Una risita infantil es la que poco a poco me trae de regreso del mundo de los sueños. Alejo con mi mano lo que parece ser una pluma, la cual no deja de pasearse por la punta de mi nariz, provocándome ganas de destornudar. La pluma se detiene, vuelvo a tratar de concentrarme para seguir durmiendo, pero, aquella maldita cosa arremete sin piedad contra mi nariz, provocándome que lance unas maldiciones al aire, a la vez de que abro los ojos con notoria molestia. El rostro sonriente de un niño de unos seis o siete años, queda en mi campo de visión. Su cabello es oscuro y un poco largo, pues un flequillo cae sobre su frente, lo que parece molestarle pues a cada pocos segundos, lo aparta con su mano. —¿Y tú qué? —pregunto con molestia al darme cuenta de que en este sitio no se tiene privacida

