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Enséñame tu juego

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Descripción

Lo mío es el fútbol... el del balón blanco y n***o.

Después de todo, ser la hija de uno de los más legendarios jugadores de Colombia y tener tres hermanos, sí tres, que también están en camino a ser excelentes figuras del balompié. Me hace amar ese deporte. La adrenalina de ver esas complejas pero asombrosas jugadas, el ruido de la hinchada, la ansiedad del gol, el grito, el balón rompiendo la malla... es impresionante.

No entiendo entonces, por qué él dice que es el juego más tonto del mundo. Ha de tener aire en su cabeza.

Soy bueno, lo sé. Uno de los mejores en este deporte... Fútbol Americano.

Algo tendría que salir bien para mí. Espero que esto, lo que más amo en el mundo me lleve lejos. Lo haré, seré el único mejor.

No hay nada más hermoso que esa pelota de cuero rojo en mis manos, poder calcular el lanzamiento, ver como vuela por los aires mientras la tribuna contiene el aliento, embestir al idiota que se atreve a interponerse en mi camino a la zona de anotación... es increíble.

No entiendo porque ella dice que es un juego de bestias, ¿Perseguir un balón por todo el campo? por favor. Eso no es un verdadero deporte. Tal vez ella ha recibido demasiados golpes en su cabeza o no conoce un verdadero juego de hombres.

Primer libro de la trilogía "Amor en Juego".

