Capitulo 1
Cataleya salía de una famosa tienda de perfume, su olor a frutos ácidos no podía faltar en su habitación. Ese que llamaba la atención de todos cuando pasaban por su lado.
Con una sonrisa en su rostro caminó sin mirar adelante, causando que chocara con un hombre que al mirarlo pudo ver que era muy guapo; un hombre que llamó su atención inmediatamente, y para complementar, su voz ronca y varonil la incitaba a imaginarlo sin ropa alguna.
—¿Está bien, señorita? —le preguntó el hombre con voz ronca y sensual. Aunque su mirada fuera peligro puro.
—Sí, disculpe usted. —Habló ella sonriendo.
Una enorme alegría cruzó por su cabeza, ahí estaba el hombre más deseado de toda Colombia, o eso era lo que ella opinaba, después de buscar entre muchos hombres para su plan.
Cataleya estaba por coquetear con él, pero lamentablemente todo se fue abajo cuando una dama hermosa y con unos ojos azules profundos llegó ante él, sonriendo y besando sus labios.
Eso le indicaba que no estaba disponible para su obsesión, aún así, seguía pensando que el jefe de su hermano, era el mejor de todos los hombres que había visto.
Cataleya salió de la tienda, el viento azotaba su cabello mientras una sonrisa de satisfacción se extendía por su rostro. Su encuentro casual con aquel hombre había sido electrizante. Subió al elegante automóvil que la esperaba y, con una mirada triunfal, le indicó al chofer que se dirigieran al club.
Después de un largo recorrido, al llegar, las puertas del club se abrieron para recibirla con un suave murmullo de jazz y la tenue luz de las lámparas de cristal. María, su mejor amiga y confidente, la esperaba en el bar, le dirigió una mirada ávida buscando cualquier señal de emoción en el rostro de Cataleya.
—Algo bueno te debió ocurrir en esa tienda —comentó María con una sonrisa pícara, notando el brillo en los ojos de su amiga.
Cataleya se acercó a la barra, dejando que el hielo tintinease al llenar su copa.
—Me tropecé con el hombre más guapo que pueda existir en esta ciudad —confesó, con su voz baja y sensual.
María arqueó una ceja, intrigada.
—¿Y cómo fue ese encuentro? ¿De quién se trata?
—Fue... eléctrico —respondió Cataleya, sus ojos brillando—. Tenía una mirada que parecía atravesar hasta el alma.
Ambas amigas se dirigieron a una mesa más apartada, donde podían hablar sin ser interrumpidas. Cataleya comenzó a relatar cada detalle del encuentro, desde la forma en la que sus ojos se habían encontrado hasta la manera en que él le había hablado.
—Y lo más increíble es que resultó ser el jefe de la mafia más poderosa de la ciudad —añadió Cataleya, su voz bajó de tono a un susurro.
María se llevó una mano a la boca, sorprendida.
—No me digas.
María la miró con una mezcla de asombro y preocupación.
—Cataleya, que Calvin no se entere.
—Lo sé, lo sé —suspiró Cataleya. "Pero no puedo evitar sentirme atraída hacia él. Es perfecto”.
En medio de la conversación con María, Cataleya no pudo evitar imaginar un hijo de aquel hombre.
Mientras tanto Jayden, disfrutaba ver a su novia comprar perfumes, le encantaba indicarle cuál usar. Ella sonreía y Jayden veía su teléfono cada segundo. Calvin, su mano derecha le indicaba que algo andaba mal, y al ver a su novia que veía su reloj disimulando un poco, lo confirmó.
Gema pidió ir a un restaurante donde en unos de los pisos, solo estaban ellos.
La suave luz de las velas bañaba la mesa, creando un ambiente íntimo y romántico. Jayden observaba a Gema con adoración, mientras ella degustaba su copa de vino. Habían pasado un día perfecto juntos, y él se sentía el hombre más afortunado del mundo.
De repente, el teléfono de Gema sonó, interrumpiendo la tranquila conversación. Ella se disculpó y se levantó para atender la llamada. Jayden notó un cierto nerviosismo en su voz y una mirada furtiva hacia la puerta.
—Iré un momento al baño, cariño —dijo Gema, su voz más suave de lo habitual.
Jayden asintió con la cabeza, pero su corazón se aceleró. Algo no andaba bien. Sacó su teléfono y envió un mensaje a Calvin, confirmando lo que le decía, pidiéndole que estuviera alerta.
Mientras Gema se alejaba, Jayden se levantó y se dirigió al baño de hombres. Al entrar, escuchó un ruido sospechoso y se escondió detrás de una puerta. Un instante después, vio a dos hombres encapuchados entrar al restaurante. Uno de ellos llevaba una pistola con silenciador.
De repente, sintió un intenso dolor en el brazo. Una bala había rozado su camisa, quemando la tela y dejando una pequeña herida. Adrenalina pura inundó su cuerpo mientras se arrastraba por el suelo, tratando de escapar.
Los hombres lo perseguían, disparando a ciegas. Jayden corrió hacia los baños de mujeres, esperando encontrar a Gema y llevarla a un lugar seguro.
Al abrir la puerta, se quedó petrificado. Allí estaba Gema, besándose apasionadamente con un hombre que conocía muy bien: su peor enemigo, el mafioso mexicano que había jurado matarlo.
El mafioso se separó de Gema y apuntó con su pistola a Jayden. Mostrando una sonrisa radiante. Jayden recordó que Gema le había pedido no llevar armas y ahora lo entendía todo.
—Al fin te tengo, Arango —dijo con una sonrisa cruel.
Antes de que pudiera disparar, Calvin disparó arrebatando el arma del enemigo. Jayden aprovechó el momento para salir corriendo y más atrás Calvin.
Mientras escapaban, las imágenes de Gema besándose con su enemigo se repetían una y otra vez en su mente. El dolor físico era insignificante comparado con el dolor emocional que sentía.
Jayden, con el corazón destrozado y la adrenalina aún bombeando por sus venas, estaba atónito al ver a Gema en brazos de su peor enemigo. La traición era un puñal clavado en su pecho. Calvin se acercó a él, sintiendo la conmoción de su amigo.
—Tenemos que salir de aquí, jefe —dijo Calvin, su voz era grave y decidida. —Mi club es el lugar más seguro en este momento.
Jayden asintió mecánicamente, sintiendo un nudo en la garganta. No podía creer lo que estaba pasando.
—¿Cómo pudo hacerme esto? —murmuró, más para sí mismo que para Calvin, que aunque lo escuchaba, no quiso opinar en nada. La traición de Gema no le sorprendió para nada.
Juntos, salieron corriendo del restaurante. Las calles estaban vacías a esas horas de la noche, la sensación de peligro era palpable. Ese atentado era planeado por Gema, la mujer que creyó el amor de su vida y la más leal.
—Llegamos jefe —habló Calvin, girando en una calle oscura y estrecha. Se detuvo en una puerta trasera. Calvin sacó una llave y la introdujo en la cerradura.
Al entrar, se encontraron en un club nocturno lleno de humo y música a todo volumen. La gente bailaba y bebía sin inmutarse por la presencia de los dos hombres empapados en sudor y uno con sangre en su brazo.
—Este es mi territorio —dijo Calvin, guiando a Jayden hacia la zona VIP más grande del club. —Aquí estamos a salvo.
Jayden se dejó caer en el sofá, sintiendo el peso de la traición.
—Maldita sea. No entiendo cómo pude ser tan ciego —maldijo lleno de rabia.
—No me sorprende de ella. Sabía que algo tramaba. Siempre pidiéndole que no cargará armas. Cuando sabía que usted es un mafioso. El más grande y peligroso de Colombia.
—Tienes razón, baje mucho la guardia —se dijo, abriendo una botella.
Calvin se sentó a su lado, asegurándose de que su jefe estuviera bien y que su hermana no apareciera por ahí. No se sacaba de la cabeza esa conversación que había escuchado.