Capítulo 4

1589 Palabras
ALEXIA. Aquel hombre era imponente. Tranquilamente debe estar midiendo 1.85. Sus marcados músculos se notan a través de la camiseta negra, estirando la tela en la zona de los brazos y el pecho. Los rasgos de su cara son finos y prominentes; respingada nariz bien definida, unos carnosos labios medio sonrosados y esos hermosos ojos color ámbar. El cabello del color de la oscura noche. Y podría apostar mi vida a que es el lobo que vi la noche anterior en el claro. Estiro mi mano en señal de saludo, pero él no responde. Sólo me mira, e incluso parece que no pestañea. Me empieza a incomodar un poco. El hombre a su lado, el tal Raoul, se aclara la garganta y me sonríe estirándome la mano. - Muchas gracias por la bienvenida, y por reservarnos un lugar -acepto su saludo y le devuelvo el apretón de manos. A diferencia del alfa, el beta es un poco más bajo, pero en cuanto a músculos no tiene nada que envidiarle. Su piel es de un tono trigueño, su cabello de un color castaño claro y unos amables ojos verdes. - Por favor, nada que agradecer. ¿Ya saben qué van a ordenar? - les consulto, evitando mirar al alfa que no despega su mirada de mi. Su cara de pocos amigos me dice que me aleje de aquí lo antes posible. Bien parecido pero con un carácter de perros recuerdo las palabras que me dijo Karlos aquel día. Los tres toman asiento en sus lugares. - Ya sabes, lo mismo de siempre para mi -dice Karlos burlón. Asiento en su dirección y anoto en la libreta. Quiero mencionar lo menos posible para ya salir de allí. - Yo tomaré un jugo de naranja con una porción de tarta de manzana, por favor -me pide Raoul. - ¿Y tu Aiden? -le consulta al tiempo que le alcanza la carta. Éste la rechaza con un gesto. - Un café n***o -susurra sin mirarme. - Anotado. En un momento les traigo su pedido -me despido cortesmente, regresando a mis labores. Si la noche anterior había querido averiguar más de aquel lobo, hoy que sé de quien se trata sólo quiero mantenerme alejada. El día pasa rápidamente ya que la gente no deja de llegar, y el trabajo aumenta. Al acercarles el pedido, el alfa todavía estaba con su gesto retorcido y poco amable. Ni siquiera se detuvo a mirarme, y eso, por alguna extraña razón, me hirió un poco. Me mantuve el resto del dia ocupada, llevando y trayendo pedidos, tratando de prestarles la menor atención posible. Amira estuvo más distraída de lo normal, gracias al señor yo-todo-hermoso-y-arrogante. Y el resto de mis compañeras también. Al terminar mi turno, me retiro rápidamente ya que tengo entrenamiento. Pero antes debo pasar por la casa para cambiarme de ropa. ~ Llego a la casa y todo está apagado y silencioso, lo cual es raro. Entro encendiendo la luz del comedor y casi muero del susto al ver a mi abuelo en el sillón. - ¡Abuelo, casi me matas del susto! -le recrimino enojada. -¿Qué haces con las luces apagadas? Él se carcajea por mi reacción, y eso solo me enfurece más. - Tranquila hija, sólo estaba descansando un poco en el sillón -me explica. Se levanta y con el lleva un vaso de agua. - Ha sido un día agotador -se nota en su mirada el cansancio. Unas notables ojeras surcan sus ojos, dando una impresión de que ha envejecido 10 años. - Si quieres puedo faltar al entrenamiento, no creo que haya problema -cuelgo mi campera y empiezo a acomodar mis cosas, pero él me frena de golpe. - No hace falta niña. Incluso hoy irán el alfa Aiden y el Beta Raoul a presenciar el entrenamiento, necesitan ver en acción a nuestra mejor gamma -me guiña un ojo cómplice. - El alfa Raoul parece muy amable -le comento al pasar. - Lo es, de hecho -afirma. Me alcanza un vaso con agua. Parece pensativo. -¿Y qué te pareció el alfa? Frunzo el ceño de sólo escuchar su mención. - Un maleducado -tomo un sorbo de agua y limpio el vaso, al tiempo que empiezo a buscar mi ropa de entrenamiento. Genesio me mira sorprendido. Quizás no se esperaba aquella declaración. - En la reunión fue bastante cortes -me cuenta. Quiere tratar de convencerme de aquello, pero yo ya he hecho mi propia opinión al respecto. - Prefiero no saberlo, de todos modos me mantendré alejada de ellos -sentencio, y subo a mi habitación a cambiarme. Al bajar, Genesio me está esperando en la entrada. - Oye hija, no deberías ser tan dura con todos. Así nunca encontrarás a tu pareja -me regaña. - Quizás no quiero encontrarla -la preocupación tiñe su cara y caigo en la cuenta de que no fue un buen comentario. - Tu tranquilo abuelo. No seré tan dura, lo prometo. Le doy un beso y me despido de él. Me subo a mi coche y me encamino al centro de entrenamiento en las afueras del pueblo. ~ Al llegar al lugar, mis compañeros ya se encuentran reunidos calentando. Karlos, el alfa Dante y la anciana Dana se encuentran unos pasos más alejados. Parece que hoy tenemos público. Simplemente genial. - ¡Formense! -nos indica el alfa. Nos formamos en hilera, uno al lado del otro. - Primero realizarán un calentamiento, correrán 15 minutos. Luego quiero que se formen en parejas y practiquen los movimientos de ataque -nos ordena Karlos. - Entendido -decimos al unísono. - Pueden empezar -confirma Dante, y los tres se corren un par de metros del lugar. Empezamos a correr en la pista, todos en silencio y concentrados. Jamás habíamos tenido público en los entrenamientos, y ninguno quiere meter la pata y arruinarlo. Vislumbro a mi compañero Draco y me acerco a él, haciéndole una señal con la cabeza para que sea mi compañero de lucha. Entiende y me da un gesto afirmativo. Los 15 minutos se pasan rápido, mientras la noche empieza a hacerse presente. Escuchamos la orden del alfa para empezar con el entrenamiento de lucha. - Oye, no vayas a darme tan fuerte -se ríe Draco mientras se acerca a mi. - Sólo si realmente me haces enojar -sigo su broma. Las parejas se van formando y posicionándose estrategicamente en diferentes lugares. Draco se pone en posición de defensa, agitando sus manos en mi dirección. - Vamos princesa, veamos de que eres capaz -me incita. Ay mi querido Draco, lo que pides lo tendrás le sonrió maliciosamente. Me paro en posición y lo evaluó. Me lanzo a él rápidamente, sin darle tiempo a pensar, y lo ataco con un puñetazo en la nariz. Mi puño alcanza su nariz y escucho como maldice. Se estabiliza y me agarra el brazo para inmovilizarme. Actuó rápidamente, agarrandolo de sorpresa. Me giro sobre mi espalda, torciendo el brazo que me sujeta al tiempo que con el otro brazo lo sujeto por el cuello. - ¿No te advertí que no me hicieras enojar? -me burlo de él sin soltar mi agarre. De repente un aroma delicioso a jazmines inunda mi nariz. ¡Mate! ¡Mate! ¡Búscalo! Desesperada busco con la mirada al lugar de donde proviene semejante aroma. Cuando lo identifico me quedo en shock. ¡Tiene que ser una broma! ¡MATE! Aúlla eufórica mi loba. Mi agarre se afloja y Draco aprovecha para tirarme al piso. Siento su peso sobre mi, pero no le presto atención. Tengo la vista fija en el dueño de la fragancia exquisita que me hipnotiza. Aiden se voltea en mi dirección con un gesto de sorpresa en su cara. Nuestras miradas en encuentran y confirmo que también acaba de identificarme. Lo veo encaminarse a donde estoy y entro en pánico. Una parte de mi, mi loba, quiere salir corriendo a su encuentro y marcarlo, y la otra parte de mi, la racional, me grita en diferentes tonos que ni siquiera lo conozco. Debo salir de aquí. No seas imbecil, es lo que estuvimos esperando todos estos años se queja enfurecida mi loba. Cada paso que da lo acerca más a mi, y su esencia se impregna en mis fosas nasales. ¡No! ¡No! ¡No! En la desesperación, me libero del agarre de Draco, tumbandolo en el piso. Me pongo de pie en un salto, y sin mirar atrás, salgo corriendo del lugar. No sé a dónde corro, pero lo hago sin casi parar a respirar. Me adentro cada vez más en el bosque, al tiempo que oculto mi esencia. Lo último que quiero es al alfa siguiendo mi rastro. ¿A donde crees que estas yendo? ¡Debemos volver y reclamarlo como pareja! me ordena mi loba. ¡No, ni loca! Ni siquiera lo conozco, no puede ser cierto me lamento. ¡Alexia, frena! me grita mi loba. Paro en seco, perdiendo el equilibrio y cayendo al suelo. El pasto recibe a mi cuerpo como un suave colchón, y la brisa acaricia mi cabello. Me quedo tumbada en el suelo, sin moverme. Diferentes sensaciones invaden mi cuerpo; ansiedad, emoción, miedo. Todo al mismo tiempo, dejándome paralizada. Mucho tiempo espere este momento, tanto que incluso me había acostumbrado a la idea de que nunca encontraría a mi pareja. Y, de la nada, llega y me sorprende. ¡Un alfa de otra manada! Y no cualquier alfa. Uno que tiene su buena fama de carácter podrido. ¿Y ahora qué?
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR