Prólogo
La inmigración en Venezuela era muy normal. Lo había vivido en carne propia desde que tenía uso de razón.
Había tanta variedad de personas y extranjeros que al final del día, rogaban ser venezolanos.
Los principales viajeros eran árabes, asiáticos y chinos. Era muy común verles establecerse aquí y formar su familia.
Mi mejor amiga era Sheyla, una venezolana de descendencia Asiática. Amaba su familia y su familia me amaba a mi.
Pero el paso me llevó a tener un amor platónico, Hassam, un árabe de religión musulmana que se volvía totalmente imposible para mí.
Estudiaba y trabajaba, formaba parte de la gran empresa de su padre. Una de las mejores empresas de la ciudad y repartida a nivel mundial.
Tenía tanto dinero que probablemente no sabía. Era reservado en cuanto a amistades, mujeriego nato y encantador con palabras.
Siempre lograba tener lo que quería y los rumores decían que tenía fetiches algo arriesgados.
Pero era una tonta chica más de pueblo, una chica que religiosamente iba contra sus creencias. Una chica que era contraria a su educación y una chica que jamás entendería su mundo.
No contaba con que, no iba a necesitar entender su mundo, mucho menos pertenecer, porque sería él mismo quien rechazaría rotundamente sus creencias y descendencia solo por amor.
Solo por mi, una venezolana de un pueblo chico.