QUE COMIENCE EL ENGAÑO

1818 Palabras

Después de que sucumbieron ante el orgasmo, la diablilla se quedó sentada encima de él, con la cabeza apoyada en su hombro, mientras respiraba profundamente y retomaba las fuerzas que había perdido. Lars acunó su rostro entre sus manos y lo alzó, para que lo viera. Contempló el tono celeste de sus ojos y sonrió, complacido de poder ser el afortunado de disfrutar de semejante belleza. Pasó las yemas de sus dedos por el borde de su mejilla sonrosada y ensanchó la sonrisa. —¿Recuerdas que te prometí que te iba a dar un premio si te portabas bien? —susurró con ternura, como si le hablara a la niña de 7 años con la que antes tenía aquella gran relación. —Eso fue cuando era una niña —espetó ella—. Y ya no soy esa niña. Ahora soy más desobediente. —Le quitó las gafas de lectura del rostro y

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