Colombia
Las luces de colores y la fuerte música adornaban el club “Obsession”, hermosas bailarinas dentro de un cuadrado transparente mostrando lo que mejor saben hacer. Hombres de diferentes clases sociales, dispuestos a dar el dinero suficiente para ver bailar a las mujeres más exóticas de ese lugar.
Una larga barra donde guapos hombres y mujeres hermosas, atendían a los diferentes clientes con una sonrisa, coqueteando una que otras veces. Logrando vender suficiente.
En la zona VIP más grande, se encontraban dos hombres, Calvin, de metro setenta, castaño, de ojos marrones, atractivo pero con un rostro muy serio. Aunque eso no le quitaba lo atractivo que era.
El otro hombre es alto de un metro ochenta o más, con una postura que indicaba que estaba a punto de transformarse en un demonio.
Ambos estaban inhalando cigarrillos, sus rostros mostraban una molestia evidente. Pero uno en especial demostraba decepción, rabia y mucho deseo de matar.
El rojo teñía el brazo derecho de Jayden, recordando que si no fuera por su mano derecha estuvo a punto de morir.
A todo eso, a unos metros se encontraba una hermosa castaña, ojos marrones, su cabello suelto con pequeñas ondas, un atuendo que la hacía ver radiante, conformado con un vestido algo corto, sensual pero recatado.
Sus labios ligeramente carnosos con un labial rojo carmesí, que le daba ese toque llamativo, atractivo y sensual.
Su mirada estaba puesta en ese hombre de metro ochenta, cabello liso, un poco largo y ligeramente despeinado. Las puntas que caen sobre su rostro irradia en él, ese toque de misterio y sensualidad que atrae toda la atención a su rostro perfecto, una mandíbula bastante simétrica, nariz perfilada, ojos como el océano.
Sus ojos, que son pura maldad y esa barba tan bien cuidada que no parece real, no pudo evitar sonreír maliciosamente.
Aún recordaba el momento donde pudo apreciarlo todo, ambos chocaron sin intención alguna.
—Es perfecto para que sea el padre de mi hijo, siento mucho por la señorita —susurró tomando un sorbo de martini de su copa, su mente maquinaba ya el plan que debía formar para obtener lo que quería.
Se aseguraría que ese hombre jamás supiera sobre la existencia de ese niño, así que no tendría problema con su hermano y él mucho menos con su novia. Eso sí, no tenía la suerte de que solo heredara los genes de su padre.
Igual, no le dio mucha importancia a eso, no era suficiente motivo para abortar su plan.
Su hermano, que era el otro hombre que estaba al lado de ese hermoso y guapo caballero para ella. Calvin, su hermano, la vio sonreír y pensó para sí lo peor. Nunca llevó a su jefe a su club, por la loca obsesión de su hermana en encontrar al hombre perfecto y su jefe, era todo un modelo que cualquier hombre le tendría envidia.
«¿Qué diablos estará pensando?», se preguntó a sí mismo, sabía que llevar a su jefe a su club había sido el peor error, la obsesión de su hermana por tener un hijo de un hombre que representará masculinidad y maldad, la tenía totalmente loca.
Sin querer, Calvin había escuchado la conversación que tuvo con María, minutos antes de ir a buscar a su jefe. Suspiro de solo pensar en llevarlo.
Pero justo en ese momento fue imposible cumplir con esa promesa, la situación en la que se encontraban, justo minutos antes de llegar ahí, dio como resultado llegar a su club para estar a salvo.
Cataleya, una mujer de 30 años, su vida giraba alrededor de su hermano, nunca se quiso separar de él, sabía que hacerlo, lo obligaría a abandonar su sueño de estar cerca del mafioso más peligroso de Colombia, Jayden Arango, de 38 años de edad.
Cataleya sentía que su obsesión por Jayden, inició desde el momento en que se lo encontró en esa tienda de perfume, pero su único problema era saber que Jayden estaba profundamente enamorado de su amada novia.
Lo que ella no sabía es que en ese momento, Jayden batallaba con la rabia y la traición de esa mujer, que imaginó como su esposa y madre de sus hijos, solo recordar en el momento que la vio besándose con uno de sus enemigos, le hacía tomar de su vaso de whisky sin importarle lo que quemaba en su garganta.
Calvin, al ver a su hermana que no quitaba la mirada de su jefe, quiso acercarse y advertirle que, en ese instante, no era un momento para sus caprichos y sus obsesiones estúpidas.
—Ni se te ocurra hacer una estupidez, no estamos en condiciones, el jefe se acaba de enterar de que su novia lo engañó —Le advirtió su hermano, Cataleya solo sonrió, acarició la mejilla a su hermano y se devolvió a su oficina.
No podía estar escuchando la mejor noticia de su vida. Eso significaba que podía llevar a cabo su plan y cumplir con su obsesión de tener un hijo de ese hombre maravillosamente guapo.
Ella era la encargada de la administración del club. Aunque Calvin deseaba que ella tomara una vida diferente, ejercer su carrera de administradora en una empresa donde no estuviese en peligro. Cataleya ya no desea separarse de él, ya que al hacerlo le complicaría más las cosas, siendo él un hombre rodeado de muchos enemigos.
Al llegar a su oficina, se sentó en su silla, colocó sus piernas en el escritorio y sonrió feliz, Jayden Arango, sería el padre de su hijo y ni su hermano lo podría evitar.
Las horas pasaban y Jayden seguía embriagándose como loco. Aunque era un mafioso peligroso, malvado, no le importaba acabar con quien fuera para obtener lo que quería. El amor era algo que había robado su corazón y en poco tiempo había acabado con el sentimiento humano que quedaba.
Gema, una hermosa italiana de ojos azules, con cuerpo extremadamente hermoso, lo enamoró solo para tenderle una trampa y acabar con él.
No entendía en ese momento como una mujer era capaz de entregarse a un hombre con tanta pasión como lo hacía ella con él.
Lleno de rabia al no recibir lo que deseaba del alcohol en un simple vaso, que no le era suficiente para saciar su rabia, y su impotencia de no ir tras ella y matarla, necesitaba la botella completa.
Calvin, que estaba a su lado, fue incapaz de negarse, sabía que era capaz de golpearlo o pegarle un tiro para que lo dejara beber.
Y él no era nadie para decirle que no sacara de su ser ese dolor que no lo dejaba respirar. Aunque era un mafioso, un asesino, también era humano y sentía.
Cataleya estaba sentada en su escritorio pensando qué hacer para iniciar su plan, sus pensamientos fueron interrumpidos por su mejor amiga.
María entró y suspiró al verla así, con esa sonrisa que solo significaba que había visto otro hombre indicado para tener a su precioso hijo deseado, porque sí, Catalaya, había tenido muchos aspirantes, pero al investigarlos ninguno daba con la talla.
—Por favor, ¡¿No me digas que encontraste a otra víctima?! —Le habló la chica con algo de pena por quien había caído en las garras de su amiga.
—Y ni te imaginas ¿Quién es, corazón? —le dijo Cataleya con una sonrisa de triunfo.
—No tengo ninguna idea y en estos momentos mucho menos. El jefe de tu hermano me tiene embobada —Declaró la chica suspirando.
Eso hizo reír a Cataleya, ya que ella también sintió lo mismo, era tan perfecto, ese hombre imponente que no dejaría escapar.
—Te entiendo cariño, justo de ese hombre hablo, no me importa lo que diga Calvin, me acostaré con él y haré que me deje embarazada de una vez —declaró Cataleya sin una pizca de vergüenza.
María se quedó anonadada, no podía creer lo que su amiga decía, cómo jugaba con eso, seguía sin entender. ¿Por qué no deseaba tener un esposo y una familia?, en vez de embarazarse y ser madre soltera.
—En serio estás loca Cataleya, ¿Por qué simplemente no te buscas un novio, te enamoras, te casas y formas una familia? —Cataleya guardó silencio unos momentos.
Su amiga tenía razón, pero ella no deseaba eso, no confiaba en los hombres, no cuando su prometido la engañó y le robó una gran fortuna para escapar con otra mujer.
—El amor no se hizo para mí, el único hombre digno ante mis ojos se llama Calvin y es mi hermano —dejó claro Cataleya, poniéndose de pies, su plan debía empezar y esa misma noche era la indicada.
—Prepara mi mejor atuendo, esta noche bailaré para Jayden Arango —Habló con una sonrisa.
—Calvin no te dejará —Le recordó María a su celoso y sumamente protector hermano.
—Usaré tu traje y el antifaz, me dejaré llamar Cataleya Cabrera, si no salgo embarazada de ese hombre.
—¿Y qué vas a hacer si eso pasa, qué le vas a decir a Calvin? ¿Cómo vas a esconder al niño? —interrogó María un poco preocupada, lo que estaba haciendo era muy peligroso.
—Desde esta noche amiga, después de una noche maravillosa con un estupendo hombre, me mudaré a otro país y él jamás sabrá con quién pasó la noche. —aseguró Cataleya dejando a María sorprendida, su amiga estaba completamente loca y más loca ella, que le seguía el juego.