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Capítulo 1
Natalia Contemplo con odio el maldito nombre que se exhibe orgulloso frente a mí. Quisiera arrancarlo, arrojarlo al suelo y pisar sobre el mismo, para luego escupirlo y reírme a carcajadas. Hace unos meses, yo estaba feliz, dichosa, encantada, en mi antigua escuela, con mis viejos amigos, en mi tierra. Tenía todo lo que un adolescente; de dieciocho años, puede tener para ser feliz en su vida y creer que nada malo puede pasarle. Mis mejores amigas, Lorena y Marcela, se quedaron atrás, llorando y lamentando el hecho de que no volverían a verme, sino hasta las vacaciones. Mi novio, Diego, prometió esperarme; cosa que dudo, ya que el chico aprendió a jugar con las partes nobles de una mujer y se ha vuelto un obseso con ello. Pero creo que los extrañaré, a todos y todo. El clima de mi ciudad, el ambiente, las fiestas, el parque de las banderas, el cholado, las empanadas y la lulada; los domingos de pesca y subida al cerro. Los sábados de rumba en la sexta o en Juanchito, y ni que decir de Menga. Mi abuela, Aura, creo que es quien más falta me hará. Esa mujer es mi vida, la que me consiente y apapacha. Lloramos horas antes de la despedida. Y aunque le dije que viniera conmigo, se negó a dejar su casita y su tierrita. Suspiro, vuelvo a fulminar el nombre de la que será mi nueva escuela, por este último año. Sí, soy la chica nueva y transferida para el último año. Y todo porque a mi madre se le ocurrió la estupenda idea, de que era hora de vivir en un mejor país, como si el nuestro no lo fuera, y tener mejores oportunidades. Mi madre está tonta a veces, solo a veces. -¿Estás meditando sobre el clima? -pregunta una chica a mi lado. Dirijo mi mirada hacia ella, es bonita, pequeña pero linda. Tiene unos enormes lentes en su bonita nariz. Sonríe y correspondo a su sonrisa, sus ojos son oscuros y amables tras esas cortinas, su cabello rubio oscuro rizado y alborotado al viento me golpea en la cara, debido a la brisa. -No. Solo intento incinerar el edificio, con mi súper poder. -respondo. -Soy Avery -dice y extiende su mano. Sus uñas están pintadas de diversos colores fluorescentes. Contrastando con su impecable y recatado uniforme. -Natalia. -Estrecho su mano. -No pareces muy contenta. Ser nueva es una mierda, pero míralo por el lado positivo. -¿Hay un lado positivo? -pregunto. Ambas nos observamos por unos segundos antes de resoplar y reír. -Tienes razón, apesta -Asiento, estando de acuerdo-. Pero... -dice y la observo con una ceja levantada-, por lo menos ya tienes algo a tu favor -Se señala a sí misma y hace una reverencia-. La chica más cool y original de los más de mil estudiantes, es tu amiga ahora. Mi sonrisa se amplía ante la declaración de Avery. Al menos ya tengo una amiga en mi primer día de escuela. Nuestro vecindario es bonito, las casas son enormes y se dice, vivimos en un sector privilegiado; pero desde el jueves que nos mudamos, no he tenido tiempo para socializar con los chicos de mi alrededor. -Ya que lo pones de esa manera, debo estar saltando en un pie. ¿La chica más cool? Eso es un gran título. -Y original, no lo olvides -Sonreímos- Ven. La escuela no muerde y ya vamos tarde. -Justo entonces la primera campana suena-. ¿Tienes tu horario? Asiento y le extiendo el papel. Ella lo contempla con interés, sonríe y eso me apacigua un poco más. La chica de verdad que es buena, solo cinco minutos con ella y mi ira junto a la ansiedad y el temor han disminuido. Desde que supe que nos mudaríamos a los "yunai estees" como dice mi abuela Aurita. Estuve viendo todas las películas de adolescentes para tener una base y enfrentarme a la escuela aquí. En Colombia es totalmente diferente. Pase de tener que estudiar de siete de la mañana a doce del mediodía a entrar a las ocho y salir cerca de las tres de la tarde. Además debo matricular no sé cuántas clases y cambiar de salón para ir a buscarlas ¿Qué? en mi colegio en Cali, el profesor era quien cambiaba ¿Mover a una sola persona o a treinta niños? Ya saben que escogimos en mi tierra. Incluso mi asiento tenía mi bello nombre escrito en él, con marcador de color rosa, por supuesto. Lo bueno es que en esta escuela también usan uniformes. Gracias al cielo no tengo que pensar en qué debo ponerme y como combinarlo todo, rezando a los dioses, que nadie más tenga prenda alguna parecida a la tuya. Es más fácil solo levantarte y ponerte exactamente lo que todos llevarán también. Además el uniforme es decente, saco azul oscuro, camisa blanca con una tonta corbata amarilla y azul, la falda es azul oscura también, se supone debe ir al nivel de la rodilla... se supone. Observo a una chica, su falda del uniforme es tan corta que parece cinturón, saltar a los brazos de un chico más alto que ella. Él sonríe, la besa en la frente y luego la levanta del suelo... todos sabemos ya, que usa bragas de seda. Ruedo mis ojos y dejo que Avery me empuje dentro. Dos chicas pasan corriendo a nuestros lados y nos empujan, resoplo y Avery niega con la cabeza. Acomodo mi mochila y gruño cuando veo que uno de los llaveros ha caído al suelo. -Jodidas taradas. -Bienvenida a la Escuela preparatoria Jerusalén -Aplaude, atrayendo la atención de algunos estudiantes. Niego con la cabeza mordiendo una sonrisa. Lo olvidaba. Se supone también, que mi nueva escuela es católica, apostólica, romana. Lo que sea. -Gracias. Ahora, dime a donde debo ir. -Bueno, creo que de verdad estas de suerte. -Regresa su atención a mi horario de clases y camina en dirección a las escaleras-. Tienes casi todas tus clases conmigo, excepto química e inglés. En esas estarás por tu cuenta. -Bien, eso y que aquí la mayoría hable español, es un valor agregado a toda esta odisea. -De dónde vienes. Tienes un cierto acento en tu forma de hablar. Puertoriqueña no eres. -Soy de Cali. -¿California? -pregunta confundida. Llegamos al segundo piso y sube, cruza a la derecha. Filas y filas de casilleros nos saludan. -No tonta. De Cali, Colombia. -Oh -grita. Se detiene y hace un bailecito gracioso. Su falda se balancea y, aunque no es tan corta como la de la chica anterior, si corremos el riesgo de enseñar los dulces-. El novio de mi madre es colombiano. Es un amor de hombre, pero tiene un acento diferente. -En Colombia tenemos muchos acentos. -La sigo, ya que ha empezado a caminar de nuevo. -Creo que es este -dice. Señala un casillero, escribe la combinación y se abre-. Sí, es este. Guarda lo que no necesites aquí e iremos a clase. Tenemos biología y la señorita Lee no es muy tolerante con las llegadas tarde, pero ya que eres nueva y no ha sonado... -La campanilla vuelve a aturdirme. Avery rueda los ojos-. Vale, la campana está sonando ahora, y solo nos encontramos a unos sesenta metros de distancia -Mira a su alrededor, al mar de estudiantes corriendo de aquí para allá-. Es hora de correr. -¿Qué? -pregunto aturdida, cuando una mata de cabello rizado corre delante de mí. -¡Vamos nueva! Siéntete libre de correr como el viento. -grita. Me toma unos cuantos segundos tirar los libros en el casillero, cerrarlo con todas mis fuerzas y correr tras la loca primera amiga que he hecho. La alcanzo al cruzar hacia la izquierda. Se detiene abruptamente en una puerta con las siglas A213, sin embargo, tal vez debido a los nuevos zapatos, no alcanzo a frenar a tiempo, y termino estrellándome contra un casillero abierto. La exclamación de un chico me dice que lo he sorprendido o lastimado. Alguna de las dos. -Lo siento -farfullo. Avery trata de recobrar el aliento, avergonzada me vuelvo hacia el chico. Lo primero que noto es lo alto, lo demasiado alto que es y luego lo indescriptiblemente sexy que luce. -Mira por dónde vas. Enana. -gruñe. Su rostro se encuentra contorsionado por la furia que se escurre de él. Mis mejillas se colorean inmediatamente por la ira, ¿Cómo se atreve a decirme así? Algunas chicas y otros chicos están aún fuera y se detienen para presenciar el espectáculo. -Dije que lo siento -bramo. Mis puños se cierran cuando el idiota se cruza de brazos y me fulmina con sus increíbles ojos grises. Avery se mueve incomoda a mi lado. Aunque permanece callada, se queda de pie, al lado del cañón, conmigo. -No es suficiente. -señala su frente. Un tremendo golpe se dibuja en ella. -Es lo único que puedo darte -digo. Pongo mis manos en jarra. Los ojos de "el idiota" examinan entonces mi cuerpo. Bajando a mi pecho y luego a mis piernas. Regresa a mi rostro y sonríe. Estupidejo Gracias mamá, por pedir una talla más pequeña de mi uniforme. Ahora parezco una porrista a la cual se le encogió el uniforme. -Yo podría pensar en algo que puedes darme, para compensar este mal paso que has dado. -Tiene una linda sonrisa. ¿Y adivinen qué? un lindo y sexy hoyuelo en su mejilla izquierda. Muerde su labio cuando me escucha jadear de indignación Estúpido hoyuelo. -Creo que también he pensado en algo que puedo darte -digo. Saco mi mano y le enseño el dedo medio-. Podrías jugar y compensarte con éste amiguito en tu trasero. Los chicos ríen y las chicas jadean. Avery se ríe y me empuja dentro del salón. -Vamos chica lista. El chico enojado, sexy, sonriente e idiota; solo se queda observándome con un deje de diversión en sus ojos y su sonrisa con hoyuelo. -Buen día, señorita Lee -La voz de mi amiga me interrumpe en mi escrutinio del chico. Vuelvo mis ojos hacia la maestra ceñuda y sonrío. -Buen día. -Tomen asiento por favor. Empezaremos la clase -brama en tono irritado. Algunos alumnos más entran y se ubican en sus puestos. Avery no me suelta hasta que llegamos a una fila. Toma uno de los puestos y se deja caer con cero gracia. Yo me siento tras ella. Se vuelve hacia mí y susurra. -Nunca la mires a los ojos o permanezcas de espaldas mucho tiempo. Te hará sufrir si lo haces. -Estoy a punto de abrir mi boca para responder, pero el chico hoyuelo pasa de mí y se sienta a mi espalda. Avery lo mira con perspicacia y sonríe hacia mí-. No lo olvides. -No. -digo. Saco mi cuaderno y mi lápiz para escribir. Intento ignorar la sensación de unos intensos ojos que miran hacia mí. Dos chicos se sientan a cada lado de el chico hoyuelo y se dan la mano. Otro que asiente y golpeo el hombro de El idiota se ubica a mi lado. La profesora inicia llamando a lista y ruedo los ojos cuando suspira dramáticamente al llamar a mi nombre. -Aquí -respondo. Escucho mi nombre siendo susurrado detrás. No volteo. Me concentro en obedecer al pie de la letra el consejo de Avery. Al parecer chico hoyuelo no desea ser ignorado, siento como se inclina y sus dedos toman las puntas de mi cabello y juega un poco con él. -¿Qué carajos haces? -susurro. -Sabes que estoy haciendo. ¿Para qué lo preguntas? -dice. Ruedo los ojos. -¿Por qué lo haces entonces? -Cambio mi pregunta. -Porque quiero. -Aunque no lo veo, lo siento encogerse de hombros. Avery suelta unas risitas. Lo sé ya que su espalda se sacude. Los chicos que escoltan al tonto también comparten una estúpida sonrisa. -Deja de tocarme -gruño. Algunas personas a nuestro alrededor se nos observan con disimulo. -No. -Que pendejo eres... niño -digo. No tengo idea como se llama. -Jeremy Tucker. -llama la maestra. -Aquí -responde el chico hoyuelos y dedos largos. Siento su calor corporal aproximarse más hacia mí y luego su aliento me acaricia el oído-. Ahí tienes mi nombre, cariño. Y eso de niño, si me lo permites, puedo mostrarte cuanto te equivocas. Resoplo. Tarado, egocéntrico. -Déjame reviso que tiempo libre tengo... -Finjo revisar una agenda invisible-. Lo siento. Tengo el día muy ocupado, la semana, el mes, el año, la vida. -finalizo. Lo siento reírse a mi espalda. Sus dedos tiran de mi cabello, solo un poco, y vuelve a susurrar. -Igual, esperaré. Puedo ser muy interesante. -No me interesa. Ahora ¿podrías dejar de robar mi aire? -murmuro. La cercanía de este chico me tiene confusa. Es lindo sí, mi cuerpo se siente cálido con su aliento en mi oído, pero por Dios, es muy engreído. -Claro -dice. Casi todo el salón está más concentrado en nuestro intercambio, que en lo que la profesora Lee dice. Gracias al cielo está de espaldas a nosotros y no ha visto nada. -¿Terminaron su monologo de Romeo y Julieta? -pregunta, volviéndose hacia nosotros. Mierda-. Porque realmente tengo una clase que dar -sus ojos fulminan con la mirada a Jeremy. -Lo siento. -murmuro avergonzada. El resto de los alumnos se ríe. Jeremy, a quien no quiero voltear a ver, patea mi asiento y dice: -Por supuesto. Es todo por el momento. Gracias. Resoplo y lo ignoro le resto de la clase. En ocasiones, siento sus dedos de nuevo en mi cabello, pero invoco toda mi fuerza de voluntad para no volverme y gruñirle, eso es exactamente lo que él quiere. Mi atención. Para la hora del almuerzo tengo los malditos nervios de punta. -No entres en pánico. No entres en pánico, no te desmayes -canta Avery. Tomamos la bandeja y hacemos la fila. Debo decir que el menú es excelente. -¿Qué?, ¿de qué hablas? -Tomo una manzana, un sándwich de pollo y un refresco de cola (que en mi país sería una gaseosa) -Estás pálida, y bueno, lo que has pasado en estas últimas cuatro horas -Deja escapar una risita-, eso ha sido intenso. -¿Intenso? -reflexiono- Sí, ese es un buen nombre para el idiota. Me está volviendo loca. -Es tan romántico -suspira. La volteo a ver como si estuviera loca. Toma unas papas fritas, jugo de naranja y un sándwich de atún. -¿Romántico? Es molesto. He tenido que soportarlo en casi todas las clases -Y a sus molestos dedos. El jodido Jeremy ha estado sentado tras de mí en cada una de las clases de la mañana. He corrido a la próxima, con Avery a la cabeza para huir de él, pero siempre llega, con esa sonrisa de comemierda, se sienta ya sea tras de mí o al lado y comienza a tocarme el cabello. -Él te persigue. Siempre se sienta con Hayden, Chad y Alexander. Pero hoy, ha estado detrás de ti. -Creo que se está vengando por haberlo golpeado. -No me importa que un chico corriera tras de mí, solo por querer vengarse. Es romántico y hermoso. -El acoso no es romántico, ni tampoco hermoso. ¿Qué clase de libros lees? -Ahora mismo, leo Cincuenta Sombras de Grey. -responde. Sus mejillas se colorean. Niego con la cabeza. -Eso lo dice todo. -Sigo a mi enamoradiza amiga hasta una mesa vacía, en la enorme cafetería. Nos dejamos caer en nuestros asientos y atacamos nuestro almuerzo. Miro el reloj de mi muñeca. A esta hora estaría de regreso a casa, en mi ruta escolar, tal vez de mano larga con Diego o hablando de tonterías con mis amigas. Suspiro, eso aparte de gruñir y resoplar, es lo que más he hecho hoy. Dos chicas, una alta y curvilínea y otra más baja y delgada se aproximan. Saludan a Avery y me dan una sonrisa. -Hola -dice la chica bajita de cabello n***o- Soy Tania y ella es Aisha -Hola tú -Aisha agita su mano hacia mí. Me quedo contemplando su hermoso cabello rubio. -Natalia -digo con una sonrisa. -¿Así que eres la chica a la que Jeremy está acosando? -pregunta Tania -Ridículo -murmuro asintiendo y después rodando los ojos. -El suele ser así. -dice Aisha-. El año pasado, acosó a Cameron tanto que lo hizo explotar y arrojarle su almuerzo y solo porque sin querer Cam rayo su auto. -Idiota -digo. Muerdo mi manzana y me dejo caer hacia atrás. -Cierto. Pero es tan lindo y sexy -suspira Avery. -En serio, voy a recomendarte algo para leer. Estás mal. -Ella cree que arrojarle un chicle a una chica es un acto de amor eterno. -Y tu Tania, crees que escribir en el baño de hombres "Tania lo tiene grande" es una declaración de amor. -gruñe Avery. -Ey, ey, ey. Ya, entendimos el punto. -concedo. -En todo caso, mira que te has ganado al chico más sexy, pero también el más perverso de la escuela -dice Aisha. -Yuju... que felicidad. -Muerdo mi manzana-. Resistiré, lo prometo. No le arrojaré mi almuerzo o cualquier otro objeto hasta que suene la última campana. Las tres chicas sonríen y niegan con la cabeza. -No conoces a Jeremy Tucker, Natalia. No como nosotras. Pero espero conocerlo... al enemigo es mejor tenerlo cerca.

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