―Kevin ―murmuró Mimi apretando los labios―. Kevin y Liv suena muy… ―me miró de reojo mientras escaneaba la hoja que habíamos impreso con los datos―. Simple, sí, eso, ¿no crees? ―cuestionó.
Me encogí de hombros y marqué el primer número. Las pulseras tintinearon en mi mano derecha al alzarla y llevarla a mi oreja. Sacudí mi mano libre para imitar el sonido anterior.
―¿No estás nerviosa? ―me preguntó mientras el tono de espera llegaba a mis oídos.
―Nop ―respondí suspirando con fastidio por tener que esperar.
―¿No contesta? ―interrogó apoyando su mentón en las manos y mirándome estrechamente.
―Nop ―repetí ladeando la cabeza a un lado―. Se supone que si no he hablado aún, es porque no ha respondido. Y dices que eres la inteligente ―dije en un susurro, riendo.
Después de tres pitidos, se oyó una voz. Abrí la boca, pero tan pronto como me di cuenta que era el buzón, la cerré otra vez.
―¿Contestó? ―inquirió Mimi empezando a sonreír.
Sacudí la cabeza en su dirección y aclaré mi garganta.
―Hola Kevin, soy… Liv. Necesito hablar contigo, cuando estés disponible llámame ―me aligeré en decir, optando por dejar un mensaje en su teléfono.
Corté la llamada y volví mi vista al resto de los nombres en aquel blanco papel.
―Hubiera sido más fácil si tu padre nos hubiera mandado fotos de estos chicos ―bufó mi amiga señalándome el segundo nombre de la lista―. Tom ―musitó―, seguramente es lindo. Todos los Tom que conozco lo son. ¿Crees que sea este el chico misterioso? ―quiso saber entre divagues y sonrisas.
―Mi padre no es de la FBI, Mimi. Creo que ya te lo había dicho ―resoplé―. Aunque sí, las fotos me hubiesen hecho el trabajo más fácil ―acepté.
―¿Y cómo harás para saber si es ese el chico o no?
―Preguntas simples ―resumí marcando el siguiente número.
―¿Cómo cuáles?
―Espera y verás ―le dije llevando el iPhone a mi oreja.
Un pitido llegó a mi sistema auditivo y luego escuché una voz estridente que casi rompe mis tímpanos.
―Habla Kathleen, ¿quién eres?
Fruncí el ceño y miré a Mimi, ella me devolvió el gesto desconcertado.
―Soy Liv. ¿Hablo al móvil de Tom? ―indagué confusa.
―Sí, sí ―respondió con rapidez―. Soy su hermana, ahora mismo te paso con él ―agregó. Se oyeron voces de fondo, luego un grito masculino y segundo después una voz rasposa me atrapó―. Tom al habla ―dijo.
Exhalé e inmediatamente Mimi se apegó a mi oreja.
―Hola Tom, soy Liv.
―¿Olive Freeman? ―dudó sonando extrañado.
―No, no ―negué―. Soy Liv de… la clase de Ciencias ―dije impasible.
―Perdona, debe ser un error. No tomo clases de Ciencias, ya terminé la preparatoria ―se excusó.
Me maldije internamente por mi pobre invento.
―Oh, no es un error. De hecho fuimos compañeros hace unos años. ¿Me recuerdas? ―insistí a continuación, a medida que pasaban los segundos, intentando arreglar el error.
Él se mantuvo silencioso por varios segundos.
―¿Es una broma, cierto? ¿Quién eres? Aunque suene raro, nunca tuve una compañera llamada Olive ―contestó con desconfianza.
Sacudí la cabeza mientras Mimi se apartaba.
―Está bien. Inventé todo ―siseé resignada.
―¿Entonces? ¿Quién eres y qué quieres? ―preguntó en un tono más serio que antes.
―Si te dijera quién soy pensarías que es otra broma, y si te digo lo que quiero me tomarías por loca. Así que… ¿podrías solo decirme cómo eres físicamente? Es más rápido ―urgí.
Lo oí reír al otro lado de la línea.
―Si tú dices ―resopló―. No creo que quieras secuéstrame, por lo tanto, responderé. Soy alto, ojos café, rubio…
―Detente ―le indiqué repentinamente.
―¿Por qué? ―preguntó.
―No eres a quien busco. Pero igual gracias por responder. Adiós ―saludé y corté.
Me dejé caer con la espalda en la cama y mis piernas colgando al borde. El iPhone quedó sobre mi abdomen.
―¿Por qué le cortaste? ―curioseó Mimi.
―Es rubio ―apenas musité.
―Entonces, descartado Tom. ¡Uno menos en la lista! ―festejó ella dejándose caer a mi lado. Permanecimos en silencio durante un minuto antes de que su voz resonara nuevamente―. ¿Seguimos? Pero esta vez pon la llamada en altavoz, quiero escuchar la voz de estos chicos ―habló con emoción.
―Bien, sigamos ―contesté volviendo a marcar otro número.
―Me gusta el nombre Liam ―comentó Mimi leyendo el nombre en la lista―. Por cierto, inventa algo que no trate sobre la preparatoria. Liam tiene veintidós años ―agregó.
No había terminado de hablar, cuando contestó al segundo tono.
―¿Sí? ―urgió una voz rasposa y definitivamente varonil.
―¿Liam? ―devolví.
―Sí, ¿quién habla? ―preguntó calmo.
―Soy Liv ―dije con lentitud―, nos conocimos en una discoteca hace… un tiempo. Me diste tu número ―añadí intentando sonar convincente.
―Oh ―apenas titubeó.
―¿Me recuerdas? ―inquirí.
―Y-yo… bueno, no exactamente. Es decir, quizá haya estado un poco pasado de copas ―murmuró con calma.
Es el momento, pensé para mis adentros.
―¿Pasado de copas? Espera… no te recuerdo ebrio ―fingí sorprenderme―. Quizá me confundí de número, ¿podrías decirme cómo eres para corroborarlo?
El plan estaba funcionando.
―Sí ―aceptó. ―Castaño, piel morena, ojos claros ―sintetizó.
―¿Claros? ¿De qué color? ―insistí.
―Azules ―respondió.
Mi mente trabajó con prisa, entonces al recordar al chico misterioso, supe que Liam no lo era. ¡Ojos verdes tenía mi chico misterioso! ¿Mi chico? Sacudí la cabeza.
―Lo siento, me he equivocado ―le confirmé.
―Pero sabías mi nombre… ―empezó a parlotear Liam.
Le corté y miré a Mimi con pereza.
―Táchalo de la lista ―señalé.
―¿Y por qué lo descartas?
―Tiene ojos azules ―dije suspirando.
―Bien, dos menos en la lista. ¡Esto es divertido! ―exclamó cogiendo una almohada y poniéndola bajo su cabeza―. Sigue Elijah. No es un nombre lindo, pero suena original, ¿no crees?
―Da igual ―respondí comenzando a marcar el número.
―Espera. Primero revisemos el plan.
―¿Por qué? Ha funcionado hasta ahora ―dije a la defensiva.
―Has cambiado la historia dos veces ―murmuró entre dientes Mimi―, no suena a plan. ¿Qué le dirás a Elijah? ―cuestionó.
No respondí y llevé el iPhone a mi oreja; tenía una idea en mente.
―Aquí yo ―contestó una voz pausada y gutural―. Tienes que tener una razón muy buena para despertarme tan temprano ―añadió.
―La tengo ―confesé.
Pasaron varios segundos antes de que un sonido brusco, como algo cayéndose, se oyera. Fue acompañado de un gruñido.
―Lo siento, se me cayó el celular de la cama ―siguió diciendo―. Entonces… ¿en qué estábamos? Ah, sí. ¿Cuál es la razón? ―balbuceó.
―Soy tu admiradora secreta ―musité.
Escuché otro golpe y varios sonidos extraños al otro lado de la línea.
―L-lo siento. Se me cayó el celular de nuevo ―contó. Mimi rió a mi lado y yo sonreí a nadie en particular―. Y-yo… ¿quién habla? Estoy un poco dormido aún ―continuó con un tono de voz perezoso.
―Me di cuenta ―dije riendo. Mimi me codeó con diversión y decidí seguir con el plan―. Soy tu admiradora, no puedo decir mi nombre ―agregué.
Solo esperaba que Elijah cayera en la trampa.
―¿Y cómo sé que no es un chiste? ―dudó.
―Porque sé mucho acerca de ti. ―Solté un suspiro y rogué que esta versión invertida de cuestionario funcionase―. Sé que eres castaño.
―Es fácil saberlo, la probabilidad corre a tu favor ―indicó.
―Tienes ojos verdes ―proseguí.
―Está bien, puedes haber visto mis fotos ―respondió.
Al instante, mis manos temblaron. ¡Sus características coincidían con las del chico misterioso!
―Mandíbula cuadrada ―dije en un susurro.
―Insisto, si miras una foto mía lo adviertes ―aseveró. Un escalofrío recorrió mi espalda―. Di algo que no salga en fotos ―me incentivó.
―Eres de la misma altura que Olive Cameron ―dije sin pensármelo dos veces.
Pasaron varios segundos.
―¿Olive Cameron? ―dudó. Mi corazón dio un salto―. Sí, quizá sea de la misma altura. O quizá más bajo.
Quedé pasmada.
Las imágenes difusas de la noche anterior se arremolinaron en mi mente. ¿Era más alto o más bajo que yo? Recordé sus ojos, su fuerte y angular mandíbula, el poco cabello castaño que se veía bajo la gorra multicolor.
―¿Quieres conocerme? ―pregunté.
―¿Q-q-qué? ―Su tartamudeo fue épico.
―Soy tu admiradora secreta y quiero que nos encontremos. ¿Puede ser? ―insistí.
―C-c-claro ―titubeó indeciso―. ¿Cuándo y dónde?
―Más tarde te envío un mensaje. Adiós ―dije conmocionada. Tras cortar la llamada, miré fijamente a Mimi―. Creo que es él ―murmuré.
―Tal vez, pero debemos seguir. Aún quedan dos más.
Suspiré y volví al plan. Sin embargo, las ganas de seguir preguntando se me habían ido.
―Habla Andy ―dijo una voz potente, sumamente enérgica, al contestar mi llamado.
Le corté de inmediato.
―¿Por qué lo hiciste? ―se quejó Mimi sentándose en la cama y cruzándose de brazos.
―Su voz era muy… ―me quedé en silencio, buscando la palabra correcta. No la encontré―. La voz de mi chico misterioso era más suave, menos efusiva, y sin dudas más atractiva ―le confirmé.
―Oh ―musitó mi amiga bajando la vista. De repente, se puso de pie y empezó a reír con ganas―. Espera, espera… ¿dijiste tu chico misterioso? ―Mis ojos se abrieron con sorpresa.―. Y… ¡oh, por Dios! Admitiste que tenía voz atractiva ―acotó.
Rodé los ojos.
―No tiene caso mentir acerca de su voz, pero no dije mi chico misterioso ―agregué. Los ojos de Mimi se estrecharon más de lo que ya estaban por naturaleza―. No lo hice ―reforcé.
―Lo hiciste ―me contrarió.
Me sentí incómoda ante su mirada astuta y la sonrisa conocedora que había ocupado la mitad de su rostro. Me encogí de hombros y, sin aclarar o negar nada más, marqué el último número de la lista.
―Claro, es más fácil ignorarme ―dijo con fingido enojo Mimi.
Le sonreí mientras esperaba con el iPhone en mi mano.
―Soy Darren ―dijo suavemente una voz masculina al otro lado, tras dos segundos de espera.
―¿Tienes cabello castaño? ―urgí.
―Sí. Pero…
―¿Ojos verdes? ―seguí sin dejarlo hablar.
―Sí. Yo…
―¿Cuánto mides? ―Quería hacerlo rápido y la única manera era siendo directa.
―1,70. ¿Quién…?
―¿Sabes quién es Patrick Cameron? ―indagué.
