Capitulo 88

1160 Palabras

Con una mezcla de timidez y gratitud que se agolpa en mi pecho, acepto la mano extendida de aquella mujer. Hay algo en su gesto que me conmueve profundamente, una dulzura que parece abrazarme desde la distancia. La palma de su mano, delgada y marcada por los años, se ofrece con ternura, sin exigir nada, solo invitándome a confiar. El movimiento que hago para sostenerla es cuidadoso, casi ceremonioso: intento no apretar con demasiada fuerza por miedo a dañarla, y también por temor a que mis propias heridas, esas que me recorren el cuerpo y el alma, se intensifiquen con el más mínimo esfuerzo. Pero ella no vacila. Su agarre es firme, seguro, y con una sorprendente fortaleza me ayuda a incorporarme. En ese instante, siento que no me levanto solo con ayuda física, sino también emocional: es co

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