Zombie mañanero y mi hermano Matt.

2216 Palabras
Con un bostezo perezoso, abro mis ojos observando el techo y no me muevo ni un milímetro. Estoy allí, en la cama, sintiéndome como un zombi. O al menos eso desearía. La verdad es que me siento más como un oso en plena hibernación, resistiéndome a enfrentar el mundo exterior. También quisiera poder decir que me estiro como un gato y digo una estúpida frase motivacional para arrancar el día llena de energía (tal como mi prima Luce hace), pero, vamos, no lo haré. En su lugar, me estiro con desgano y con un gruñido de pereza estiro mi mano izquierda, desconecto mi móvil de su soporte para cargar la batería y abro mis r************* , sumergiéndome en el mundo digital en busca de algún estímulo para comenzar este día que se presenta tan aburrido y monótono. Pasando mis dedos por la interminable cascada de notificaciones, me sumerjo en el mar digital de likes, comentarios y mensajes. Sí, queridos, puedo decir que tengo cierta popularidad en mi pequeño mundo virtual. Sin embargo, mi inmersión en este océano de interacciones virtuales se ve interrumpida cuando la puerta de mi habitación se abre de repente. Instintivamente, guardo el teléfono contra mi pecho y espero en silencio, expectante ante lo que sea que vayan a decirme. Pero extrañamente, no se escuchan pisadas ni voces. Un silencio absoluto invade el ambiente y mi curiosidad me impulsa a alzar la cabeza para observar la puerta que se encuentra a pocos metros de distancia. — Genial, pensé que habías muerto o algo así… — Oh, genial. Pensé que te habías convertido en un fantasma o algo así —retruco sarcástico. —¿qué quieres ahora Matt? — Despertarte, a eso me han enviado y cumplí mi cometido así que… si te duermes es tu problema. Yo iré y le diré a nuestra madre que he cumplido con mi legado. Tal y como me lo han ordenado… — ¿no puedes ser un hermano un poco más cariñoso? Matt levanta una ceja y me lanza una mirada de complicidad, como si compartiéramos un secreto entre nosotros. Sus ojos brillan con travesura y puedo ver que está a punto de soltar alguna de sus típicas bromas. Es como si tuviéramos nuestro propio código secreto de comunicación, como si fuéramos dos cómplices en una misión secreta para hacer de este mundo un lugar más divertido. Y justo cuando estaba a punto de abrir la boca sucia esa que tiene, sé exactamente qué va a decir. Siempre terminamos riendo juntos por sus ocurrencias inesperadas, y esta vez no será la excepción. No puedo evitar anticipar esa explosión de risa que viene después de sus bromas, esas risas que nos unen y hacen que nuestros lazos de hermandad sean más fuertes. — Oh Franchu, ¿Cómo el primo Francisco? ¿O como su hermano Alexis? —musita con una sonrisa macabra. En ese momento, las imágenes de cómo se comportan esos dos con sus hermanas vienen a mi como cuando estás en tu muro, la página se actualiza y ves correr todo hacia el inicio. Ese error que te hace querer arrancarte un poco los cabellos y te inunda de terror porque justo estabas viendo un video y no tendrás manera alguna de volver a encontrarlo cuando se actualice la página, bueno. Algo similar. Francisco es prácticamente un psicópata que no las deja respirar. Siempre está vigilando cada movimiento de mis primas, como un lobo acechando a sus presas. Es tan protector que parece creer que nadie es lo suficientemente bueno para ellas. Cada vez que intentan salir con amigos o conocer a alguien, él aparece como una sombra amenazadora, listo para arruinar cualquier posibilidad de felicidad. Es como si quisiera tenerlas bajo su control todo el tiempo, como si no pudieran tomar decisiones por sí mismas. Entendemos sus buenas intenciones y luego del secuestro de Luce (por el cual se culpa) lo entendemos. Pero no deja de comportarse como un loco. Por otro lado, está Alexis, el hermano menor de Luce, el mellizo de Abby. Es solo dos años mayor que yo; un chico sensible y cariñoso, pero también muy sobreprotector. Cada vez que Luce tiene un nuevo pretendiente, él llora a mares, se muestra triste y melancólico. Aunque en el fondo sabe