Lo oyó suspirar antes de alejarse levemente y devolverle su espacio personal.
-En verdad que no los entiendo- comentó más para él que para Kyle y este se le quedó mirando sin saber qué hacer.
El moreno tenía la cabeza gacha, contemplando el suelo y perdido en sus pensamientos. Era un buen momento para huir, se dijo, pero apenas dio un paso, el moreno levantó la cabeza.
-¿Dónde crees que vas?- le preguntó algo molesto.
-¿A… mi casa?- preguntó levantando una de sus cejas extrañado porque aquel hombre lo detuviera.
¡Hubiese corrido hacia la puerta sin mirar hacia atrás! Pero no sabía la razón, aquella voz era tan autoritaria que no podía no obedecerla.
Lo vio arreglarse un poco más la ropa, aunque la misma parecía recién sacada del planchado y luego lo vio que dirigía nuevamente la mirada hacia él.
-¿Quieres desayunar?- le preguntó, lo que provocó que Kyle se desconcertara.
¿Acaso se había perdido de algo?
Lo contempló nervioso, y no contestó. ¿Qué podía contestar?
Harrison suspiró y lo tomó de una de las muñecas, conduciéndolo hacia fuera de la habitación, donde un hombre uniformado con un esmoquin n***o y una camisa blanca, se encontraba frente a ellos con sus brazos delante de su cuerpo, como si se tratara de un guarda espaldas.
-Ve con Joffrey- le dijo al hombre y este asintió levemente antes de irse.
Se vio nuevamente empujado por el agarre de Harrison, quien lo condujo hasta uno de los elevadores y ambos quedaron solos en el pequeño espacio.
-No hay…
-Es lo mínimo que puedo hacer- le cortó sin siquiera mirarlo y sin siquiera soltar su agarre de su muñeca.
Kyle miró hacia el agarre, sintiendo como una sensación de calidez y felicidad inundaba todo su ser. No quería sentir aquello, pero no podía evitarlo. Se preguntaba cómo aquel hombre, arrogante y ricachón podía infligir en él tantos sentimientos a la vez, cuando ningún otro lo había logrado.
Cuando ambos llegaron a la parte del restaurante donde se desayunaba, Kyle quiso salir corriendo de allí, pero la mirada penetrante del hombre frente a él y su impotente figura se lo impedían.
¿Qué hacía él, un chico de clase baja, en un lugar como aquel desayunando con un hombre que solo vería aquel día?
Solo quería que la tierra se lo tragase.
-No tengo hambre- comentó Kyle en un susurro para que solo Harrison lo escuchara.
-Pues comerás igual. Estas delgado y parece que no has comido en semanas- le contestó encogiéndose levemente de hombros, mirándolo de reojo diciéndole así que comería quisiera o no.
Harrison llamó al mozo, el cual llegó como si le hubiesen metido una patada en el trasero de lo rápido que llegó.
-Señor Taylor no sabía que se encontraba hospedado hoy en el complejo, ¿qué desea ordenar?- le preguntó amablemente aunque se observaba claramente la tensión en los hombros de aquel hombre.
-Tyler, tráeme lo de siempre y para él…- señaló a Kyle y ambos hombres lo contemplaron- Algo que lo llene.
-Como ordene señor- le contestó haciendo una leve venia para luego retirarse.
-¿Qué has querido decir con “algo que me llene”?- le preguntó Kyle haciendo las comillas con las manos molesto y contempló a Harrison con los ojos entrecerrados- No estoy delgado.
Harrison solo se limitó a levantar una de sus cejas y negar con la cabeza.
-¿En verdad lo crees? Pareces un palo- le contestó y desvió la vista hacia el diario que el mozo que los había atendido le había llevado- Gracias- le dijo al hombre sin siquiera mirarlo y lo abrió, ignorándolo olímpicamente.
Kyle bufó, pero no estaba por decir nada. La verdad era que tenía hambre, pero no pensaba admitirlo delante de aquel hombre, y además sabía que al llegar a su casa no encontraría nada comestible.
Desvió la mirada hacia el lugar, el cual era más grande que incluso los cuatro pisos que se encontraban en la planta de su piso. La elegancia se veía en los decorados, en las arañas que adornaban los techos altos y pintados con pinturas clásicas. El piano de cola que adornaba a un costado el pequeño escenario lo hacía ver como un lugar acogedor, pero de alta clase.
-¿Dónde estudias?- le preguntó de pronto sacándolo de su burbuja y de su depresión, dado que sabía nunca llegaría a ver algo así nuevamente.
Kyle contempló al hombre de ojos ambarinos, pero no contestó.
-Veo que sigues insistiendo de que quieras que crea que eres mayor- dejó el diario a un lado- Vale, hagamos lo siguiente, dime entonces a que Universidad asistes.
Ambos se contemplaban, pero Kyle no estaba dispuesto a contestar algo que lo delatara, aunque sabía que aquel hombre ya sabía y estaba convencido de que él asistía aun al colegio, cosa que era cierta.
