Capítulo 9

2179 Palabras
ALEXIA. Llegamos a la cabaña de la hermana la cual está finamente decorada al frente con diferentes tipos de plantas. Una luz tenue adorna la entrada principal. La luz del interior está encendida. Mis nervios empiezan a traicionarme, y las manos me sudan. Maldita sea, ahora no. Aun nos estamos bajando del coche cuando la entrada de la casa se abre de golpe y una mujer se asoma. Al verla me quedo helada. Aiden ya me había dicho que era su hermana gemela, pero realmente es idéntica a él en versión femenina. El mismo tono de piel, los mismos rasgos faciales, el mismo color de cabello, y los mismos hermosos ojos color ámbar. Ella es hermosa, podría ser modelo fácilmente. Al notar mis dudas, Aiden pasa su brazo por mi cintura para que avancemos. Camil, la hermana, espera sonriente en la entrada. Llegamos a su encuentro y Aiden se interpone un poco entre nosotras. - Camil -la saluda secamente, enviándole una mirada de advertencia. - Hermano -asiente ella, y posa sus ojos en mi. Su sonrisa se ensancha a medida que se acerca más. - Hola -saludo tímidamente. Le extiendo la mano en forma de saludo. Ella la toma y me jala para rodearme con sus brazos. - ¡No sabes cuanto he esperado este momento! -su agarre se hace cada vez más fuerte. - ¡Camil! -le llama la atención Aiden. Ya veo a que se refería con eso de la intensidad. De igual forma me parece bastante tierna, su forma de preocuparse por su hermano. - Aiden no molestes -ella me toma del brazo y me guía al interior de la cabaña. La decoración es colorida y sencilla. El ambiente es bastante acogedor. La chimenea de leña que se encuentra en el living está encendida y la llama transmite un calor reconfortante. - Ven, ponte cómoda por aquí -me guía a un sillón de dos cuerpo que se encuentra frente a la chimenea. - Gracias -replico, mientras tomo asiento. A mi lado se ubica Aiden, adoptando una postura protectora. - Hice un poco de té, ¿gustas? -su ánimo es tan risueño que me hes imposible negarme. -Enseguida lo traigo -se va de la sala, dándonos un poco de privacidad. Fulmino a Aiden con la mirada. Él se encoje de hombros y pronuncia sin sonido un "te lo dije". - Alexia no sabes el placer enorme que es conocerte -vuelve Camil con tres tazas de te y azúcar. Lo deposita en una mesita baja y se sienta en un sillón a mi costado. - Lo mismo digo Camil -me pasa una taza y la recibo con gusto. También le extiende una a Aiden, pero él la rechaza cortesmente. - Bueno cuéntame sobre ti. Me intriga saber el tipo de mujer que la Diosa Luna destinó para mi hermano -la taza tiembla levemente en mis manos. Ella es bastante directa. - Camil déjala tranquila -la corta Aiden, pero yo lo freno. - No, esta bien -tomo un sorbo y continuo. -¿Qué es lo que quieres saber? - Cuentame acerca de ti. ¿Qué rango eres? -esta mujer si que no tiene pelos en la lengua. Me agrada. - Soy una GAMMA, mi abuelo pertenece al consejo de Ancianos de la manada -me empieza a preocupar qué tipo de preguntas puede llegar a hacerme. - Interesante -le brillan los ojos. -¿Y a qué te dedicas? - Trabajo en la cafetería del pueblo durante la semana, y los fines de semana brindo ayuda en un refugio que esta a las afueras -noto el gesto sorprendido de Aiden, ese es un detalle que no había compartido con él. Ella asiente y sonríe. - Y dime, me intriga. ¿Qué edad tienes? -si, sabía que está pregunta iba a surgir en algún momento. - Tengo 22 años -sentencio, un tanto tensa. Sé que ellos tienen más de 500 años, al lado de ellos yo soy un bebé prácticamente. - Aiden eres un anciano -ella se carcajea. Él la mira con cara de pocos amigos. - Tú tienes la misma edad -niega con la cabeza. La escena me divierte. Se nota que son incondicionales el uno con el otro. Inconscientemente sonrio. Espero poder agradarle a Camil, y que podamos llegar a establecer un vínculo. Aiden se acerca más a mi, rodeando mi cintura con su brazo. Para Camil no pasa desapercibida esa acción y sonríe. La puerta de ingreso es azotada violentamente, los tres volteamos a ver qué está sucediendo. Un exaltado Raoul aparece. - Alfa, disculpe la interrupción. Necesito que me acompañe, encontramos algo -su mirada está desorbitada. Siento a Aiden tensarse al lado mio. Enseguida se pone de pie, y se vuelve hacia nosotras. Se agacha hasta mi altura y toma mi mano. - ¿Alexia podrías esperarme aquí en lo que regreso? -más que preguntarmelo, me lo está pidiendo. - Puedo volver a mi casa si prefieres, no quiero ser molestia -un miedo fugaz cruza por la mirada de Aiden. Camil interrumpe rápidamente. - No eres ninguna molestia, puedes quedarte aquí todo lo que quieras. - Por favor -me mira suplicante él. Sé que no puede ordenarmelo porque técnicamente no es mi alfa, así que me lo pide de la forma más respetuosa posible. Me derrite el corazón. - ¿Volverás? -de repente la idea de no verlo de nuevo me inquieta. Toma mis dos manos y me da un suave beso. - Lo prometo -sentencia, y desaparece junto a Raoul. El vacío me inunda cuando se marcha. La ansiedad se apodera de mi. ¿Qué está pasando? Camil lo percibe e intenta tranquilizarme alcanzandome otra taza de té. - Tranquila, Aiden sabe bien lo que hace. Sea lo que sea, pondrá todo en su lugar -me asegura. No me quedo tranquila del todo, pero me relajo un poco más. Ella se sienta a mi lado. - Sabes, quizás Aiden aun no te ha contado esto. Aunque tampoco creo que lo haga, conociéndolo -lo que está diciendo capta toda mi atención, aunque tengo la sensación de que no debería saberlo. -Él sufrió mucho buscando a su pareja. Fueron muchos años, y algunos fueron realmente duros y oscuros. Para él y para todos los que lo rodeamos. Por eso entiende lo importante que eres para él y lo feliz que nos hace que te haya encontrado -declara sonriente. Su declaración me deja impactada, por lo íntima y fuerte que es. Por un lado siento lastima de que Aiden haya tenido que pasar por todo aquello, por otro lado me siento halaga de haber sido la elegida por la Diosa Luna para ser su pareja. Todas las dudas que tenía acerca de eso empiezan a desaparecer. - Camil te quiero ser sincera, no soy una mujer que de vueltas con las cosas -le confieso. - Al principio quería tomarme el tiempo necesario para conocer a tu hermano, tomarlo con calma. Después de todo, vamos a acompañarnos por el resto de la vida. - Es una decisión lógica, lo entiendo -acepta entre sonrisas. - Pero después de esta noche con él, la verdad es que ya no tengo ninguna duda al respecto -sonrió un poco avergonzada. Siento que el rubor invade mi rostro. Empieza a aplaudir festejando. - Hacen una hermosa pareja, me encanta -me abraza y yo le correspondo el gesto. - ¿Camil te puedo hacer una pregunta? -me separo de ella. - Con esta serian dos -bromea ella. - ¿Sabes qué está sucediendo? -le pregunto por la repentina interrupción de Raoul. - No en detalle, pero nada que debas preocuparte - un tono de llamada suena a la distancia, distrayendonos. Es el celular de ella. Se levanta para atender, alejándose hacia la cocina. El nerviosismo empieza a apoderarse de mí, la necesidad de saber dónde y cómo está Aiden. Camil vuelve a la sala, sacándome de mis pensamientos. - Mi hermano llamó -volteo a verla y le hago un gesto para que siga hablando. - Esta todo bien, pero le va a llevar un rato lo que está haciendo. Me pidió que por favor te quedes a dormir esta noche acá. Dudo un segundo. - No sé si debería. Puedo pedirme algún servicio de auto hasta mi casa -me paro para agarrar mis cosas pero Camil me detiene. - En realidad me suplico que te convenciera para que te quedes. No se va a quedar tranquilo si andas sola tan tarde -me mira y veo la suplica en sus ojos. -Por favor -me pide. Suspiro. - Bueno. Tengo que avisarle a mi abuelo -busco mi celular entre mis cosas. Marco el número de Genesio pero no me atiende. Que raro. Me decido por mandarle un mensaje. "Me quedo a dormir esta noche en la casa de la hermana de Aiden, mañana te cuento. Bss" Miro la hora en el reloj de pared. Las once y cuarto de la noche. Con razón me siento tan cansada. - Ven, te muestro la habitación. Para que te pongas cómoda -subimos las escaleras al segundo piso. Me guía a través de un pasillo hasta la tercer puerta. El dormitorio se nota que es para huéspedes, no es chico pero tampoco grande. Tiene el tamaño justo. Un pequeño mueble con varios cajones se encuentra en un rincón. Arriba de él cuelga un espejo. Camil me tiende lo que parece ser unas prendas de ropa. - Es un pijama mio. Creo que somos de la misma talla así que te quedará -me dice sin perder la sonrisa. - Gracias por todo Camil -le agradezco tomando las ropas. - No tienes nada que agradecer, esta es como tu casa desde ahora -me vuelve a abrazar. -Al final del pasillo está el baño si quieres ducharte. Te dejo para que descanses -dice, y sé marcha dejándome sola. Tratando de asimilar todos los acontecimientos, decido darme una ducha para sacarme de encima el día. Casi las doce de la noche y aun no sé nada de Aiden, lo que me pone un poco inquieta. El pijama me entra perfectamente, Camil tenía razón. El material de seda resbala por mi cuerpo, se siente suave y cómodo. Me acuesto en la cama, la habitación está a oscuras. Un sentimiento raro me persigue, algo que no me deja dormir. Doy vueltas y vueltas, acomodandome de un lado al otro. No sé cuánto tiempo pasa. Los párpados empiezan a pesarme y en algún momento de la noche caigo rendida. ~ Me despierto desorientada en el medio de la oscuridad. Me cuesta unos largos minutos acordarme donde estoy. Me incorporo sentándome en la cama. Un movimiento llama mi atención en una esquina del cuarto, y cuando volteo a ver unos ojos amarillos me están mirando. Cuando mi vista se acomoda a la oscuridad me doy cuenta de quien es y mi cuerpo vibra de alegría. - ¡Aiden! -mi tono de voz se eleva por encima de lo normal. - Perdón, no quería despertarte. Sólo pasaba para ver como estabas -me pongo de pie rápidamente y corro a su encuentro, abrazándolo. Realmente me alegra que este aquí. Mi gesto lo toma desprevenido. Enseguida reacciona y me apreta contra su cuerpo. - ¿Esta todo bien? -me separo un poco de él para observarlo. - Todo bajo control -me sonríe. - ¿Quieres contarme? -lo presiono. Quiero saber qué lo hizo salir corriendo. - No ahora, es muy tarde y debes descansar -junta mis manos y me da un suave beso. Las ganas de besarlo aquí y ahora me están comiendo viva. ¡Al diablo! ¿Por qué no? Subo las manos por sus brazos y me percato de que tiene la camisa arremangada. Me deleito con la sensación de sus músculos bajo mis dedos. Sujeto las solapas de su camisa y lo atraigo hacia mi, uniendo sus labios con los míos. Responde a mi beso con urgencia y necesidad. Siento sus manos bajando por mi espalda hasta mis glúteos, pegándome a su cuerpo. Puedo sentir toda la intensidad de su dureza a través de la tela. ¡Santa Virgen! Enrosco una mano en su cabello y tiro de él, mientras muerdo su labio. Un leve gemido escapa de su boca. - Alexia... -susurra en voz baja. Me separo un poco de él, porque sino no vamos a poder parar. - Es tarde, necesitas descansar -los dos estamos jadeando en busca de aire. - Quédate conmigo -me mira dudoso. -Si te vas no podré dormir -aclaro. Me guía hasta la cama. Me acuesto y el se acomoda sentándose a mi lado. Apoyo la cabeza en uno de sus muslos, mientras siento las caricias de sus dedos sobre mi cabello. Los ojos se me van cerrando. - Descansa nena -me da un tierno beso en la frente. La presencia de Aiden me tranquiliza y me hace sentir segura. Ya no tengo más dudas acerca de lo que siento por él. En unos pocos segundos mis ojos ceden al dulce llamado de morfeo y yo me dejo llevar, sabiendo que me encuentro en los brazos de mi hombre.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR