FRENESÍ

Despierto exaltada por la pesadilla que acabo de tener, mi cuerpo tiembla y siento como el sudor recorre mi cuerpo, me siento en el borde de la cama y me limpio ligeramente los ojos medito lo que acabo de soñar y siento unas ganas de llorar inmensas me sobresalto cuando alguien me toca el hombro y volteo rápidamente para ver de quién se trata. Suspiró aliviada cuando veo que es una de las madres del orfanato. -Me ha dado un buen susto Madre Sofía.- Me sonríe tiernamente y se sienta junto a mi. -¿Estás bien? -No en realidad. -¿Quieres contarme lo que pasa?.- Toma mis manos entre las suyas y me mira fijamente. -Es que, volví a tener esa pesadilla y.... no lo entiendo tenía mucho que no la tenía crei que ya lo había superado, pero creo que eso jamás sucederá. -No te agobies, lo que pasó fue duro, pero has avanzado mucho desde que llegaste, las heridas sanan, luego cicatrizan querida y pronto aprenderás a vivir con ellas, son parte de la vida -¿Y si jamás lo superó? siempre siempre va a estar ahí presente. -Es comprensible, persiste lo más importante que tenías, tu familia y siempre van a estar en tu corazón, no olvidarás lo que pasó, solo aprenderás a vivir con ello como lo haz hecho todos estos años, eres fuerte y muy inteligente retomaras tu vida, además siempre podrás contar conmigo para ayudarte en todo lo que necesites.- Suspiró y cierro los ojos un momento, sonrió y le doy un abrazo. -Gracias Madre Sofía, estos años usted ha sido una verdadera madre para mí.- Me hace un guiño y me da otro abrazo. -Bueno ahora vamos al comedor, porque si no, no te van a dejar nada tus compañeras.- Asiento con una sonrisa, me lavo los dientes muy rápido y la sigo hasta el comedor. Cuando llegamos ya todos estaban desayunando, la madre y yo tomamos nuestros lugares, después des desayuno fuimos a clase de literatura, a mi parecer siempre es bueno e interesante aprender cosas nuevas, luego tomamos la clase de Cálculo ¡la clase más odiada! finalmente tomamos un descanso de 40 minutos antes de la última clase del día que era música. Me senté con mi grupo de amigas en el jardín, bajo el árbol más grande, siempre nos gustaba hablar de cosas como que queremos hacer cuando nos tengamos que ir del Orfanato, que lugares queremos visitar y claro lo que normalmente hablan las chicas "el chico con el que soñamos" solo que esta vez yo no prestaba mucha atención a sus pláticas, solo pienso en esa horrible pesadilla. De pronto me hace saltar una de mis compañeras que golpea sus palmas en mi rostro. -Hey Caroline, ¿estás bien?. -Me asustaste Samantha ¿que sucede? -Te preguntábamos ¿Que por qué has llegado tarde al comedor hoy? -Hemm, yoo, me he quedado dormida.- Me miran con desconfianza por unos segundos. -Ya Caro, dinos la verdad, somos tus amigas como quien dice tus hermanas.- Dudo por unos segundos pero al final asiento ellas tenían razón. -Okey lo que pasó fue que tuve esa pesadilla que no tenía hace tiempo.- Se miran entre si, luego se dirigen hacia mi. -La pesadilla, donde.... murió tu familia? .- Asiento y luego me agachó mientras juego con mis dedos para evitar llorar otra vez. -Sabes que estamos contigo.- Respondió otra de mis compañeras. -Gracias Susan, se que puedo contar con ustedes, es solo que no quería decirles para que no pensaran que estoy loca o que se rieran de mi. -Jamás haríamos eso amiga. -Lo se Jenny, perdonenme.- Las tres sonríen y me abrazan. -¿Pudiste recordar algo más? -Nada nuevo Susan, solo lo de siempre que estaba en casa con mi familia sentados para cenar, después me levanté para lavarme las manos y en eso, unos hombres armados entraron a la casa, discutieron con Papá, escuche gritos, disparos y me quedé en el baño hasta que ya no escuché nada. Cuando salí, ví los cuerpos de mis padres y el de mi hermano, no recuerdo más, creo que me desmaye porque cuando desperté estaba en un hospital y es todo. -Debió ser horrible.- Dijo Samantha con lágrimas en los ojos, cuando me di cuenta yo también ya estaba llorando. De repente sonó la campana que indicaba que ya debíamos volver a clase, entramos al aula y tomamos nuestros lugares, la clase de música también me parecía muy interesante, además de que siempre había querido tocar un instrumento, claro que yo elegí el piano ya que recuerdo que era el instrumento favorito de papá, la clase me había parecido tan emocionante que hasta se me olvidaron mis problemas por un momento, al finalizar la clase cada quien se fue a su dormitorio a prepararse para cenar, suena la campana. -Vamos Caroline no querrás llegar tarde también a la cena.- Exclamó Susan, le dirijo una sonrisa burlona y le doy un pequeño empujón. -Andando, si no llegaremos tarde todas. Está vez llegamos justo a tiempo, nos sentamos a la mesa y damos las gracias por el alimento, me precipitó a cenar, sinceramente estaba muerta de hambre tenía café, galletas, pan con mermelada y gelatina, cuando estábamos a punto de retirarnos a nuestras habitaciones una de las madres nos detiene a todos. -¿Pueden esperar un segundo? -¿Que sucede Madre Carmen?.- Pregunto Jenny. -No es para nada malo no se preocupen, lo que pasa es que como ustedes saben sus hermanas Caroline y Susan en un mes serán mayores de edad y tendrán que partir, seguir con su vida, etc, pensar que harán. -Pero nosotras no sabemos a dónde ir Madre, ¿que vamos a hacer? -El Orfanato les consigue un empleo y un lugar donde vivir mientras se adaptan a estar solas.- Dijo la Madre con una leve sonrisa.- Bien, ahora ya pueden retirarse a sus habitaciones. Todos nos retiramos sin decir nada más. Susan estaba tan molesta y triste que no hablo hasta que ya estábamos listas para dormir. -¿Susan?. -¿Que sucede Caro?.- Su voz aún se escuchaba tensa. -¿Estás bien? no has dicho nada desde que salimos del comedor.- Se sienta al igual que Jenny y Samantha. -Me sentí muy extraña con lo que dijo la Madre, no quiero irme de aquí, no sabemos cómo sean las demás personas allá afuera y lo peor es que estaremos solas. -Pero Caroline se irá contigo, no estarás sola. -¿Y si no nos mandan juntas y si saliendo de aquí nos separan y nos las vuelvo a ver?. -En seis meses Samantha y yo también seremos mayores de edad y saldremos de aquí, podemos trabajar dónde nos manden y juntar suficiente dinero para comprar un lugar donde vivir las cuatro. -Esa es una estupenda idea. -Claro Susan, las chicas tienen razón, no debes preocuparte, nosotras siempre seremos amigas. Y así pasaron los días, ya no se hablaba de que Susan y yo pronto nos iríamos y aunque también se acercaba nuestro cumpleaños ninguna mencionaba nada, una noche estaba solo con Susan en la habitación, ninguna se atrevía a a decir palabra alguna, es más ni siquiera nos mirábamos a la cara faltaban tres días para partir y yo sentía que el mundo se me venía encima, de pronto se rompe el silencio cuando Samantha y Jenny entraron a la habitación con una sonrisa muy pícara. -Vengan con nosotras. -¿A dónde?. -No pregunten, solo vengan queremos mostrarles algo que encontramos. -¿Están locas? ya es tarde y si una de las madres nos ve afuera, nos va a ir muy mal. -Dejen de ser tan amargadas y vengan ya. Nos tomaron de las manos y nos llevaron hasta las escaleras, bajamos con cuidado para no ser descubiertas, todo estaba muy oscuro, finalmente llegamos hasta una habitación, fácil adivine que estábamos en el comedor por el delicioso olor a comida, no estaba entendiendo nada, de pronto las luces se encendieron y todo el mundo estaba ahí, incluidas las Madres. -¡SORPRESA!.- Gritaron todos. Casi me desmayo del susto, aunque debo admitir que fue una hermosa sorpresa, Susan tenía los ojos abiertos como platos parecía que estaba en shock, reaccionó hasta que Samantha la abrazo y la felicito por su cumpleaños al igual que a mí, todos nos felicitaron, las dos estábamos tan sorprendidas que ni siquiera podíamos pronunciar nada. -Bueno, ¿les gustó la sorpresa?.- Pregunto la Madre Sofía. -Claro que si solo estamos muy sorprendidas no nos esperábamos esto. -Pronto será su cumpleaños y aunque pronto partirán es importante para nosotros festejarlo, las queremos mucho. Y así pasamos un cumpleaños 18 felíz, bailamos, cantamos, reímos, hicimos de todo hasta que el tiempo se nos fue volando, a la mañana siguiente me sentía mucho mejor, ya no estaba tan deprimida al igual que Susan, finalmente llegó el día de partir, todos lloraban y yo aunque por dentro estaba deshecha trataba de estar bien por Susan que era la más afectada. Cuando estábamos en la puerta del Orfanato una de las madres saco dos pepeles con diferentes direcciones, le dió una a Susan y otra a mi, leí que me tocaba ir a casa de los Lavalle. -Estas son las direcciones a las que cada una debe ir, ahí las estarán esperando. -¿Y que se supone que haremos ahí?.- Dijo Susan. -Cada una estará a cargo de un niño, serán su canguro por una temporada, lesa darán comida y hospedaje, estarán bien. Aunque no muy convencida, Susan termino por aceptarlo, y así las dos partimos, todo el camino fue muy tranquilo y silencioso, como de costumbre ninguna se atrevía a decir algo, llegamos a la estación donde cada quien tomaría diferentes rumbos, nos miramos con lágrimas en los ojos, el dolor y la desesperación se apodero de nosotras que partimos en llanto y nos abrazamos como si fuera la última vez que nos fuéramos a ver. -Te prometo que volveremos a vernos hermana, siempre seremos amigas. -Es una promesa Caro.