Cuatro. “El juez Clark”

1905 Palabras
WILL CLARK Solía llegar temprano a los tribunales. Me gustaba revisar de forma minuciosa los siguientes casos que debía de llevar, los cuales algunas veces me parecían tana aburridos, que trataba de darlos por terminado lo más rápido posible. Padres inútiles peleando por una paternidad cuando no se lo merecían, discusiones acerca de propiedades, herencias, en fin, no solía toparme con casos interesantes como lo eran robos, asesinatos, o venta y distribución de drogas. No me quejaba tampoco, pues llevaba una vida tranquila, a pesar de que algunas veces recibía tontas amenazas por algún padre resentido o de alguien que no recibió lo que quería, amenazas que al final se las llevaba el viento… o el guardaespaldas que mi madre me había puesto sin que lo supiera, ya ni siquiera sabía con exactitud que tan verdadera era mi libertad ahora. Metí la llave en el cerrojo de la puerta de la oficina y la empujé, aún eran cerca de las seis de la mañana, por lo que aún estaba todo muy obscuro. Encendí la luz y en cuanto logré ver el interior de aquella oficina, me fue inevitable no dar un respingo mientras llevaba una mano hasta mi pecho, evitando gritar del terror. En mi silla, se encontraba sentado un hombre de al menos unos casi cuarenta años, su mirada verde me enfocó con frialdad, tal y como si me estuviese estudiando. —William Clark —mencionó, como si me conocía desde hacía mucho tiempo atrás. —Okay, que sepa mi nombre no quiere decir que no me encuentro cagado de haber encontrado a un completo desconocido, sentado en mi silla, a obscuras en mi oficina. Las comisuras de sus labios se levantaron en una pequeña sonrisa, mientras negaba con la cabeza. —¿Cómo llegó hasta aquí, después de todo? Pensé que este edificio tenía casi que la mejor seguridad de toda Utah. —Nada se interpone ante mí, cuando quiero y deseo algo. Tragué saliva con fuerza, mi corazón comenzó a acelerarse, mientras que yo no dejaba de preguntarme dónde carajos estaba el supuesto guardaespaldas que mamá me había contratado. —¿Va a matarme? ¿Qué quiere de mí? ¿No di el veredicto a su favor alguna vez? Aquel extraño cruzó los brazos a la altura de su pecho, levantó una ceja y me miró de arriba abajo, negando con la cabeza. —¿Cómo ponen a un niño a hacer el trabajo de un hombre? —preguntó, sin dejar de negar—, si tú lo que aparentas ser es un bebé de mami y papi. Fruncí los labios mientras maldecía en mi interior… ¿En serio aparentaba eso con solo mi apariencia? ¡Bendita sea mi madre por sus excesivos cuidados! —No pienso matarte —el hombre se levantó y rodeó el escritorio, dedicándose a mirar todo a su alrededor—, ¿Cómo te explico esto? —cuestionó, dejando salir lentamente la respiración—, por ahí me enteré que a tus manos llegará el caso de mi hija, una gran mujer que asesinó al bastardo que la violó? —¿La asesina de hombres? —pregunté con interés, repitiendo la frase que decían en las noticias, cosa que me hizo arrepentirme de inmediato, pues la mirada que me lanzó aquel hombre, me indicaba que estaría muerto si volvía a decir alguna idiotez—, perdón —me disculpé, bajando la mirada—, Tania Roberts —dije, mencionando el nombre de la pelirroja que no dejaba de ser noticia, a pesar de que los hechos habían tenido lugar un par de semanas atrás—, creo que está equivocado, señor; no tengo ese caso. —Hoy lo tendrás —afirmó, deteniéndose frente a mí—, y verá usted, juez Clark, un padre desesperado, hace cualquier cosa con tal de ver a su hija libre. Tragué saliva con fuerza. Estar frente a ese hombre me ocasionaba cierto temor, me sentía intimidado, temía que me arrancara la cabeza en cualquier momento. —¿Cuál es tu precio? —preguntó. —¿Disculpe? —Necesito que agotes todas las posibilidades, pero requiero que luches para que dejes a mi hija en libertad. —Señor… ni siquiera conozco con exactitud el caso de su hija, solo lo que han dicho en las noticias. —Fue violada por Jeremy Lee, tomó la justicia en sus manos y lo asesinó. Es entendible, jamás iban a creerle si decía que ese hijo de puta robó su inocencia —cerró sus ojos, sus manos se cerraron en puños y en su garganta se resaltó una enorme vena—. Si tienes alguna hija o hermana, solo ponte en mi lugar —me pidió, abriendo los ojos para volver a mirarme. Con solo imaginar a Shio en una situación como esa, partió mi corazón. Sentí como la sangre me hervía ante la rabia que me invadió, el solo pensar en mi hermana, me hacía verla como la chica dulce, simpática y divertida que era, ni siquiera podría imaginarla siendo víctima de una violación. Sin darme cuenta, comencé a cerrar mis manos en puños, al pensar en lo que habría pasado esa pobre niña al ser víctima de ese monstruo, el cual deseaba de corazón que se estuviera pudriendo en el infierno. —No puedo prometer nada —dije al final—, ni siquiera sé si me darán ese caso. El hombre sonrió. —Créeme, te lo darán. —¿Cómo está tan seguro? —pregunté. Me era difícil aceptar que un desconocido supiera las cosas antes que yo. Si me iban a dar ese caso… ¿Cómo podría saberlo él? Esas cosas eran muy confidenciales. —Dos palabras —comentó, golpeando mi hombro—, Shane Adams. ¡Claro! ¡El asperger! Tenía que ser… Shane Adams era un sujeto bastante extraño, era uno de los mejores abogados que habían llegado a ese juzgado. Vivía en Denver, pero solía pasar temporadas en Utah, según él, no podía abandonar del todo a su “hermano” y “mejor amigo” Tyler Roberts; así que justo ahora encontraba frente a casi el gran dios de Shane Adams: Tyler Roberts. —Tyler Roberts —mencioné, torciendo una sonrisa—, usted es Tyler Roberts. —¿Alguien más sería capaz de evitar una gran muralla de seguridad para tratar de comprarte? Me encogí de hombros. —Mi hermana lo hace —respondí, como si fuese lo más normal del mundo—. Y a cada rato. Se echó a reír, negando con la cabeza. —Probablemente tu hermana me caería bien entonces —sacó una tarjeta de su bolsillo y la colocó en mi mano—, cuando sepas el valor del favorcito que te pido, comunícate conmigo, ¿Sí? —No creo que deba, señor —le devolví la tarjeta y lo miré, mis ojos marrones cruzándose con los suyos—, no soy un juez corrupto. Soy más de los que van a favor de la justicia —sonreí, guiñándole un ojo—, no debería de preocuparse de ello —concluí, mientras me hacía a un lado para que saliera de mi oficina. ++++ —Magistrado Clark —Leo abrió la puerta, dirigiéndose a paso rápido hacia mi escritorio, mi mirada se clavó de inmediato en la carpeta que traía en sus manos—, su próximo caso para su nueva audiencia, señor —me informó mi asistente, dejando la información sobre la madera de mi escritorio. La tomé de inmediato y comencé a abrirla con rapidez, necesitaba comprobar qué tan cierta había sido la información que me había dado Tyler Roberts en la mañana. Saqué el documento y me detuve de inmediato en la fotografía de una chica pelirroja sosteniendo el cartel con su número de identificación al ser fichada. No pude alejar la mirada de aquella fotografía, su piel blanca, sus ojos verdes, su cabello tan rojo como la sirena del cuento, aquella sonrisa cargada de satisfacción al mirar hacia la cámara… me había dejado anonadado, era como si ella estuviese disfrutando de la situación. —Es un caso difícil, señor. La asesina de hombres —me dijo Leo, mirándome con pena. Fruncí el ceño, para después levantar la mirada y verle fijamente. —¿Por qué utilizan ese término? Él se encogió de hombros. —Asesinó al hijo del senador Lee. —Ajá —asentí—, un solo hombre, del cual probablemente aún ni haya pruebas de que verdaderamente lo hizo. —Magistrado —Leo suspiró, sus ojos oscuros me miraban con incredulidad—, la chica confesó, hasta dijo a dónde encontrar el cuerpo. —No me interesa —musité, volviendo a guardar los documentos. Los iba a revisar minuciosamente cuando estuviese solo; en definitiva, yo era el tipo de persona que no confiaba en nadie—, no podemos afirmar que alguien es culpable hasta que se demuestre lo contrario; alguien pudo obligarla a echarse la culpa, ¡Qué se yo! —exclamé, levantando los hombros—, diré que es culpable hasta que me muestren las pruebas necesarias para declararlo de ese modo. Leo me observó por largos segundos, al final, tragó saliva con fuerza y asintió. Él no era un tipo tan viejo, podía rondar los treinta años, tenía una casa linda con una familia amorosa de la cual siempre hablaba, por lo que, entendía que ahora estuviese asustado por esa situación. —Señor, si sabe que le dieron ese caso por ser el más nuevo… no le conviene interponerse ante el senador Lee. Fruncí los labios, negando con la cabeza. —Los políticos no me asustan, Leo; tú más que nadie sabe que soy fan de la justicia, por lo que, haré lo que se me demuestre que es lo justo; si ella es culpable, estará en prisión un largo tiempo; pero si se demuestra lo contrario, el jurado se encargará de hacerme dar el veredicto correcto. El hombre asintió y sonrió. —Y que sea lo que Dios quiera —musitó. Dejé escapar lentamente la respiración. Sabía perfectamente en dónde me estaba metiendo, la gran mayoría de políticos eran una manada de corruptos, por lo que sabía a la perfección que si no dábamos el resultado que ellos querían, nos íbamos a ver envueltos en muchos problemas. —Que sea lo que Dios quiera —repetí—, ¿Cuándo es la primera audiencia? —pregunté. —Dos semanas, magistrado —respondió Leo, sonriendo con nerviosismo—, le aconsejo que se ponga al día con el caso lo más pronto posible —concluyó, para después salir de la oficina. Apoyé mi espalda contra el respaldo de la silla, inhalando y exhalando lentamente. La imagen de esa pelirroja al verse satisfecha ante la cámara invadía mi cabeza; ella lo había asesinado, claro que sí. Tuvo una buena razón para hacerlo, claro que sí; probablemente si esa pobre chica hubiese contado a las autoridades lo ocurrido, nadie le hubiera creído. Sabía que nadie tenía el derecho de arrebatar una vida, pero al menos, ella tenía una buena excusa. Reí, mientras negaba con la cabeza. Las palabras de su padre invadieron mi mente, al recordar la forma en que me pedía que hiciera hasta lo imposible en liberarla. Froté mi rostro con ambas manos. —¿En qué carajos te estás metiendo, William Clark? —me pregunté. 
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR