A Rosamund no le gustaba aquella idea; no quería a Maxine cerca de Lars, pero optó por convencerse de que él tenía razón. Era mejor que estuviera junto a ellos, que junto a Gabriel, que deseaba verlos fuera de la corporación. Todavía faltaba demasiado tiempo para poder deshacerse de ella, pero estaba segura de que podría controlarla mientras tanto. «¿Qué tan difícil podría ser controlar a una chiquilla de 20 años, que debía ser solamente una tonta?», pensó, confiada en su capacidad para dominar a quien sea. —De acuerdo —respondió Rosamund, todavía recelosa de la situación—. La tendremos de nuestro lado, pero seré yo quien se encargue de ella, no tú. —¿Tienes algún problema en que yo lo haga? —cuestionó Lars, soltando un bufido. —Digamos que no confío en ella y mucho menos en ti —con

