Aquella hermosa mujer que me mirada con indiferencia, era Átropos, lo supe al instante. El amor de Themis hacia sus hijos era demasiado, ella en verdad no prefería a nadie, amaba a todas sus hijas con la misma intensidad. Sin dudarlo una mano fue hacia el hombro de su hija, haciendo una ligera presión cariñosa. no perdí de vista que ese gesto de contacto hizo que la diosa del destino se tensara un poco. – Gracias por preocuparte, hija mía. Pero ya lo decidí, muchas gracias por darme un poco de tu tiempo para terminar con esto, sé que tú y tus hermanas están muy ocupadas, pero agradezco que te tomaras el tiempo para venir. Pude sentir que Themis quería mucho abrazar y mimar a esta diosa del destino, pero se frenaba por alguna razón y se conformaba solo con ese pequeño apretón de hombro. U

