Las horas seguían pasando y Jayden seguía bebiendo. Calvin era incapaz de decirle algo, de pedirle que parara y descansara, solo se dedicó a cuidar a su jefe como todo el tiempo.
Calvin era su mano derecha y su fiel amigo, la lealtad de él, era digna de admirar.
Su lealtad por su jefe y su hermana valía más que mil millones de dólares, la única forma que él estuviese entre la espada y la pared, sería si debía escoger entre su jefe y su hermana. Aunque estaba completamente seguro que si no encontraba una salida, Cataleya estaría en primer lugar siempre.
Solo era menor que su hermana por 5 años, Aunque era menor que Cataleya, era más maduro y prudente.
Lo que unió a Calvin con Jayden era que ambos quedaron huérfanos de niño, la diferencia era que la familia de Jayden fue asesinada cruelmente por sus enemigos; mientras que los padres de Calvin y Cataleya, tuvieron un accidente automovilístico donde ambos perdieron la vida junto a su otro hermano menor.
Aún recordaba el día en que Calvin decidió postularse como m*****o de la mafia de Jayden, su seriedad, su lealtad y resistencia al dolor lo convirtió en su mano derecha.
Para Calvin vivir una vida donde sus abuelos no podían mantener a dos adolescentes, fue algo difícil de superar, su único camino para mantener a su hermana mayor con una vida estable y que terminara sus estudios, fue unirse a Jayden Arango.
Calvin con 15 años y Jayden con 23. Dos jóvenes inexpertos en un mundo de Mafias, llena de peligros, fueron aprendiendo de sus propios enemigos, quienes decían ser sus aliados. Donde solo se veían drogas, cómo torturaban a las personas para sacarle información y miles de maldades más.
Regresando al club, Jayden ya no se pudo resistir a tan hermosa mujer.
—Calvin, quiero esa bailarina para mí esta noche —demandó Jayden. Calvin se quedó viendo a la chica que bailaba cerca de la zona VIP donde ellos estaban.
Al ver que el traje y el antifaz eran de María, suspiró un poco aliviado, sabiendo que su hermana bailaba cuando quería liberar estrés o tal vez cuando deseaba coquetear con algún hombre que se asemejaba al padre ideal para su hijo.
—Espere un momento, señor —le pidió Calvin acercándose a uno de sus hombres de confianza.
Calvin no buscaba obligar a María a que calmara a su jefe, sabía que ella estaba dispuesta solo por ser ese hombre atractivo y deseable y sin dejar atrás la cantidad de dinero que le daría que ayudaría bastante a su familia.
Una decisión que tomaba ella por sí sola y nadie era capaz de juzgarla.
El hombre regresó con una respuesta positiva, Calvin se encargó de llevar a su jefe a la habitación donde lo estaría esperando María.
Por supuesto que él no sabía, ni siquiera se imaginaba que la mujer que esperaba a Jayden, en esa habitación, era nada más y nada menos que su loca hermana, su plan estaba saliendo a la perfección y su amiga era la cómplice número uno. Para Calvin, su hermana estaba en su oficina, asegurándose que nadie robará en su club.
Mientras su jefe se metía a la habitación donde lo estaría esperando la supuesta María, él se quedaba descansando en otra habitación.
Por supuesto que dejó dos hombres al cuidado de su jefe para que le avisaran cuando él decidiera salir.
Jayden entró a la habitación oscura, no necesitaba ver el rostro de la mujer a quien se quería coger sin piedad, solo deseaba sacar toda su frustración de esa manera, queriendo dejar claro que Gema, no sería la mujer que acabaría con él.
—Desvístete y haz lo mejor que puedas hacer —demandó Jayden con voz ronca.
Cataleya sonrió ladina, se fue acercando lentamente a él, con la poca luz que le daba una lámpara de colores, se fue despojando de toda la ropa de Jayden dejando toques en su cuerpo con sus delicadas manos.
Si él pensaba que no iba a sentir nada en ese momento estaba muy equivocado, una vez terminó con su ropa se acercó más y pasó su lengua por todo su pecho mientras quitaba la camisa.
No pudo evitarlo, quedó embriagada por su olor mezclado con alcohol, perfume y cigarrillo, aún no creía que frente a ella estaba ese hombre que deseaba tanto.
Jayden no se resistió y soltó un gruñido al sentir como Cataleya bajaba su pantalón junto con su boxer. Dándole la mejor vista a Cataleya.
—¡Perfecto! —exclamó Cataleya contenta. Eso sin duda sacó una sonrisa ladina de Jayden, aumentando su ego.
Sus suaves manos acariciaron su erección dando suaves movimientos que aumentaban los gruñidos en Jayden.
En ese momento olvidó totalmente a su exnovia. Solo disfrutaba como la cálida lengua y labios de Cataleya se posaban en su enorme erección, sus movimientos suaves acompañados de sus manos lo tenían con la mente nublada.
No se pudo contener y agarró su cabello para ayudarla a que sus movimientos fueran más rápido. Jayden no quería terminar en su boca, así que la separó y bruscamente la tiró en la cama.
Eso a Cataleya la excitó más. Sentir como ese fuerte hombre, tocaba su cuerpo mientras quitaba sus prendas, era un verdadero delirio, sus gruesas manos acariciaban sus senos, masajeando sus pezones, sin previo aviso metió uno a su boca, succionando y acariciando con su lengua el duro pezón.
Jayden subió a sus labios, gruñendo por el exquisito sabor de su boca, sus lenguas entrelazadas, buscando más contacto.
Cataleya no podía más, su centro estaba totalmente húmedo, sus ganas de sentirlo dentro eran incontrolables. Pero el imponente hombre no la dejaba tomar el control.
Dejó de besarla y bajó a su cuello, buscando grabar ese olor y sabor tan único. Metió sus senos en su boca, hasta que se cansó y fue bajando a su centro. Abrió sus piernas lo suficiente para pasar su lengua de una manera salvaje, jugando con sus pliegues y sus clítoris sin piedad.
Cataleya no pudo aguantar más y en poco tiempo llegó al clímax. Jayden estaba totalmente sorprendido, el cuerpo de esa mujer lo había embriagado totalmente, los movimientos y los gemidos que hacía ella en cada toque que él daba eran muy diferentes a los que había sentido con su novia.
Su ebriedad le daba la suficiente fuerza y deseo para hacer de su cuerpo lo que se le viniera en gana.
Sentía que esa mujer ahí junto a él, estaba disfrutando totalmente lo que él estaba haciendo, Y eso lo volvía aún más loco, sin previo aviso, se posicionó en su entrada penetrándola sin piedad.
—Maldición, qué apretada estás —gruñó Jayden al sentir como el centro de Cataleya palpitaba.
—¡Muévete ya, joder!—demandó Cataleya sintiendo esas ganas de que él se moviera salvajemente.
Jayden se echó una risita, no podía creer que estaba recibiendo órdenes de una mujer a la que él buscó para coger y olvidar la traición de su novia.
—No te quejes luego —advirtió Jayden.
—Aah…
Lo que él no sabía era que estaba cayendo redondito en la trampa de Cataleya, sus movimientos empezaron olvidando totalmente de usar un preservativo, era tanto el placer que le daba el centro de Cataleya, que olvidó totalmente eso.
Jayden se sorprendió al ver cómo la mujer que tenía abajo le dio una vuelta para estar en una mejor posición donde ella podía moverse hasta liberarse.
Cataleya se subió encima de él, cabalgando como nunca. Tenía mucho tiempo de no haber estado con un hombre y en ese momento lo estaba disfrutando tanto, se había olvidado su verdadera razón por la cual estaba ahí, acostándose con un hombre el cual no era nada de ella.
Jayden estaba completamente idiotizado por el aroma de su perfume, sus movimientos encima de él, lo tenían delirando, pero era momento de él tomar las riendas nuevamente, colocándola en posición de cuatro, dos fuertes nalgadas le dio antes de introducirse completamente en ella, un grito de dolor y placer soltó Cataleya.
Pero solo bastó que él se moviera unas cuantas veces para que el placer la dominara por completo, Jayden tomó su cabello enrollándose en su mano para tener una mejor forma de introducirse en ella.
La noche fue larga para ambos, una sola vez no bastó para que Jayden se sintiera satisfecho, esa mujer lo tenía totalmente embriagado en cierto momento sentía que era irreal, que solo estaba teniendo un sueño por su bien notable ebriedad.
Pero le encantaba la idea de poder tener una mujer a su lado demandante, donde no solo pelearan por cosas laborales, sino también en el sexo.
Las horas pasaron y sus cuerpos estaban totalmente sudados, agitados y sin nada de energía, Jayden aún estaba ebrio, quedándose dormido profundamente.
—Maldito mafioso encantador, una lástima que solo te quiera para mis planes, no me importaría volver a repetir esta noche —musitó Cataleya mientras se levantaba casi sin energía colocándose su ropa.
Al ver a Jayden pensó un momento, si lo dejaba así tal cual, él se levantaría buscando la mujer con quien se acostó.
Se dirigió al pequeño baño y decidió limpiarlo completamente, en su estado de ebriedad, cualquier mujer podría decir que no pasó nada, porque él se había quedado dormido y ese era su plan y por supuesto que María, su mejor amiga y cómplice, la ayudaría.
Una vez limpio a Jayden como un niño pequeño, sonrió ladina, no podía creer que estaba engañando al mafioso más peligroso de Colombia, al jefe de su hermano, quien estaba cansado de discutir con ella por esa loca obsesión de tener un hijo de un hombre no solamente guapo, también con genes poderosos.