- No quiero que te sientas mal con esta pregunta, pero ¿por qué nunca te adoptaron?
- Tengo una enfermedad en la sangre, es algo que no conozco muy bien, que no me afecta si me cuido con medicamento. Pero nadie quería una niña enferma - levanto los hombros - no me hace sentir mal la pregunta. Creo que la persona que soy ahora es gracias a todo lo que he vivido.
- ¿Es muy grave la enfermedad? - niego.
- Es una enfermedad que me hace coagular la sangre, debo de inyectarme anticoagulantes cada cierto tiempo y listo - levanto los hombros - ya me acostumbre a ello.
- ¿Duele?
- En realidad arde mucho, pero es un momento y ya - termino mi café - ¿termino con su café, señor Raúl? - veo como se toma su café de un solo sorbo y deja la taza sobre la mesa.
- ¿Tienes novio?
- No necesito un novio en este momento. Ahora estoy enfocada en otras cosas.
- ¿Algún día te gustaría formar una familia?- me siento extraña respondiendo estas preguntas a mi profesor.
- Algún día, sí - me levanto del asiento, tomo las tazas de café y las llevo al mostrador. Dando las gracias antes de irme. Me subo al auto en silencio, siento un poco de vergüenza de que mi profesor sepa mi condición, quizá después de eso no me contraten en el trabajo que me ofreció.
- ¿Te molesto algo? - niego - ¿El apartamento, queda muy lejos del orfanato?
- Al otro lado de la ciudad, pero es hermoso - tomo mis manos en la mitad de mis piernas. El invierno está llegando a New York. Necesito comprar suéteres más gruesos.
El señor Raúl acomoda la calefacción y le agradezco en silencio.
Estaciona el auto a un lado de la carretera y baja del auto para abrir la puerta. El profesor me trae al orfanato frecuentemente, siempre me invita a un café y hablamos sobre trivialidades, pero hoy hizo preguntas muy personales. Me sentí un poco extraña.
- ¿Cuándo vas a mudarte? - lo pienso un poco.
- Creo que nos mudaremos el domingo de la próxima semana.
- ¿Te mudarás en tu cumpleaños? - asiento.
- Es el día que tengo libre. Además, tendré esta semana para comprar algunas cosas para la casa. Ya sabe, señor Raúl. Utensilios para la cocina y camas para dormir.
- ¿Cuándo harás las compras? Porque puedo llevarte y así me enseñas tu nuevo apartamento.
- señor Raúl, no puedo abusar de su confianza. Algún día, ese café, lo invitaré yo. Pero ahora no tengo como hacerlo. No quiero que me tenga lástima ni nada de eso. Por favor - Raúl me toma de la mano y me acerca un poco a él.
- No te tengo lástima, Abi. Solo quiero ayudarte, ¡no estás sola - me mira a los ojos - déjame ayudarte, quiero protegerte!
- No es necesario, créame, por favor. Ha hecho mucho por mí trayéndome sana y salva al orfanato.
- Te propongo una cosa, yo te ayudo con la mudanza y las compras y tú haces una comida para mí - me sonríe.
- No creo que le guste mi comida, señor Raúl - niego, definitivamente no.
- Eso solo puedo decirlo después de probarla... ¿Aceptas?
- Tengo que organizar mis horarios...
- No acepto un no, como respuesta. ¡Déjame ayudarte - cierro los ojos y suspiro!
- El miércoles descanso en la mañana. ¿Tiene el día libre?
- ¿A qué hora puedo venir por ti?
- A primera hora, por favor.
- Está bien, señorita Abi. Estaré aquí a primera hora y no desayunes para que vayamos juntos a un restaurante - me deja un beso en la mejilla, tomándome desprevenida y se sube a su auto sin esperar mi respuesta o mi queja.
Me giro con mis mejillas sonrojadas cuando escucho la voz de Cloe.
- A primera hora, profesor. Por favor - hace una terrible imitación de mi voz mientras sonríe.
- ¡No me molestes - le digo pasando por el lado - se ofreció y es muy difícil decirle que no!
- ¿Por qué no te das cuenta de que él quiere algo contigo? Abi, dale una oportunidad al pobre hombre - levanta los brazos - ¡por favor!
- No es el momento - entro en los dormitorios y le hago señas a Cloe para que haga silencio.
- ¿Cuándo es el momento? Entonces.
- No lo sé- susurro mientras tomo mi ropa para tomar una ducha rápida y ella me persigue por toda la habitación.
- Se va a cansar de esperar, Abi. Y es un buen hombre.
- ¡Que se canse! - hablo con un tono de voz más alta y escucho murmullos de las otras niñas - Cloe, yo no soy como tú, no sé cómo hacerlo. No sé cómo besar a alguien. Me da miedo.
- ¡Dile eso!... además, cuando te vaya a besar, solo deja que pase. No tienes que hacer nada. Déjate llevar, sentirás mariposas en el estómago.
- No creo que sea tan fácil - niego - estás mintiendo.
- Créeme Abi. Si es el correcto, no lo pensarás dos veces.
Entro en la ducha a tomar un baño rápido para poder dormir.
Al día siguiente, Cloe no trabaja y ella aprovecha para comprar algunas cosas para la casa. Nos hemos dedicado a ahorrar el dinero que ganamos para poder comprar algunas cosas bonitas, pero mi amiga no puede comprar nada sin que yo lo autorice y mi teléfono suena todo el día.
- Cloe, es tu habitación. No puedes esperar que elija tus cosas.
- ¿Por qué no? Eliges mi ropa y todo me gusta. Quiero tener una habitación bonita y que todo combine. Ayúdame por favor.
- Cloe, confía en tus gustos. Todo quedará muy bonito.
- Definitivamente no, te enviaré las fotos de las cosas que hay y me ayudas a escoger ¿sí? - suspiro.
- Envía todas las fotos juntas, por favor. Estoy trabajando.
Cloe me envía mil fotos en menos de un segundo y escapo de volverme loca, ella es mi hermanita. Cumple años un día antes que yo, pero siempre celebramos nuestro cumpleaños a mitad de la noche.
Respondo mensajes dándole aprobación como dice ella y después de eso vuelvo al trabajo.