que es su manera de mostrar amor y preocupación, a veces puede ser un poco agobiante para ella. En comparación con mis primos, Matt, mi hermano mayor, es un caso único. Tiene ese equilibrio perfecto entre ser protector y permitirme ser yo misma. Aunque a veces me saca de quicio con sus bromas y comentarios sarcásticos, sé que su intención es cuidarme y hacerme reír. Es el tipo de hermano con el que puedo compartir secretos y confidencias, sabiendo que siempre me apoyará y estará allí para mí. Y aunque a veces pueda ser un poco desordenado y molesto, no cambiaría nada de él. Después de todo, ¿qué sería la vida sin nuestras peculiares y complicadas familias — Mejor déjalo así, gracias por ser el mejor hermano mayor del mundo entero…—. Sonrío mostrando mis dientes de una manera exagerada y admitiendo lo que él quería escuchar. Él solo alza su ceja y se da la vuelta. — ¡PERO CIERRA LA PUERTA! — grito cuando se marcha y la deja un poco abierta. —maldita sea…— — Oh… lo siento, “linda”—. Regresa a tiempo para escuchar mi pequeño insulto por lo bajo, toma el picaporte y la empuja abierta de par en par. La puerta golpea la pared antes de detenerse y solo abro la boca con incredulidad cuando lo veo marcharse cantando baby shark. Pero no solo canta la canción, la grita a todo pulmón. Lleno de sentimiento. Algo así como yo cantaría una canción de Adele. Lo cual no hace mucho por mi enojo. Solo puedo reírme a carcajadas. Finalmente me siento en la cama, enrosco mis rodillas y reposo mi mentón en ellas. Pienso por unos minutos si levantarme a cerrar la puerta, lo cual no es muy apetecible. O acostarme otra vez, pero ya se me va a hacer tarde para la escuela. Y, cuando estaba a punto de destaparme, mi salvación llega; en el momento exacto debo agregar… — Oye, anciano. Pst pst…—chisto a mi joven y musculoso padre. Y sí, de esta forma lo trato. No me juzguen. Es el mejor padre del mundo, es gracioso, cariñoso y está muy MUY enamorado de mamá. Lo que, hoy en día se agradece. No muchos duran tantos años demostrándose amor como ellos. Pero hay algo que odia, y yo amo hacer: llamarlo “anciano” Porque odia que lo consideren viejo y es que le lleva “muchos” años a mi mamá Carolyn. Si no me equivoco son unos cuatro o cinco; lo cual para mi es una nimiedad. De hecho, ni siquiera se les nota. Pero deberían haber visto cómo se puso cuando insinué que en pocos años tendría barriguita cervecera. — Buenos días, adorada hija de este anciano Alex… — Sabes que te amo, ¿cierto? — ¿qué quieres ahora? — ¿Podrías cerrarme la puerta, por favor? —pregunto con una voz aguda infantilizada. Él solo niega con la cabeza, cierra la puerta y se marcha por donde vino. O hacia la cocina, no lo sé. Tomo toda mi fuerza de voluntad, suspiro fuertemente y de un salto me pongo de pie. Con toda la tranquilidad del mundo, así como si el tiempo se hubiera detenido solo para mi, busco mi uniforme de medias debajo de la rodilla. Y me pongo los zapatos. Seguida de mi camisa blanca manga corta, y la pollera escocesa azul celeste con la corbata a juego. Sujeto mi cabello en una cola de caballo alta, tomo mi mochila y arrastro mis pies por el pasillo. Hoy es otro día más en mi vida. Me pasé el fin de semana encerrada en mi habitación durmiendo y pensando sobre la noche del viernes. En serio creí que había una conexión entre ambos. Al menos un poco de interés. Pero la manera en que todo terminó fue muy abrupta. Repasé en mi cabeza la conversación una y otra vez y lo único en lo que pude pensar fue en una cosa; mi edad. Estoy segura de que su mirada cambió cuando hablé de la universidad a futuro y mis amigos y la escuela. No lo había notado porque para mí unos cuantos años de diferencia no significan nada. De hecho, me gustan mayores. Como muuuuy mayores. Tal vez por eso, en el momento, lo pasé por alto; pero si Jonah ya es policía y se interesó en mi prima Luce que está más cerca de los treinta que de los veinte, debe ser bastante mayor. ¿cuántos años será que tiene? Le calculé unos veinticuatro añotes pero no creo que solo tenga veinticuatro. Más aún si es policía su radar moral debe estar bien ajustado. No creo que vaya a mirarme considerando que aún no cumplo dieciocho. Me faltan solo un par de meses, pero para un policía será distinto, ¿no es así? ¿Debería intentar acercarme a él y tentarlo con todo lo que tengo? Tal vez, si me esfuerzo lo suficiente, llegue a quererme a pesar de la diferencia de edad. Podría poner mi empeño en volverme irresistible. No es que vaya a lograrlo, pero… podría intentarlo. Quizás, si lo tiento lo suficiente, se interesará en mi lo suficiente. Siento las ruedas girar en mi cabeza. Me siento en la barra a desayunar y como mis cereales en silencio mientras imagino varias escenas que podría intentar. Definitivamente es factible. Según un estudio realizado por el Pew Research Center que está por acá en algún estado que no conozco, las relaciones con una diferencia de edad de cinco años o más son relativamente comunes (siempre y cuando cumpla la mayoría de edad no debería haber problema) Y si no mal recuerdo; en el informe, se encontró que aproximadamente el dieciséis por ciento de las parejas casadas tenían una diferencia de edad de cinco años o más, mientras que alrededor del diez por ciento de las parejas no casadas también tenían una diferencia de edad similar. Este fin de semana también encontré otro estudio realizado por la revista Evolutionary Behavioral Sciences donde se encontró que las relaciones con una diferencia de edad mayor tienden a ser más comunes en ciertas culturas y sociedades y: Estamos en América. Por ejemplo, en algunas culturas, se acepta más ampliamente que los hombres mayores tengan parejas más jóvenes. De hecho, me sorprendí al leer cosas realmente escalofriantes que no sabía que podían suceder, pero comparado con esos casos; el mío no está tan mal. ¡O sea, mira, las relaciones con diferencias de edad pueden ser un poco complicadas! Especialmente porque cada uno está en una etapa distinta de la vida; es algo muy obvio en mi caso, quiero decir, todavía estoy en la escuela y él ya es un profesional. Tenemos intereses y expectativas diferentes. Pero no debería preocuparme demasiado, eso no significa que no pueda hacerlo funcionar ¿cierto? Lo más importante es que haya buena onda, que nos entendamos y respetemos mutuamente. O sea, mis padres estuvieron en una situación similar. Así que no debería preocuparme demasiado por los números, lo importante es que nos entendamos y, obvio, que exista amor. ¡El amor es algo complicado, pero también hermoso! Mi mente fluye mientras mastico automáticamente mi desayuno y siento la mano en mi espalda jalándome delicadamente el cabello. — ¿Se puede saber cuál es tu problema? —espeto a mi hermano y le cacheteo la mano para alejarlo. — ¿Se puede saber qué mierda te pasa que estás tan perdida en la nebulosa? —refuta. —Estabas ahí sentada como idiota haciendo caras de estúpidas. — ¿se puede saber por qué mierda contestas a mi pregunta con otra pregunta? — ¿Se puede saber por qué eres tan malditamente odiosa? No recuerdo haberte criado de esta manera— sonríe. Siento mi mandíbula abrirse y quedo, literalmente boquiabierta. Los sonidos de indignación salen de mis labios y lo observo perpleja. ¡No puedo creerlo! — ¡Eres realmente increíble! — Gracias, linda—. Se voltea y se marcha y yo quedo ahí. Estupefacta. ¿Por qué nunca puedo retrucar lo que dice? ¿Será porque es mi hermano mayor? No lo entiendo… — Es porque lo aprendiste de él, cariño…—. Volteo a ver a mamá que está devorando una tostada con huevo encima y no lo entiendo. — ¿qué cosa? — ¿Cómo planeas “responderle” si todas esas palabras y todo ese ingenio lo aprendiste de él? — No… espera. ¿leíste mi mente? — Pues sí. Te parí. Saliste por este pequeño hoyito… — No puede ser…—susurro completamente derrotada ignorando lo que acaba de decir sobre su parto vaginal. —Pensé que era ingeniosa, ¿no lo soy? — Lo eres, pero no puedes ganarle a tu hermano. Él te enseñó a mostrar el dedo de en medio y a decir “mierda”. — Mierda… — Cuida tu lenguaje…—reprocha y junto mis labios. Nunca podría ganarle…
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