El miércoles llega y estoy ansiosa esperando en la entrada del orfanato.
Miro la hora en mi reloj de muñeca y son más de las siete de la mañana.
Creo que primera hora, no significa lo mismo para mí que para el señor Raúl. La próxima vez le diré una hora exacta.
Después de un tiempo, veo llegar su auto.
- ¡Abi! Estás congelándote - asiento mientras subo al auto.
Mi profesor cierra la puerta del auto y da la vuelta para montarse y conducir el auto.
- Para la próxima vez quedaremos a una hora exacta - le digo mientras soplo mis manos para darle calor.
- ¿Qué hora es a primera hora para ti? - Soplo mis manos.
- Siete de la mañana.
-¿Llevas una hora esperándome? - asiento - ¿Por qué no me llamaste?
- No quería molestar, señor Raúl. Usted está ayudándome.
- Abi, ¡no! Tienes que ser más comunicativa. Debes de decir este tipo de cosas, por favor.
- Está bien, señor Raúl.
- ¿Cuándo dejarás de llamarme, señor Raúl? Tenemos casi la misma edad.
- Usted es mi profesor, le debo respeto.
-Somos amigos. Los amigos se tutean ¿No?
- No creo que sea correcto - niego - usted es mi profesor - Niego de nuevo. No está bien tutear a mi profesor. ¡Eso no!
- Está bien señorita - Mi profesor conduce hasta un restaurante muy hermoso, cálido. Hay bombillas esparcidas por todo el lugar y huele a chocolate.
Nos dan una mesa para sentarnos y después de eso la chica que nos atiende nos pregunta que vamos a comer.
Miro al señor Raúl. No tengo idea de que ordenar para comer.
- ¿Puedo pedirte algo de comer? - asiento.
- Por favor - le respondo encantada. Me da pena pasar los límites y no sé cuanto dinero pueda gastar.
La chica se va y me detengo un momento a detallar el lugar. Todo es tan bonito y tan hogareño.
- ¿Te gusta el lugar? - Mi profesor me pregunta.
- Es precioso y muy hogareño. Muchas gracias por invitarme.
- Es primera vez que me aceptas una invitación.
- Casi cada semana está invitándome a un nuevo lugar. No es la primera vez.
- Es la primera vez que me dices que si y no me toca obligarte - mis mejillas se tornan rosadas.
Hago silencio mientras la chica acomoda nuestros platos.
- Este lugar es muy reconocido por su chocolate caliente. Quería que lo probaras.
- Muchas gracias - sonrió y bebo mi chocolate.
Es delicioso
- ¿Qué haremos ahora? - pregunta el señor Raúl mirándome
- Tengo que buscar camas, que sean económicas y también platos y algunas otras cosas más.
- ¿Tienes pensado algún lugar? - asiento.
- Sí, el lugar está muy cerca del centro, lo busqué por internet y las cosas que venden son económicas.
Asiente y terminamos de comer en silencio.
Mi profesor me pide la dirección y le indico como debe de llegar.
El sitio es precioso, me gusta mucho el estilo romántico, ya que es en tonos suaves que te trasmiten tranquilidad y pulcritud... eso quiero para mi hogar.
Tomo un carrito y mi profesor lo lleva mientras miro las cosas que quiero comprar y comparo con mi presupuesto.
- ¿Eso es todo? - pregunta Raúl.
- Sí, ¡eso es todo! - me mira extrañado.
- ¿Estás segura? - me mira y asiento.
- El lugar lo vamos a ir amueblando de a poco, voy a vivir con Cloe, no puedo escoger todo sola - levanto los hombros.
Me detengo a mirar un precioso jarrón blanco de piso y después de anotar su valor, lo dejo en su lugar.
Terminamos de pagar y doy la dirección del apartamento para que lleven mi cama y el closet que fue lo que compre grande, las otras cosas, Raúl las sube al auto para llevarlas al apartamento.
Nos bajamos del auto y llegamos a la pequeña recepción, el señor me saluda con una sonrisa y le indico a Raúl para que subamos las escaleras.
- ¿No te gusta el ascensor? - sonrió apenada.
- El ascensor no funciona, así que tendremos que subir cuatro pisos por las escaleras.
Su mirada cambia a una de horror, pero no dice nada.
Comenzamos a subir despacio y en silencio, con las bolsas de lo que compramos.
Abro la puerta y sonrió al ver el apartamento pintado y limpio.
Dejo las llaves sobre un mostrador y entro abriendo las manos.
- Bienvenido, señor Raúl.
- Wow, es demasiado iluminado. Me gusta - acomoda sus manos en la cadera por dentro de su saco y mira todo el apartamento dando un giro.
- Allí - señalo - quiero poner un pequeño sofá blanco y al frente uno rosa... en esa pared pondré un cuadro que pronto lo traeré y todo irá acompañado de alfombras y flores... pero quiero flores naturales - sonrío y continuo mostrándole el apartamento y diciéndole que voy a hacer en cada espacio.
Entramos a la cocina y Cloe se encargó de llevar el refrigerador, ya que la cocina tenía fogón.
Acomodo los platos y todo lo que compre para la cocina, incluyendo las cortinas para las ventanas y todo encaja perfectamente.
- Tienes una clara visión de lo que quieres - dice Raúl cuando termina de ayudarme.
- Sí, mi cabeza es un taller de ideas - sonrió.
- Lo sé, sé que eres muy buena en todas estas cosas, ¡por eso te recomendé! - asiento con una sonrisa en el rostro y tocan el timbre de la puerta.
Recibo la cama y el closet y los organizan dentro de mi habitación.
- Me debes una comida - es verdad - ¿Qué necesitas para hacerla?
- Bueno... compremos verduras, legumbres y proteínas.
- ¿Eres alérgica a alguna cosa? -niego.
- No, que yo sepa - asiente.
Pasamos por el supermercado y acomodo la comida en el carrito para una semana. Necesito organizarme y pensar que platos voy a preparar para no malgastar.
Raúl está haciendo su propio mercado y se ve que va a costar demasiado. Su carro está por explotar.
Llegamos al apartamento y bajamos mis bolsas para subir las escaleras.
Me quedo limpiando y desinfectando y Raúl me dice que se le olvidó algo en el carro que va a ir por él.
Le entregó las llaves y cuando vuelve, vuelve con cuatro personas más y todo el mercado que él compró.
Las personas dejan todo dentro de la casa y se van con la propina que Raúl les da.
- Es mi regalo para ti - señala y niego.
- No, por favor. ¡No tenía por qué hacer eso!