo harás– digo rápidamente, interrumpiéndolo.
–Encuentra unos pantalones de chándal o algo así– Mientras intercambiamos lugares, pasando por el pasillo, añado por encima del hombro: –¡Y que incluya una camiseta! –
La vista del abdomen esculpido de Tyler mientras todavía me estoy acostumbrando a la idea de compartir un apartamento con él, ¿y mucho menos una cama? De ninguna manera sobreviviré a eso.
Cuando casi termino de cepillarme los dientes, me llama desde el dormitorio. –Hey, copo de nieve– ya que vamos a pasar la noche juntos, ¿te interesaría hacer nuestra primera prueba de conducción? –
Mi corazón se me sube a la garganta. Se ralentiza un poco, pero solo un poco, cuando me doy cuenta de que está hablando de nuestra idea de besarnos. Dios mio, le doy un centímetro y empieza a pedir una milla. Sorprendentemente, sin embargo, no siento ni una pizca de reticencia a besar a Tyler. Solo curiosidad, una oleada de calidez, una punzada de excitación nerviosa. Pero, de nuevo, nuestro acuerdo se limita estrictamente a besuquearnos como un par de tímidos estudiantes de secundaria, algo que técnicamente ya hicimos hace siete años. Y no hay razón para reevaluar mi postura en contra del sexo casual; lo que he planeado está muy lejos de casa. La idea es a la vez un gran alivio y un poco decepcionante.
–Claro– le respondo finalmente, tratando de sonar diferente. Después de todo, fui yo quién propuso que lo intentáramos. Aunque asumí que sería un poco más adelante. Pero esta noche es un momento tan bueno como cualquier otro.
Por fin llega el momento de la verdad. Tragando saliva con fuerza, retiro las sábanas, me siento y me deslizo debajo. Las sábanas crujen cuando Tyler hace lo mismo al otro lado de la cama.
Puedo oírlo moverse y respirar. Estoy atenta a cada pequeño sonido, hiperconsciente de lo cerca que esta de mí.
Ha pasado tanto tiempo desde que dormí en la misma habitación con otra persona, y mucho menos en la misma cama. Y esto no se parece nada a compartir cama con mi hermana o con Emilia. Mi nuevo compañero de cama es un hombre. Un hombre muy guapo que ha dejado muy en claro que quiere follarme hasta volverme loca con su enorme polla. Solo dormiremos en la misma cama, no dormiremos juntos, pero aún así…Estoy compartiendo cama con Tyler hijo de puta Klein. Y estoy a unos treinta segundos de besarlo.
Una extraña y vibrante energía me invade: el nerviosismo y la excitación se mezclan hasta que no puedo distinguirlos. Siento una repentina y tímida necesidad de retirarme a mi lado de la cama y me regaño por ser ridícula. No somos niños inocentes, pero tampoco somos adolescentes, que se sonrojan y ríen totalmente ante la más mínima mención de sexo. Somos dos adultos maduros y liberados que ha decidido muy sensatamente…
Otro saludo vertiginoso, este claramente mas cálido. Me obligo a dejar de ser un manojo de nervios y me doy la vuelta.
Tyler se ha apoyado en el codo. Su leve sonrisa cae mientras me examina la cara. –Hey, ¿estás bien? – Tan ovio es mi nerviosismo.
–Eh, s-sí, estoy bien– respondo. Tal vez no es del todo cierto, pero tampoco es mentira. De verdad quiero intentarlo. Lo que significa que tengo que dar el paso ahora. –Vamos–
Tyler asiente y se acerca más. Extiende la mano para apartarme el pelo de la cara y me relajo un poco con su toque ligero, casi cosquilleante.
–¿Sigues conmigo? – pregunta.
Asiento.
–Porque no tenemos que hacer nada que no quieras–
–Lo sé–
Sus caricias son más suaves de lo que esperaba. Las yemas de sus dedos son tan ligeras en mi mejilla, mi cuello, metiendo mi cabello detrás de mi oreja. Es agradable…
Entonces, por fin, cambia su peso y se inclina. Ese primer roce es tan suave que apenas puedo sentirlo. Es más, como la pausa antes de que un beso que el beso en sí. Pero, aún así, acelera mi ritmo cardíaco.
–¿Estuvo bien? – murmura, su cálido aliento mentolado acariciando mi boca.
Levanto la barbilla y respondo a su pregunta con un casto beso. Roza mis labios con una risita. Deslizando un brazo debajo de mi cabeza como almohada, se acuesta frente a mí, cubriendo mi boca con el otro brazo alrededor de mi hombro y la parte superior de la espalda. Mantiene las manos en alto y la parte inferior de su cuerpo al menos a dos centímetros del mío. Un caballero por ahora, de todos modos…
Su boca comienza a moverse suavemente. Sin lengua, sin dientes, ni siquiera mucha presión; solo siente el dar y recibir de nuestros labios uno contra el otro. Mi nerviosismo se desvanece lentamente para ser reemplazarlo por un tipo de energía vibrante diferente, mucho más agradable.
Es obvio lo que está haciendo. Está tratando de tomar las cosas con calma y asegurarse de que estoy cómoda. Me alivia su cuidadosa consideración…pero también me avergüenza un poco que haya sido necesario en primer lugar. Es hora de subir un poco la apuesta.
Extiendo mi brazo alrededor de su cintura, sintiendo lo firmes que son sus musculosa, y abro mi boca para él. Con un sonido bajo y silencioso de aprobación, responde inmediatamente a mi invitación. La punta de su lengua roza mis labios. Le devuelvo el movimiento, decidida a igualar su audacia, y luego dejo escapar un pequeño jadeo cuando desliza su lengua sobre la mía. Es casi como si pudiera sentir este hábil toque mucho más abajo. Mis bragas se están humedeciendo, y este estúpido pijama de lana de repente me asfixia. Sus labios son tan carnosos, tan suaves, y su boca se mueve expertamente sobre la mía.
Sin que nadie se lo pida, mi cuerpo se acerca más…Sus hábiles besos, son mejores de lo que recuerdo. Y entonces lo siento. m*****o medio duro se frota contra mi muslo.
La idea de Tyler quién protagonizó todas mis espeluznantes fantasías adolescentes sin mi permiso, duro y listo para mí, ahora, aquí, en su atractiva carne, es casi demasiado. Una oleada de calor pulsa en mi vientre, y estoy a punto de mecer mis caderas contra el cuándo la realidad me golpea.
¿Qué demonios estoy haciendo? Este es Tyler Klein, quién se ha acostado con medio Manhattan, quién probablemente solo está haciendo esto para ganar nuestra apuesta y añadir otra muesca al poste de su cama. Me congelo al pensarlo, y él se aparta.
–¿Qué pasa? – pregunta confundido.
–Creo que es hora de parar por ahora– logro decir sin tropezar con mis palabras.
Frunce el ceño con evidente fastidio. –¿En serio? –
–Si, en serio. Buenas noches–
Me desenredo de su abrazo y me doy la vuelta. –Pero gracias. Fue divertido–
–¿Solo divertido? – su tono es de incredulidad.
–Rayos. Deja un billete de veinte en mi mesa de noche cuando te vayas–
–¿Me estás diciendo que estas familiarizado con este tipo de situaciones? –
–Oh, que te jodan–
Se da la vuelta y lo oigo levantarse y salir al pasillo.
Me obligo a cerrar los ojos y practico la respiración profunda para aclamarme. En serio. ¿Cómo nunca había notado que sofocante son estas pijamas?
Pero unos quince minutos después, empiezo a preguntarme adonde se ha ido. ¿cambió de opinión y se fue a dormir al sofá? Espero que no. Me sentiría culpable, incluso si fuera su propia decisión. Tal vez debería encontrarlo…
Suspirando, me levanto para comprobar la sala. Está vacía. Pero la puerta del baño está cerrada, con luz filtrándose por debajo. Me siento un poco estúpida por no haberlo adivinado en primer lugar. Al mismo tiempo, sin embargo, ha pasado un tiempo. ¿Se cayó o algo así?
Me acerco, levantando la mano para llamar a la puerta y luego me detengo, mis mejillas se sonrojan al oírlo. Un inconfundible gemido de placer.
Mis ojos se abren de par en par. No puedo creer lo idiota que soy. ¿Qué demonios pensé que haría un hombre después de provocarle una erección?
Debería irme. Ahora mismo. Debería volver a la cama y fingir que no escuché nada. Entonces… ¿Por qué no me muevo?
Un gruñido bajo y ronco proviene del interior del baño, y mi respiración se entrecorta. Sin querer, me inclino más cerca de la puerta.
Escucho con atención, puedo oír su respiración agitada. Es ruidoso…Me pregunto si ya se está acercando. Debe estarlo, si ha estado haciendo esto durante casi quince segundos. A menos que tenga una gran resistencia.
Otro gemido, este más fuerte y tembloroso. Es muy fácil imaginar la escena al otro lado de la puerta del baño. No puedo detener las imágenes mentales… Tyler con los pantalones de chandal y la camisa remangada para revelar sus abdominales tensos y un oscuro rastro de vello. Su pecho subiendo y bajando, sus piernas temblando. Sus ojos oscuros y entrecerrados o cerrados por la concentración. Sonrojado y sudoroso, con la cabeza echada hacia atrás, mordiéndose los labios carnosos para guardar silencio o esperándolos para respirar. Y su enorme y dura polla, aún más impresionante que cuando la vi en el bar hace unos días. Debe ser tan larga y gruesa ahora mismo, curvándose orgullosamente, hinchada y venosa, la cabeza morada y mojada, tensando su puño apretando mientras se sacude rápido y bruscamente. Mis bragas se inundan de humedad.
Ahora jadea áspera y fuerte, cada respiración bordeada con un gemido que casi suena como palabras a medio tomar. ¿Qué está diciendo? ¿En qué está pensando? Me muevo, frotando mis muslos ligeramente.
–Ximena…– gime.
Se me cae la mandíbula. Mi coño se aprieta con fuerza por el vacío, empapado ahora. Tyler llamándome así, tan desgarrado, tan desesperado, es lo más caliente que he oído en mi vida.
Sus ruidos de placer aumentan hasta un crescendo, luego disminuye. Finalmente, se queda en silencio. Mi boca es hueso seco y puedo sentir mi corazón latiendo con fuerza en mi garganta.
Entonces me doy cuenta de que probablemente saldrá del baño pronto. Y si me pilla escuchando en la puerta como una especie de mirón, nunca dejaré de oírlo.
Me apresuro a regresar por el corto pasillo, salto a la cama y me tapo con las sábanas justo cuando se abre la puerta del baño. Cierro los ojos de golpe. Los pasos de Tyler se acercan, rápidos y silenciosos. El colchón se hunde con un pequeño crujido cuando se mete en la cama.
Tumbada sin fuerzas, intento mantener mi respiración lo más lenta y constante posible. Lo cual no es fácil cuando estoy inundada de lujuria y adrenalina. Pero si Tyler se da cuenta. Estoy fingiendo dormir, el no actúa como si lo estuviera.
Me quedo allí tumbada sintiéndome como una completa idiota, con el corazón todavía latiendo con fuerza, mi cuerpo preparado y listo, mientras Tyler se duerme plácidamente.
❋❋❋
A la mañana siguiente, mi alarma me despierta en una cama vacía. Extraño… No habría pensado que Tyler fuera madrugador.
Al final del pasillo, puedo oír distantemente el ruido metálico, y unas cuantas inhalaciones confirman el olor a café recién hecho. Tyler debe estar cocinando. Ni siquiera bebe café; lo ha preparado solo para mí. Mi estómago aprueba esa idea. También es tranquilizador; espero poder tomarlo como una señal de que no está demasiado disgustado porque corte las cosas anoche.
Me levanto de la cama para cepillarme los dientes rápidamente, ducharme y vestirme, sin querer perderme un desayuno caliente.
Cuando entro en la cocina, Tyler está de pie junto a la estufa como pensaba. Pero no predije que estaría sin camisa y todavía húmedo por la ducha, con su cabello oscuro despeinado, sus músculos tonificados ondulados sutilmente bajo la piel bronceada. No puedo evitar quedarme boquiabierta un poco. Presumido…el idiota sabe exactamente lo bien que se ve.
Me devuelve la mirada con una sonrisa, interrumpiendo mi ensoñación cachonda.
–¿Dormiste bien? –
–Si, como un tronco– respondo de la manera más casual posible. Justo después de que permanecí despierta durante una hora entera, más mojada que el maldito río Hudson.
Tal vez podría haber seguido el ejemplo de Tyler y haber encontrado mi propio alivio, pero en ese momento, estaba demasiado paranoica de que se despertara y me atrapara. Y entonces tendría que soportar su fanfarronería quién sabe cuánto tiempo. La eternidad, probablemente.
La tetera silba, lo que me ahorra tener que decir nada más que –Yo traeré eso–
–Gracias– Tyler habla por encima del hombro mientras se concentra en la sartén llena de huevos que silban, y mi estómago ruge; nuestra comida parece estar casi lista. –Ya puse las hojas en la tetera–
Vierto el agua caliente en nuestra nueva tetera, preparo una taza de café para mí y llevo todo a la mesa. Tyler sirve dos platos, cada uno con la mitad de una tortilla perfecta de espinacas y champiñones.
Comemos junto a los ventanales del comedor, disfrutando de la luz del sol de la mañana y de la vista de Manhattan que se extiende bajo nosotros. Nuestra conversación es sorprendentemente agradable: hablamos de trabajo, intercambiando ideas para nuestro nuevo plan de negocios. Empiezo a relajarme. Tal vez ser compañeros de piso funcione bien después de todo. Solo nos hemos quedado una noche, pero este lugar ya empieza a sentirse como un hogar.
Termino mi último bocado de huevos con un suspiro de satisfacción. Un desayuno recién hecho y caliente es sin duda una buena manera de empezar la mañana. Mi rutina habitual consiste en coger un bagel o un muffin mientras salgo corriendo por la puerta. Si Tyler intenta adularme, está funcionando. Una chica podría acostumbrarse a esto…
Desafortunadamente, ya hemos perdido el tiempo suficiente. Tenemos que ir pronto a la oficina. Guardo mi plato y mi taza en el lavavajillas y empiezo a dirigirme al baño para maquillarme.
Pero cuando me doy la vuelta, Tyler me agarra por los hombros y me hace girar de nuevo. Sus fuertes brazos me envuelven con fuerza. antes de que pueda pensar, aprieta nuestros labios.
Jadeo. No se parece en nada al beso de anoche. Fue sabe y dulce, el toque más ligero posible, como intentar no asustar a un animal asustadizo. Este es un tipo diferente de domesticación: duro áspero, fogoso. Se me han quitado los guantes de seda. Tyler me ha atrapado, me ha reclamado, la excitación me recorre el cuerpo como el calor de una marca.
Pillada con la guardia baja no puedo contener un gemido. Me sorprende descubrir que mis músculos se estan volviendo gelatinosos. Me aferro al solo para mantenerme de pie.
Todo sobre Tyler se derrama en mis sentidos. Absorbo su calor corporal, el roce de su barba alrededor de mis labios, los aromas masculinos del jabón de pino y la loción para después del afeitado picante.
Devora mi boca y me deja mareada, jadeando en busca de aire. Sus dientes mordisquean y raspan mis labios. Su lengua lame profundamente, deslizándose sobre la mía, un tentador anticipo de como ese musculo caliente y ágil podría moverse sobre mi clítoris. Una vivida promesa del placer que puedo tener…si…tan solo.
Recuerdo como gimió mi nombre en el baño anoche. El recuerdo de esos ruidos oscuros y necesitados me invade otra oleada de calor. Tal vez no soy solo otra conquista para él; tal vez es igual de impotente a su manera.
De repente, no puedo entender por qué dudo. Tengo a un hombre ardiente y dispuesto que prácticamente ruega por volarme al cabeza. ¿Qué sentido tiene negarme un buen rato? Me arqueo, apretando nuestras caderas juntas, y siento un destello doble de hambre y triunfo ante la larga y gruesa dureza que se clava en mi vientre. Entonces, Tyler retrocede. Todo el contacto que anhelo, el cuerpo cálido y musculoso y la boca caliente y húmeda, desaparece de repente. Me toma un momento registrar lo que pasó.
Todavía aturdida por la lujuria, parpadeo hacia él. –Que…? –
–Es hora de irnos. Vamos a llegar tarde al trabajo–
–¿Al trabajo? – la palabra sale como un gemido decepcionado.
Sonríe como si acabara de ganar el Super Bowl. –Tu eres quién puso nuestros limites en primera base. Aunque, si quieres más, creo que la oficina podría sobrevivir otra hora sin nosotros. Pero tendrás que pedirlo amablemente–
A medida que la niebla de la excitación se disipa en mi mente, me doy cuenta de que está pasando aquí. Oh, hijo de puta…
Tyler estuvo jugando conmigo todo este tiempo. Su plan desde el principio era provocarme hasta que me desesperara lo suficiente como para aflojar las restricciones de nuestro acuerdo. Está tratando de tentarme para que admita que quiero ser más que solo amigos. Cree que puede demostrar que tiene razón y también acostarse con alguien: dos pájaros de un tiro.
Bueno, que se olvide de ello. Ximena Jonhson no ruega. Nunca.
Estoy casi más enojada conmigo misma que con él. ¿En qué demonios estaba pensando? No mucho, eso es seguro. Mi libido me arrancó por completo del asiento del conductor. Nunca antes me había sentido tan fuerte de control. Y si tengo algo que decir de esto, esta primera vez también será la última.
Maldita sea, todavía me hormiguean los labios por su beso. Mi cara arde de vergüenza y los últimos rastros de excitación.
Tratando de recomponerme, le lanzo a Tyler la mirada más sucia que puedo. –Eres el diablo–
–Estoy bastante seguro de que eso te convierte en la reina del infierno, entonces– Hace una pausa. –En realidad, tal vez no sea tan inexacto…–
–Felicidades, sabelotodo, puedes terminar de lavar los platos mientras yo me maquillo– Me doy la vuelta y me alejo al baño.
–Como desees– me grita por el pasillo detrás de mí.
Aprieto la mandíbula, intentando reprimir mi irritación y mi persistente excitación. Solo conozco una manera segura de callarlo. Desafortunadamente, como acabo de descubrir, solo volvería a aprovecharse de un beso.
No puedo olvidar la jactancia de Tyler sobre como estaría rogando para el cuarto día. Al principio, pensé que no había manera de que cediera tan fácilmente. Pero ahora, solo un día después, no estoy tan segura de eso.
¡Argh!