Estaba por contestar el nombre de una universidad que su hermana había comentado siempre había querido ir, pero la llegada del desayuno lo interrumpió.
Vio que el mozo dejó delante de Harrison un taza de café bien cargada, mientras que déjate de sus narices, dejó dos tostadas con varias mermeladas de sabores distintos, un plato con huevo revuelto y panceta, yogurt de varios tipos, un café con leche y varias cosas más que él no supo distinguir.
-¿En verdad crees que voy a comer todo esto?- le preguntó sin poder creérselo y levantó la vista de la comida para clavarla en Harry, quien tecleaba rápidamente en su celular y se encontraba absorto a lo que sucedía a su alrededor, o eso creía Kyle.
-Lo necesario para que salgas de aquí con el estómago lleno por lo menos- le contestó y dejó su celular n***o último modelo a un lado.
-¿Y tú te llenas con eso?- le cuestionó con una ceja alzada.
-Yo ya he desayunado antes de tener que salir corriendo de mi departamento para sacar a ese viejo de apuros- le contestó con una sonrisa falsa y tomó un sorbo de su café mientras no quitaba su mirada de él.
Kyle la desvió cuando ya no pudo sostenérsela, contemplando la comida, pero sin tocarla.
-Come- le dijo Harrison, pero no le pareció a Kyle como su fuera una orden, sino un pedido.
Indeciso, tomó el café y lo saboreo. Exquisito. Todo lo de allí parecía exquisito, pero… era solo algo pasajero. Algo que él nunca tendría.
¿Podía disfrutar de aquello cuando sus hermanos seguían con sus cosas?
-Señor- llamó alguien que sacó a Kyle de su nube mientras comía y dirigió la mirada hacia el costado izquierdo de Harrison, donde anteriormente se había parado el mozo para atenderlos. Un hombre de cabellos oscuros, tirados hacia atrás, lentes n***o y con traje n***o y camisa blanca, se encontraba a un lado de Harry.
Harrison giró su mirada hacia el hombre que le tendía una pequeña bolsa.
-Gracias Greg- le agradeció con una leve venia y una vez que tomó la pequeña bolsa, el hombre de aspecto terrorífico, porque con solo verlo daba miedo, se fue.
Kyle se quedó mirando de hito en hito a la bolsa y a su dueño, preguntándose qué sería lo que contendría aquello, pero tampoco era que estaba por preguntarle.
-Toma- le dijo de repente y le tendió la bolsa blanca.
Kyle la tomó con temor y vergüenza. Miró el contenido antes de preguntar de qué se trataba pues el hombre frente a él parecía no tener la paciencia suficiente como para tener que escuchar su pregunta que podía ser resuelta solo con mirar el contenido.
Había varios medicamentos y cremas.
-¿Y esto?- preguntó y contempló a Harrison con extrañeza.
-Hay cremas para los moratones que tienes por todo tu cuerpo. Se curarán más rápido y tambien algunos medicamente por si acaso.
-No necesito esto- le dijo extendiéndolo sobre la mesa para devolvérselo.
-Son para ti.
-Pues no los quiero.
Harrison bufó, pero no tomó la bolsa y se acomodó en su asiento, con una media sonrisa satisfactoria sobre su rostro.
-Yo no los voy a tomar, así que si no los quieres déjalos sobre la mesa para que Tyler los tire luego, pero sería un desperdicio ¿no lo crees?- sonrió victorioso.
-Maldito hijo de…- dijo con los dientes apretados y siseando las palabras para que no lo escuchara.
Apretó fuertemente sus manos, pero aun así, colocó la bolsa sobre su regazo. No pensaba dejar aquello que para él era valioso, para que se perdiera.
-Toma- comenzó a decir mientras sacaba su billetera y sacaba varios billetes de cien- esto tambien- le extendió los billetes- La verdad es que no sé cuánto te tendría que haber dado mi padre, pero supongo que te alcanza.
Kyle contempló los billetes, y negó con la cabeza.
-Ya he dicho que no los quiero- le contestó resignado y se levantó dispuesto a irse en ese momento- Gracias por el desayuno- intentó pasar por su lado, pero Harrison lo tomó de la muñeca.
-Toma esto entonces- le dijo colocando sobre su palma una tarjeta.
-¿Qué es?- preguntó Kyle sin lograr llegar a leer lo que decía.
-Dentro de dos días marca el segundo número, mi secretaria te atenderá.
-¿Y para qué querría llamar yo a tu secretaría?
-Necesita un asistente aun si no tiene experiencia y creo que… te vendría un cambio de ambiente ¿no crees?
Kyle lo contempló con los ojos entrecerrados y se zafó de su agarre, tirando la tarjeta al suelo. ¡Como si le divirtiera hacer lo que hace!
-Son todos iguales- murmuró, pero Harrison logró oírlo, pero no tuvo tiempo de volverlo a detener, pues Kyle salió corriendo en aquel instante. Por suerte, había sido precavido, y una sonrisa ladina adornó sus finos labios mientras se volvía a sentar a terminar su café y disfrutar de las noticias que le faltaban leer.