―Claro que sé. Películas épicas si las hay ―respondió sin dudarlo. Al momento en que se aclaró la garganta, mi corazón se detuvo―. ¿Podrías decirme quién eres?
Desde que había comenzado a indagar acerca de sí, no me había detenido un segundo para corroborar que los datos encajasen. Cuando lo hice caí en la cuenta de que todo encastraba como un juego de rompecabezas.
―Soy… Olive Cameron ―admití.
Escuché una risa al otro lado.
―Claro, y yo soy Justin Timberlake, ¿no? ―preguntó con sarcasmo.
―N-no miento. Soy Olive y necesito que nos encontremos urgente ―agregué―. Más tarde te enviaré un texto con día, lugar y hora. ¿De acuerdo? Tienes que ir, te pagaré si lo haces ―prometí.
―Bien ―respondió Darren.
―Adiós ―me despedí.
Apenas bajé el móvil, me encontré con Mimi mirándome con una expresión aturdida desde su lugar a un paso de mí.
―Le dijiste la verdad ―murmuró con voz queda.
―Ajá.
―Y los datos coincidieron ―remarcó.
―Sip ―afirmé.
―¿Crees que es él?
―Definitivamente.
Y aunque creí que Mimi comenzaría a correr y chillar por la habitación, lo único que hizo fue coger un bolígrafo rojo de mi escritorio y acercarse a la hoja que habíamos impreso con los datos de los bailarines de Eunji. Comenzó a tachar todos los nombres excepto Kevin, Elijah y Darren.
―Aún falta que hables con Kevin ―susurró.
―No creo que sea él. Es más, estoy segura que es Darren. Podrías tachar a Elijah de la lista ―dije con firmeza.
―De ninguna manera. Ambos, tanto Darren como Elijah, encajan en tu descripción del chico misterioso. Y Kevin no lo sabemos.
―Es Darren ―insistí.
―¿Y si no lo es? Al menos asegúrate y encuéntrate con los dos.
Mimi caminó hasta mi cama y cogió mi móvil. La vi entretenida con él, seguramente jugando algún juego absurdo o revisando las r************* . Ella se emocionaba cuando algún famoso me seguía en twitter, incluso más que yo. Dos años habían pasado desde mi comienzo en el mundo de la fama y ella seguía sin acostumbrarse.
―¿No me dejarás otra opción, cierto? ―dudé.
―No. La verdad no ―asintió sonriendo y concentrándose en la pantalla de mi iPhone―. Mañana te encontrarás en el Starbucks de aquí cerca, primero con Darren y luego con Elijah.
―¿Solo porque tú lo dices? ―dudé con una ceja alzada.
―No solo yo. Los mensajes que acabo de enviar lo dicen también. A las 17:30 con Darren y a las 18:00 con Eli. Kevin queda descartado.
Sonrió orgullosa al encontrarse con mis ojos.
―¿Eres mi secretaria? ―dije entre risas―. No me gusta que manejen mi vida. Y… ¿por qué acabas de descartar a Kevin si aún no he hablado con él? ―inquirí.
―Bueno, es el instinto de amiga. Kevin no es el chico misterioso ―repuso segura de sí misma.
―Si tú dices…
Observé la pantalla de mi iPhone por un rato, entonces se iluminó con una notificación y luego otra más.
DARREN: Allí estaré.
ELI: ¿Cita? Bien, de acuerdo. No puedo esperar para ver tu rostro y saber quién eres.
―¿Guardaste sus números en mis contactos? ―dudé sorprendida por la rapidez de Mimi―. ¿Eli? ¿Ya eres su amiga? ―añadí releyendo el texto―. ¿Y qué significa eso de cita?
―Claro que los guardé. Y si, Eli de Elijah. Suena más amigable. Y tengo la impresión de que es un chico simpático ―murmuró encogiéndose de hombros―. Sobre lo de la cita, creo que deberías leer el mensaje que les envié.
De solo oír la risa de Mia mientras hablaba, mis dedos buscaron con impaciencia los textos enviados. Di un brinco al leer la primera palabra de cada texto: cariño.
―¡Mia! ―grité cerrando los ojos.