Capitulo 2

1807 Palabras
El sol se filtraba entre las cortinas de la lujosa habitación del Penthouse de Ailani, reflejando sombras sobre las sábanas desordenadas. Se despertó con un suspiro, con el cuerpo aún entumecido y la mente atrapada en la misma imagen que la había atormentado toda la madrugada: los ojos azules de su gigoló. Aún no recordaba cómo había llegado a casa, y todo por estar pensando en él. Y ni su nombre le había preguntado. Se giró en la cama y enterró el rostro en la almohada, intentando ahogar el latido acelerado de su corazón. No era propio de ella obsesionarse con un hombre, y mucho menos con alguien a quien apenas conocía, aunque también que era alguien que vivía para eso, estar con una y otra por dinero, o eso era lo que ella creía. Sin embargo, la sensación de su piel contra la suya, la intensidad de su mirada mientras bailaba, seguían persiguiéndola como un dulce veneno. —Esto es ridículo —murmuró, obligándose a levantarse. Se dirigió al baño y dejó que el agua caliente de la ducha se llevara su inquietud. O al menos, eso intentó. Mientras el vapor llenaba la habitación, Ailani cerró los ojos y se apoyó contra la pared de mármol, sintiendo un hormigueo recorrer su piel al recordar el roce accidental de las manos de él sobre su cintura. Al otro lado de la ciudad, Elijah descargaba su frustración contra el saco de boxeo de su gimnasio personal. Cada golpe resonaba en el espacio vacío, acompañado por el sonido de su respiración entrecortada. Su mandíbula estaba tensa, los nudillos enrojecidos y el sudor le resbalaba por la frente hasta la línea de su cuello. Pero nada de eso lograba despejar su mente. Ailani Rossi. La mujer que lo había comprado por una noche. —Maldita sea —gruñó entre dientes, lanzando un último golpe con tanta fuerza que el saco osciló violentamente. Se quedó allí, con los músculos rígidos, las manos aún en posición de ataque, tratando de recuperar el aliento. Su pecho subía y bajaba con esfuerzo. Se pasó una mano por el cabello húmedo y luego agarró una botella de agua, inclinando la cabeza hacia atrás mientras bebía en grandes tragos desesperados. Pero el ardor en su pecho no se debía solo al entrenamiento. Era otra cosa. Algo que le calcinaba desde dentro. No debió aceptar esa apuesta. No debió subir a ese escenario. Y, sobre todo, no debió permitir que ella lo deseara de esa forma. Él sabía quién era ella, por supuesto que sí. Aún tenía en su mente cómo lo escaneó. Con deseo. Con curiosidad. Como si pudiera ver más allá. El sonido de la puerta abriéndose interrumpió sus pensamientos. —Wow, estás hecho un desastre. ¿Tan mal te fue? —bromeó Oliver al entrar, con esa sonrisa burlona que Elijah encontraba exasperante. Elijah frunció el ceño y dejó caer la botella en el suelo con un golpe seco. —No molestes, Oliver —gruñó sin voltear a verlo. Pero su amigo, como siempre, no supo cuándo rendirse. —Oye, ¿tan mal te fue? —insistió, su tono de voz estaba impregnado de diversión. Elijah apretó la mandíbula. No quería hablar de eso. No quería admitir lo que realmente le frustraba. Así que recurrió a la mentira más conveniente. —Si lo que quieres saber es si pasé la noche follando, no. No hicimos nada —respondió con voz áspera, dándole la espalda. Oliver soltó una carcajada, esa risa despreocupada y confiada que siempre lograba sacarlo de quicio. —¡Ja, ja, ja, ja, ja…! No me creas tonto —dijo con un brillo pícaro en los ojos—. Si estás así es porque te gustó. Y te frustra desearlo. Elijah sintió un nudo en el estómago. Un ardor incómodo le recorrió la piel. Giró lentamente la cabeza y lo fulminó con la mirada. —Deja de decir estupideces. Oliver levantó las manos en un gesto pacífico, pero la sonrisa en su rostro se mantuvo intacta. —Cómo digas, amigo. Pero cuando quieras admitirlo, ya sabes dónde encontrarme. Elijah lo observó salir del gimnasio, pero su mente seguía atrapada en un único pensamiento. Tenía que alejarse de Ailani. Antes de que fuera demasiado tarde. Era mejor que ella olvidara por completo esa noche de placer. Horas después, en la lujosa sede de Brown Enterprises, Ailani caminaba con pasos firmes por el pasillo de mármol, con su falda lápiz abrazando su figura y su blusa de seda ondeando ligeramente con su andar. Aunque por fuera irradiaba seguridad, por dentro su mente seguía reviviendo la noche anterior. Cuando llegó a la oficina de James Brown, Ailani respiró hondo y alisó instintivamente su blusa, asegurándose de que cada pliegue estuviera en su lugar. Había algo en la presencia de aquel hombre que siempre le hacía estar alerta. Enderezó los hombros, dibujó una sonrisa profesional en sus labios y giró el pomo de la puerta con firmeza. El despacho la recibió con su acostumbrada atmósfera de lujo y poder. La luz del sol, filtrándose a través de las cortinas de lino, bañaba los estantes de madera oscura repletos de volúmenes encuadernados en cuero. El sutil aroma al café recién hecho flotaba en el aire, mezclándose con el perfume maderado del magnate. James Brown estaba sentado en su enorme escritorio de caoba, la elegancia personificada en su traje impecablemente planchado y su reloj de oro que brillaba con cada movimiento calculado de su mano. —Ailani, querida, ¡Qué puntual! —dijo con su voz grave y pausada, dejando que cada sílaba se asentara en el aire. —Siempre —respondió ella con calma, deslizándose en la silla frente a él con una postura segura. Los ojos de James, de un gris acerado, la estudiaron con detenimiento. Entrelazó los dedos sobre la superficie pulida del escritorio, exhalando un suspiro pesado, como si estuviera a punto de soltar una carga que llevaba demasiado tiempo sobre sus hombros. —Necesito tu ayuda con algo muy importante. Ailani inclinó la cabeza ligeramente. Un escalofrío le recorrió la nuca ante el tono solemne de sus palabras. —¿De qué se trata? James se reclinó en su silla, su expresión estaba endurecida, volviéndose más sombría. —Quiero que mi nieto asuma el liderazgo de la empresa —declaró, dejando caer las palabras con el peso de una sentencia ineludible—. Eli es el legítimo heredero, pero sigue negándose a aceptar su lugar. Ailani parpadeó. Su respiración se tornó más lenta y profunda. —¿Eli? —repitió con cautela, sintiendo cómo el nombre despertaba una inquietud inexplicable en su pecho. James asintió con gravedad. —Sí. Eli. Ha estado evitando sus responsabilidades durante demasiado tiempo. Necesito que lo convenzas. Eres la única persona en quien confío para esto. El silencio se alargó entre ellos por un breve instante. Ailani sintió un cosquilleo en la piel, como si una advertencia invisible flotara en el aire. No era miedo, no exactamente, pero sí una sensación de incertidumbre que le calaba los huesos. Estaba acostumbrada a las exigencias de su mentor, no se veía recibiendo órdenes de un hombre que no veía hace años. Su vida estaba alejada de la familia de su jefe. Y el nieto de James ya era un CEO reconocido, por sus empresas y negocios en la ciudad de Brighton. Inspiró lentamente, manteniendo su expresión serena. —Haré lo que pueda, señor Brown. ¿Dónde está él? James esbozó una sonrisa que no llegó a iluminarle los ojos. —Confío en ti, Ailani. Sé que encontrarás la manera de hacer que recapacite. Y lo haré llegar hasta aquí. Sé que está aquí en Londres, pero es incapaz de venir a visitarme. Ella asintió, pero mientras se levantaba de la silla y se dirigía a la puerta, una sensación de anticipación la envolvió como una sombra persistente. Sus tacones resonaron suavemente contra el suelo de mármol, cada paso era un eco de la incertidumbre que ahora anidaba en su pecho. Con muchas cosas por hacer, fue hasta su oficina a empezar su día de rutina. El sonido de los tacones de Ailani resonaba con autoridad sobre el mármol reluciente mientras se dirigía a su oficina. Su mente, sin embargo, seguía anclada en la conversación con James Brown. La idea de convencer a su nieto de tomar el liderazgo de la empresa se le antojaba como un reto monumental, pero no imposible. Ailani no se amilanaba ante desafíos, y menos si venían de un hombre al que le debía tanto. Cuando cruzó el umbral de su oficina, el inconfundible aroma del café recién hecho flotó en el aire, mezclándose con el perfume floral que siempre impregnaba su espacio. Se dejó caer en su elegante silla de cuero y exhaló un suspiro, permitiéndose por un instante cerrar los ojos y recomponerse. Un suave carraspeo la sacó de sus pensamientos. Abrió los ojos y vio a Olivia, su secretaria, de pie junto a la puerta, con esa sonrisa cómplice que solía llevar cuando tenía un chisme jugoso que compartir. —Buenos días, Olivia —dijo Ailani, arqueando una ceja—. ¿Qué sucede ahora? Olivia dio un par de pasos al interior, inclinándose ligeramente hacia ella, como si lo que fuera a decir no pudiera ser escuchado por nadie más. —Se rumorea por toda la empresa —susurró con una chispa de diversión en la mirada— que el nieto del señor Brown será nuestro nuevo CEO. Todos están hablando de ello. Ailani dejó escapar una carcajada, apoyando una mano en su escritorio mientras sacudía la cabeza con incredulidad. —¿En serio? ¿Desde cuándo te unes a la legión de los chismosos? —preguntó con una sonrisa burlona. Olivia cruzó los brazos y ladeó la cabeza, fingiendo indignación. —No es chisme si es verdad, jefa. Dicen que el señor Brown lo traerá a Londres a la fuerza si es necesario. Y tú sabes que cuando el viejo quiere algo, lo consigue. Ailani apoyó los codos sobre la mesa, entrelazando los dedos, mientras una sonrisa divertida bailaba en sus labios. —Bueno, ya veremos qué tan cierto es eso —respondió con tono ligero—. Mientras tanto, no dejes que las habladurías te distraigan del trabajo. Olivia rodó los ojos con una sonrisa, pero antes de retirarse, se inclinó un poco más. —Solo digo que, si es tan apuesto como dicen, no me molestaría que fuera nuestro jefe —murmuró con picardía antes de girarse y salir de la oficina con una risa contenida. Ailani negó con la cabeza, aun sonriendo. Sin embargo, una parte de ella no podía ignorar la punzada de curiosidad que se había instalado en su pecho. ¿Quién era realmente Eli Brown? ¿Y qué pasaría cuando finalmente llegara a la empresa?
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR