bc

Camino a la esc

book_age18+
1.7K
SEGUIR
9.0K
LEER
oscuro
sexo
dominante
manipulador
smiso
chica buena
jefe
bxg
suger daddy
abuso
like
intro-logo
Descripción

Anabel se encuentra en una situación financiera muy delicada. Tanto ella como su madre necesitan dinero con urgencia para poder sobrevivir y saldar sus deudas, y para ello decide hacer lo que nunca pensó que llegaría a hacer. En el momento más duro de su vida, conoce a Mateo, el cual le cambia la vida de formas que nunca jamás se habría llegado a imaginar.

chap-preview
Vista previa gratis
Capítulo 1
Sentía mi cuerpo tenso como la cuerda de un arco a punto de ser disparado. Me costaba la vida dar un paso detrás del otro y, de hecho, no me extrañaría absolutamente nada si mañana por la mañana me dolieran las pantorrillas ya que, aunque mi cerebro mandaba la orden de continuar caminando hacia delante, mi cuerpo no paraba de refrenarse a sí mismo, intentando evitar llegar a ese lugar. Sin embargo, tras doblar una esquina, entré en una larga calle. Levanté la vista y vi el cartel con el nombre que me habían dado grabado en él. Mierda. No sabía a qué altura de la calle estaría el lugar, pero era evidente que ya casi había llegado a mi destino.  Estaba muy nerviosa y, realmente no quería hacer este trabajo, pero sentía cómo la responsabilidad se convertía en una losa gigantesca y tremendamente pesada y me aplastaba el pecho, impidiéndome respirar con normalidad. No podía continuar con tanta precariedad económica. Solo conseguía trabajos temporales mal pagados que no me dejaban llegar casi a final de mes. Bueno, en realidad muchas veces no me permitían llegar ni al fin de semana. No podía darle más trabajo y quebraderos de cabeza a mi madre de los que ya tenía día sí y día también. La pobre se pasaba entre 12 y 14 horas diarias trabajando en una cafetería 24 horas. Llegaba todas las noches reventada, sin apenas ganas ni de hablar, mucho menos de hacer cualquier otra cosa. Y eso cuando tenía la suerte de que su turno fuera el de mañana o tarde, porque cuando le tocaba el de noche apenas podía llegar a hilar dos palabras seguidas. No podía permitir que continuara así, y ponía todo mi esfuerzo en evitarlo, pero habiendo dejado mi carrera universitaria a medias, no podía encontrar mejores trabajos. Había pedido favores de muchos amigos y conocidos para hacer trabajitos tontos, y habían quedado contentos conmigo, pero todos vivíamos en un barrio bastante pobre y humilde, y los trabajos que me podían dar eran muy puntuales y, desde luego, totalmente insuficientes para que pudiéramos llegar a tener un respiro, aunque fuera mínimo.  Me había visto obligada a volver a vivir con ella desde hacía unos pocos meses, ya que no tenía otra opción. Era eso o dormir en la calle. Antes compartía un pequeño piso cercano a mi universidad con tres compañeras de carrera, pero claro, eso era cuando tenía acceso a una beca y las cosas en casa de mis padres estaban medio regular. Pero desde que mi padre había fallecido todo había ido cuesta abajo. Por si el dolor por su pérdida no hubiera sido suficiente, descubrimos que las cosas no iban tan regular como nos había hecho creer él. Iban más bien tirando a mal. Debíamos varias pagos de la luz, del agua, del alquiler, y también varias mensualidades de un préstamo que había pedido para intentar ponerse al día en todas facturas varios meses antes del accidente, ni idea de con qué aval, y del que no nos había dicho nada. Debido a todo ese dinero que pasamos a deber de la noche a la mañana, me esforcé todo lo que pude en encontrar cada vez más trabajo con el que ayudar a sanear las cuentas, con el consiguiente descuido en mis estudios. Siempre había sido una estudiante muy buena, responsable y competente, pero la falta de tiempo hizo mella en mis notas hasta el punto de que en el curso siguiente me retiraron la beca.  No quise decírselo a mi madre, ya que solo sería una preocupación más que dejar sobre sus muy cargados hombros, así que aguante como pude, estirando el dinero de la beca que me otorgaron para que me durara todo lo posible, pero hace unos cuantos meses ya no pude hacer más el paripé. Debía yo también algunos meses en el piso, y mis compañeras habían sido sumamente comprensivas conmigo y mi situación. Tanto, de hecho, que incluso pagaron mi parte en varias ocasiones, pero por vergüenza y dignidad no podía seguir haciendo eso, así que decidí irme del piso. Con muchísimo esfuerzo había conseguido pagarles dos de los meses que me habían cubierto, pero aún les debía cuatro más. Y eso si solo contaba mis propias pagos. Las de mi casa ya apenas entraban en el cajón de las deudas.  Y ya estaba harta de esta situación. Tenía que coger el toro por los cuernos y conseguir dinero como fuera, razón por la cual iba de camino a una reunión donde iba a hacer de camarera. Podía parecer un trabajo normal dicho así, pero la realidad era que lo había encontrado en una página de contactos poco recomendable y que, después de mucho debatir conmigo misma, cuando al fin me decidí a contactar y me comentaron realmente de qué iba el trabajo, lo único de lo que me dieron ganas fue de tirar el teléfono lo más lejos posible de mí y darme una larga ducha con desinfectante y lejía para quitarme esa sensación del cuerpo. Pero pasados treinta minutos de esa explosión, tuve que humillarme al volver a llamar y decir que me interesaba el trabajo. ¿Por qué iba a costarme tanto hacer un simple trabajo de camarera?, os estaréis preguntando muchos. Bueno, la realidad de esa tarea era que iba a ir totalmente desnuda o casi, y que me iba a tener que dejar toquetear por todo el que quisiera hacerlo de los presentes en la reunión. Solo sería una vez, me prometí a mí misma. La paga era muy buena por unas pocas horas. Claro que si pensaba en lo humillada y usada que me sentiría tras esas horas, entonces me parecía que le faltaban varios ceros a esa cantidad, pero debía hacerlo. Por mi madre, para darle algo de tranquilidad después de los dos años de mierda que llevábamos.  Había estado a punto de volverme hasta en tres ocasiones en el camino, ya que el cuerpo se me movía por voluntad propia, pero ya me había decidido y no iba a echarme atrás. Serían solo unas cuantas horas y saldría de ahí con el suficiente dinero para pagarle a mis antiguas compañeras de piso, llenar el frigorífico y el congelador hasta los topes, y pagar un par de las facturas más atrasadas, y así evitar que nos cortaran la luz, o el agua. No quería ni pensar en la peor opción de todas, que era que nos desahuciaran de nuestro piso. Me había ido susurrando a mí misma. "Anabel, tú puedes hacerlo", intentando darme ánimos, pero estos pensamientos desaparecieron de mi mente al ver lo que apareció ante mis ojos. Me quedé sin aliento al llegar a la supuesta dirección que me habían facilitado. Tenía que haber un error. Era imposible que no lo fuera, porque lo que tenía ante mis ojos no era una casa, era una maldita mansión de cuatro plantas y unos gigantescos jardines que la rodeaban. Miré a mi alrededor y consulté el mapa en el móvil, y comprobé que realmente ésta era la dirección que tenía apuntada. Pero puede que me la hubieran dado mal, o que yo no hubiera escuchado bien el nombre de la calle. Me aproximé a la verja, sin saber muy bien qué hacer para averiguar dónde debía ir. Supongo que podría volver a llamar, pero eso me resultaba tan poco profesional de mi parte... A saber qué pensaría de mí mi jefe temporal cuando le comentara que no había podido seguir unas simples indicaciones, pero creo que no tenía más remedio. Desbloqueé el móvil.   -¿En qué puedo ayudarle?-di un respingo cuando una voz femenina salió de algún sitio por encima de mi cabeza y tuve que dar un salto hacia mi derecha para rescatar mi móvil en el aire, el cual había salido volando de mis manos. Cuando pude volver a respirar con normalidad levanté la mirada y vi que encima de la verja había una cámara, y un poco más abajo, un interfono. Me acerqué todo lo que pude, pero no era lo suficientemente alta para llegar hasta él, así que solo alcé un poco la voz.  -Buenas. Creo que me he equivocado. Se supone que tengo que hacer de camarera en... -Rodee la casa y entre por la puerta trasera-no volvió a salir más sonidos del interfono, así que miré a mi alrededor. Una última duda me estaba asaltando ahora mismo, pero la aplasté con determinación. Respiré profundo y solté el aire lentamente. Vamos, Anabel, solo entra y hazlo. Solo tienes que tener la mente alejada de tu cuerpo, y será como si fuera otra persona la que será tocada, no tú. Hice lo que me había dicho la voz y después de lo que parecía media hora andando, llegué a la parte de atrás de la casa. En esa parte, la verja no era tan pomposa, pero pasó lo mismo que en la principal. Antes de acercarme lo suficiente, la misma voz de antes me dijo que entrara y fuera hacia la puerta gris de la parte derecha. ¿Pero cuántas puertas tenía esta mansión? Dejé de entretenerme con preguntas estúpidas y que no iban a recibir respuesta, obedecí y por fin entré en la casa. Allí me recibió una mujer vestida con un uniforme de criada que no tapaba demasiado. Tenía las tetas casi fuera y la única razón por la que no se le veía la entrepierna y el culo era porque llevaba una especie de pololos cortos, llenos de encajes y transparencias. Bueno, a decir verdad y tras echarle un nuevo y rápido vistazo, enseñaba más de lo que ocultaba. Me llevó hasta una habitación, abrió la puerta y me empujó hacia dentro, cerrando de nuevo al salir.  Miré alrededor. Estaba sola. ¿Para qué me había traído hasta aquí? La habitación era bastante sobria. Apenas tenía un par de sillas pegadas a las paredes y una mesa en el centro. Vi que había algo encima, así que me acerqué. Y me quedé con la boca abierta ante lo que estaban viendo mis ojos. Sabiendo lo que podría esperar de este trabajo tan poco habitual, había investigado un poco en internet, y gracias a eso pude reconocer todo o, al menos, casi todo lo que había sobre la mesa y para qué se usaba. Tuve que tragar copiosamente saliva para intentar disolver en gran medida el enorme bulto que se me había formado en la garganta. Había tobilleras, muñequeras y collar, todo de cuero. También había una cuerda, dos aros que no estaban del todo cerrados, que no sabía muy bien para qué servían, y un plug o tapón anal con una cola larga, peluda y muy esponjosa, o al menos eso parecía desde el lugar donde me encontraba. Además, también había un uniforme de criada, si es que se le podía llamar así a esos pequeños trozos de tela. La falda se abría como si fuera un tutú, y apenas cubriría unos cinco centímetros, y desde la cinturilla de la falda subía una pechera que acabaría antes de llegar al pecho, todo ello ribeteado con encaje blanco.  -¿Familiarizándote con tu uniforme para la reunión?-dijo una voz masculina a mi espalda. Nada más escucharla, un escalofrío me recorrió la espalda que se extendió por todo mi cuerpo. 

editor-pick
Dreame - Selecciones del Editor

bc

La embarazada sacrificada

read
3.2K
bc

engañada

read
3.6K
bc

Mafioso despiadado Esposo tierno

read
25.5K
bc

Una niñera para los hijos del mafioso

read
53.3K
bc

Prisionera Entre tus brazos

read
101.8K
bc

Venganza por amor: Infiltrado

read
64.6K
bc

Eres mío, idiota.

read
3.6K

Escanee para descargar la aplicación

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook