ALEXIA.
El día transcurre de forma lenta y pausada, las horas parecen minutos. Será porque espero con ansias que llegue la noche.
Cada vez que pienso en la cena mi estomago revolotea nervioso. No es la primera vez que tengo una cita con un hombre, pero ciertamente ningún hombre es como Aiden. Su presencia impone respeto, y no sólo porque es el Alfa. Pero además parece tener un lado tierno que estuvo demostrando conmigo.
- ¡Alexia! Limpieza en la mesa tres -me llama la atención Amira.
- Voy - salgo de mis pensamientos y me pongo a trabajar.
La tarde llega, el trabajo termina y el entrenamiento está esperando. Me subo al coche y me encamino al centro de entrenamiento que se encuentra a un par de kilómetros, alejado del centro. Al llegar me encuentro con Karlos en el entrada.
- Pensé que nunca llegarías -me advierte burlón.
- ¿Hola no? Que yo recuerde no dormimos juntos -contraataco.
- Hola mi reina de reinas -me da un calido abrazo, y enseguida se separa. -Mejor no te abrazo tanto si quiero mantener mi integridad física -hace una señal hacia la izquierda.
Giro en busca de lo que me está señalando, y me topo con unos intensos ojos ámbar. Sus ojos muestran un poco de cautela y ¿celos? Está celoso del abrazo de Karlos. Al caer en cuenta de lo que pasa, me ruborizo y desvío la mirada.
Karlos se ríe. -No tienes de qué avergonzarte.
- Ya cállate, me vas a hacer llegar tarde -lo golpeo juguetonamente y me voy a cambiar para empezar el entrenamiento.
El entrenamiento fue más duro de lo normal. La presencia de Aiden logró distraerme en varias ocasiones, sobretodo porque no quitaba la mirada de mi.
Una fina capa de sudor envuelve mi cuerpo. Paso la toalla por mi cara, y me doy cuenta de que debo tener un aspecto bastante terrible. Toda sudada, con la cara colorada, despeinada. Guardo rápidamente mis cosas en el bolso y me dispongo a irme, pero me doy cuenta de una cosa.
Volteo buscándolo, y lo encuentro junto con Raoul y Karlos del otro lado del campo. Como si supiera que lo estoy buscando, desvía la mirada a mi encuentro. Dudé un momento si acercarme o no, pero no puedo evadir las cosas toda la vida. Veo su sonrisa aparecer a medida que me voy acercando.
- Alfa, Beta- saludo cortesmente ya en su lugar.
- Srita. Alexia, un placer volver a verla -me responde Raoul, ganándose una mirada de advertencia de Aiden.
Me aclaro la garganta, un tanto nerviosa.
- ¿Alfa puedo molestarlo un minuto? -le consulto. Karlos me mira enarcando una ceja, sé que luego me preguntará por esto. Raoul sonríe.
- Si, claro -velozmente toma mi mano y me aparta del lugar, para poder hablar a solas.
- Dime, ¿que necesitas? -me pregunta, depositando un suave beso en mi mano.
Mi nerviosismo me traiciona y vuelvo a ruborizarme. Increíble lo que este hombre puede provocarme en tan poco tiempo.
- Pues, es que no me has dicho a donde me llevaras a cenar, así que no sé cómo tengo que vestirme -confieso, un poco avergonzada.
Una risita se escapa de sus labios.
- Te llevaré a cenar a mi aldea, si no te molesta. Preparé un lugar para nosotros.
- Esta bien -le sonrió. Me dejó llevar por la sensación de su roce en mi mano.
- Te paso a buscar a las 8, ¿esta bien? -me pregunta en un susurro.
- Si, perfecto -le dedico una sonrisa y me despido.
Me subo al coche y veo que Karlos se acerca en mi dirección. Perfecto, ya va a empezar el interrogatorio. Golpea la ventanilla con los nudillos. En una escena dramática, bajo lentamente la ventana del copiloto.
- ¿Qué se le ofrece beta? -le pregunto enarcando las cejas.
- ¿Será que tiene un lugarcito para llevarme? -suspiro, porque no me puedo negar.
- Sube -destrabo la puerta y enseguida de sube al lugar del acompañante.
Enciendo el coche y me dirijo a la casa de Karlos. Él no dice nada, se mantiene callado.
- Anda, pregúntame lo que quieres preguntarme -lo presiono.
- ¿Tú y el alfa Aiden...? -deja la pregunta inconclusa, haciéndome un gesto.
- Nos estamos conociendo, nada más -malpensado. -Me invitó a cenar hoy.
- Entonces está siguiendo mi consejo. Inteligente -me río y él se une a mí. Es terrible.
- Que seria de mi sin ti -admito, negando con la cabeza.
Él me sonríe.
- Me alegra tanto que hayas encontrado a tu mate -me confiesa, sincero.
- La verdad es que a mi me tomó por sorpresa. Supongo que ya me había hecho la idea de que iba a ser una loba solterona -confieso medio en broma medio verdad.
- Igual te noto distinta -supongo que se refiere a que estoy más tímida, ya que suelo ser bastante osada la mayoría del tiempo.
- Quiero tomarme las cosas con calma, conocerlo bien. Será la persona que me acompañe durante el resto de mi vida -me encojo de hombros.
- Es un pensamiento razonable -me secunda.
Estaciono frente a su casa.
- Oye, tranquila. Tómalo con calma, pero no lo dejes escapar -me guiña un ojo y me da un beso en la mejilla.
- Se cuidan ¡eh! -se burla bajándose del auto.
-¡Karlos! -siento que mis mejillas arden. Estúpido.
Escucho su risa a través de la noche.
~
Ya en casa, me queda una hora antes de que venga Aiden a buscarme. Por suerte Genesio esta noche se encuentra en la Mansión, y sé que no volverá temprano.
Tengo que verme casual, pero quiero darle un toque de sensualidad también.
Entro en la ducha y me tomo mi tiempo para lavarme bien. Utilizo un jabón con fragancia a rosas, que suelo usar en ocasiones especiales. Al salir seco mi cabello y lo acomodo en un peinado semi recogido, dejando algunas ondas de mi cabello sueltas.
Preparo mi ropa; un Jean ajustado de color oscuro junto con una camisa blanca con escote y mangas cortas. Acompaño con un blazer n***o y unos zapatos de tacón ancho también color n***o. Un poco de perfume, un maquillaje casual y ¡listo!
Justo al mismo tiempo, escucho que tocan el timbre. Y lo siento, el intenso olor a jazmines, su fragancia. Ya está aquí. Trato de conservar la calma y bajo a abrir.
Al abrir la puerta trago en seco. Aiden está vestido con un ajustado pantalón n***o y una camisa azul oscuro que se ajusta bien a los músculos de su cuerpo. En la mano carga con una chaqueta de color negra.
Lo escucho suspirar.
- Hola -lo saludo tímidamente.
Me sonríe, y me deslumbra.
- Permiteme decirte que estas hermosa -me halaga, con cuidado. Y eso sólo hace que mi corazón se enternezca.
- Tu no estas nada mal -ok, ya sé que no soy la mejor haciendo cumplidos. Escuchar su risa me deja mucho más tranquila.
- ¿Me acompaña señorita? -me ofrece su brazo y yo lo acepto.
- Vamos -al llegar al coche, me abre la puerta del acompañante y yo subo. Realmente es todo un caballero.
Él sube y arranca el auto, poniéndonos en marcha. La verdad no sé en qué parte del pueblo está su aldea, pero nos lleva un buen tiempo llegar. Cuando llegamos noto que son cabañas todas revestidas en madera. El ambiente de la aldea es bastante alegre. A pesar de ser bastante tarde ya, abunda la gente en la calle.
- Te advierto, para que no te asustes, pero es muy probable que conozcas a mi hermana -me advierte cauteloso, aunque no entiendo cuál sería el problema.
- ¿Y me lo dices por que...?
- Porque se puede poner un poco intensa a veces -ah, era eso. Tranquila, sin presiones. - El que avisa no traiciona. -me sonríe y le devuelvo el gesto.
Estaciona frente a un pequeño restarán con fachada haciendo juego con las cabañas del lugar. La iluminación es tenue, creando una atmósfera romántica. La decoración sencilla pero armoniosa.
- Que hermoso lugar -comento, aun inspeccionandolo. Hay pocas mesas ocupadas.
- Creí que te gustaría -le sonrió, confirmándole.
- Buenas noches -nos saluda una camarera. Se acerca a nosotros y me doy cuenta de su actitud coqueta hacia Aiden, lo cual me hierve la sangre.
Sin pensarlo dos veces, agarro del brazo a Aiden, sonriendole a la chica.
- Buenas noches -la saludo.
Él nota mi intención y me sujeta por la cintura, depositando un beso en mi cabello.
- Buenas noches señorita. Tengo una reservacion para dos a nombre de Craig -le informa a la mesera, y ésta nos guía a una mesa apartada, en un lugar más íntimo.
La mesa estaba decorada con un aire rústico, y en el centro un par de velas adornaban. Aiden retira mi silla para que tome asiento y luego se acomoda en frente de mi.
- Con que Craig, ¿eh? -le comento, para saber un poco más sobre él.
- Apellido escocés-se encoje de hombros. -Mi linaje viene de Escocia. ¿El tuyo?
La camarera nos interrumpe para dejarnos las cartas, y aprovechar la ocasión para hacerle ojitos a Aiden. Me siento victoriosa al darme cuenta de que él no le dedica ni una sola mirada porque tiene sus ojos clavos en mi. La chica se va claramente ofuscada.
- ¿Y entonces? -lo miro sin entender. -¿Tú linaje? -cierto.
- De Santis, creo que es italiano. Según las historias de mi abuelo -le cuento mientras ojeo la carta. -¿Qué hay de tu familia? ¿Tus padres? -empiezo el interrogatorio. Y es que quiero saber más de él.
- Con mi hermana nos escapamos de nuestra manada cuando eramos chicos, era un lugar muy sádico y sangriento -me cuenta casi en un susurro. Su voz parece teñida de cierta tristeza. -Nos criamos solos, hasta que de a poco fuimos haciendo nuestra propia manada.
- Lamento mucho lo de tu manada -tomo su mano, intentando reconfortarlo. Una experiencia asi debe ser difícil.
Él toma fuerte mi mano y deposita un suave beso en la palma.
- Eso es historia antigua, no hay nada que lamentar. No te preocupes -sus ojos son dulces y cariñosos, pero a la vez intensos y posesivos.
Desde que supe que Aiden era mi mate, sólo intenté frenar un poco mis sentimientos. Pero conociéndo esta parte de él, hace que esa barrera que puse de protección vaya cediendo de a poco.