TAMARA
Apoyé la cabeza en mis brazos y gemí.
—Vamos ordena Valentina desde el oro lado de la mesa. –Tienes esto. Puedes hacerlo—
—¡Creemos en ti— agrega Heidy a mi derecha. —¡Ve, Tamara! ¡Ve! ¡Ve! ¡Chug!—
—¿Chug?— pregunta Mya, genial, tranquila y serena a mi izquierda.
—¿Chug?...¿Conocimiento?— dice Heidy. —Mira apenas estoy entrando en el espíritu del asunto—
—Ya sabes, conocimiento— dice Valentina inexpresiva. —¿La frase común que la gente dice todo el tiempo?—
—¿Ve?—dice Heidy. Levanto la cabeza, apoyo la barbilla en los brazos y miro a Mya de nuevo. Está sosteniendo seis dedos frente a su cara, la hoja de respuestas frente a ella y tratando de no reírse de Heidy.
—¿Cuáles tenemos?— pregunto. Mya se aclara la garganta y mira nuestra hoja de respuestas.
—Castidad— comienza. —La fácil—
—¿Lo es?— pregunta Valentina y Mariana simplemente sonríe.
—Caridad— continúa . —Temperamento— Heidy resopla. —Amabilidad, paciencia y humildad. Flicitaciones a Valentina por haber ideado esto último—
—Gracias— Mya y Valentina chocan sus vasos y luego cada una bebe. —No lo sé —les digo, apoyando con cuidado mi frente contra mi puño. —¿Fortaleza? ¿Eso es una virtud?—
—Parece que podría serlo— dice Mya.
—Llenar el tanque de gasolina en un atuo prestado—digo, todavía mirando la mesa, deseando que mi cerebro funcione mejor.
—¿Recoger basura que ni siquiera es tuya? ¿Preparar más café si tomas la última taza? Recuerda limpiar la estufa después de lavar los platos—
—Estoy segura de que será solo una palabra— dice Mya.
—Me gusta la fortaelza— dice Heidy. —Suena bien—
—No lo es—digo. —Arrrgh— Valentina apoya los codos sobre la mesa y la pulseras de plata hacen ruido, luego se inclina hacia mi, su lápiz labial rojo brilla contra su piel de ébano, su cabello rebota suavemene con el movimiento.
—Tamara— dice muy, muy en seria. —Fuiste doce años a escuela católica—
—Trece— corrijo.
—Trece años de escuela católica—dice sin perder el ritmo. —Trece años de faldas de lana que pican, suéteres feos y monjas. Trece años de que los gobernantes te golpearan los nudillos. Trece años sin chicos. ¿Y sabes por qué?— Valentina hace una pausa dramática. Tiene talento para este tipo de cosas.
_¿Por qué ?— pregunto, totalmente absorta.
—Para este momento— continúa. —No creo en las coicidencias, Tamara. Fuiste a una escuela católica por una razón, y esa razón es esta misma pregunta de triva del bar— Valentina a veces puede ponerse un poco intensa después de haber tomado unas copas, y eso significa que está tomando muy enserio esta noche de trivia de bar.
—Lo tienes en ti— dice. —Se que tienes esa séptima virtud dando vueltas en algun lugar de ese cerebro tuyo. Vamos escuela católica. Vamos
—¡Vamos escuela católica!— Heidy grita, levantando un puño en el aire. Ha tomado unas cuantas copas más que el resto de nosotros. Después de todo, ella es la cumpleañera.
—Escuela. Cato. li. ca—Heidy dice lentamente, levantando el puño.
—Oh. Dios— murmuro.
—Pide por todas las intersecciones que quieras— dice Valentina sentándose y abriendo las manos. ¿Christian? ¿Frank? Mary. ¿Estas ahí arriba? ¡Ayuda una chica!— Justo encima de nosotros suena el altavoz.
—Mubien. ¡Tienes otros sesenta segundos para nombrar tantas de las siete virtudes como puedas para nuestra ronda de bebidas gratis!— dice el presentador de trivia bar. —Luego pasa a la cultura pop. ¡Espero que hayas estado prestando atención a las películas este año!—
¡Escuela católica!— Heidy dice de nuevo, haciendo un gesto a Mya y Valentina para que se unan. —¡Vamos! ¡Escuela católica! ¡Escuela católica!— ahora las tres estan cantando. Mya está golpeando la mesa. Cierro los ojos con fuerza y los dedos me pellizcan el puente de la nariz Nada.
Lo sé, lo sé, pero no puedo. Piensa en la séptima virtud para salvar mi vida. En lugar de eso, tomo un trago de mi whisky. Aún nada. Tomo otro sorbo. Creo que tal vez seis sean suficiente. ¿Los otros participantes conocen siquiera seis virtudes? Seis virtudes sobran, ¿verdad? Vuelvo a poner mi vaso en la mesa. Mientras lo hago, el nombre de la séptima virtud me golpea tan fuerte que practicamente me caigo de la silla y agarro dramáticamente el brazo de Mya.
—¡Diligencia!— susurro y grito tratando de evitar que los otros equipos de trivia me escuchen. —Es diligencia. D-i-l-i...— ella ya lo escribio, porque una estudiante de último año de pre-medicina con un GPA 3.9 sabe como deletrear diligencia. Mya salta de su silla sin decir una palabra más, con el bolígrafo todavía en la mano, agitando nuestra hoja de respuestas mientras se dirige hacia el moderador de la noche de trivia.
—¡Ve!— Heidy grita, innecesariamente.
—¿Es eso? ¿Estás segura? —Pregunta Valentina. —¿Estás totalmente segura?—
—Estoy totalmente segura— digo y bebo mi whisky de jengibre con emoción. —Una vez escribí un trabajo de inglés para decimo grado de alguna manera solo revisé la ortografía de la primera mitad, y la hermana Agatha me llamo y me sermoneo sobre la virtud y la diligencia, y Dios, le encantaba recordarme que una joven nunca podría tener suficiente virtud—
—Por supuesto que puedes— dice Heidy. Ella es rubia de ojos azules y parece que le resultaría difícil entender un semáforo. Pero las apariencias engañan, porque sabe cinco idiomas, tres de los cuales están muertos, y una vez paso una noche entera explicándome la economía del imperio Romano tardio.
–Tengo muchas virtudes— dice. —Valentina tiene mucho. Mya, no lo sé. Tamara, Dios sabe que tienes más que suficiente y probablemente podrías descargar un poco—
—¿Qué esta descargando Tamara?— pregunta Mya, sentándose de nuevo.
—Mi virtud— digo, manteniendo una cara perfectamente seria. —Estaba pensando en tirarla al río junto al viejo puente de ferrocarril, ya que Heidy cree que tengo demasiada— Mya se ríe y toma otro trago de su gin tonic.
—Bueno, creo que deberías tirar tu virtud cuando quieras y en cualquier receptáculo, siempre y cuando todos los involucrados sean adultos que consientan con entusiasmo— dice. —Y no olvides estar segura—
Las cuatro hemos sido amigas desde que eramos estudiantes de primer año y compañeras de cuarto desde que eramos estudiantes de segundo año, así que a estas altura, el hecho de que todavía sea virgen es una broma corriente. No es que tenga un fuerte apego a mi virginidad, simplemente resuta que todavía la tengo.
—¡Muy bien, las puntuaciones están contadas!— dice el presentador de trivia por el alta vozz. Los cuatro nos sentamos muy erguidos, pendientes de cada palabra, especialmente Heidy. Después de todo, está era su idea de una divertida fiesta de cumpleaños número veintiuno, algunas personas hacen veintiún tragos y se emborrachan, ella ha tenido considerablemente menos que eso y esta decidida a destruir por completo la competencia de la noche de trivia.
—Resulta que ustedes no están a la altura de sus virtudes— continúa el chico. —La semana pasada la pregunta de la ronda de bebidas fue sobre los siete pecados capitales y déjenme decirles, esos equipos...uff—
—Estás dirigiendo una noche de trivia, no una noche de comedia— murmura Heidy. —Ve a la pregunta—
—Tranquila amiga— Valentina le dio unas palmaditas en el brazo.
—Solo digo— dice.
—De todos modos, está noche no habrá sorteo porque solo un equipo logro nombrar las siete virtudes celestiales— Heidy me golpea con entusiasmo en el hombro. Valentina hace rebotar las palmas de las manos sobre la mesa.
—Cuéntanos—sisea Mya. Yo diría que mis amigas pueden ser un poco competitivas e intensas, pero también estoy inclinada sobre la mesa, con ambas manos apretadas en puños, esperando ver si ganamos, aunque estoy noventa porciento segura de que lo hicimos.
—Y esas son, por supuesto, pacciencia, caridad, castidad, bondad, humildad, diligencia...—
—Si, si —Sisea Mya.
—..¡Y una virtud que nadie aquí está celebrando esta noche. Moderación!— Esto provoca una leve risa en las distintas mesas alrededor del bar. —¡Felicitaciones a las ganadoras de la ronda de bebidas de esta noche, Tequila Cazadores! El camarero estará disponible con sus tragos en solo un rato. La siguiente ronda comienza a las diez—
—¿Shots?— le pregunto a la mesa, frunciendo el ceño —¿No puedo simplemente tomar otro whisky con jengibre? ¿De que es un shot? ¿Qué pasa si no quiero un trago, puedo..—
—Podrías preguntarle a alguien que sepa—dice Heidy. —O podrías divertirte un poco y hacer una foto con nosotros—
—No hay presión de grupo— le advierte Mya.
—Si, no hay presión de grupo— añade riendo.
—No estaba presionando a mis compañeras— protesta Heidy, levantando su propio vaso. Creo que es su tercer trago, pero como finalmente es su vigésimo primer cumpleaños, no la juzgo. Si se preguntan porque es un año menor que nosotras, fue por que se salto tercer grado.
—¿Estás bromeando?— Ese fue un ejemplo de libro de texto de presión de grupo— añade Valentina.
—No, el ejemplo de libro sería, como "oye chico, toma un poco de marihuana porque todos los chicos geniales lo hacen y también tus amigos consumen marihuana, y no serás divertido si no consumes drogas"— Heidy dice. —No dije eso, solo dije que los shots son divertidos— Las tres le lanzamos miradas interrogativas por separado.
—¿Todo lo que sabes sobre las drogas es de D.A.R.E en quinto grado?— pregunta finalmene Mya. Heidy se encoge de hombros dramáticamente y termina su bebida mientras Valentina llama la atención de Mya y simplemetne asiente.
—Correcto— dice Mya. —De todos modos, no... oh, vaya— Sigo su mirada por encima del hombro de Heidy. Vaya, tiene razón, porque la camarera con pelo rizado, tatuada sin razón está parada allí, sosteniendo una bandeja con cuatro Shots. No son shots de tamaño normal. Estan en esos vasos altos. Y son de color azul brillante.
—Aquí tienes—dcie, dando un paso adelante y depositando los vasos en la mesa frente a nosotros. Mya aparta nuestros lápices y hojas de respuestas. —Las variaciones de los cuatro pitufos. ¡Disfrutalo!— Así de simple se fue. Con delicadeza, Valentina toma un vaso de chupito.
—¡No!— Heidy dice, agitando una mano. —¡Tenemos que hacerlo juntas!—
—Solo lo estoy oliendo— dice Valentina, riéndose de Heidy. —Creo que es... ¿Ron de coco y curacao azul?—
—Seguro que es algo azul—digo, tomando también un vaso de chupito y observando el líquido con sospecha, preguntándome si sera una buena idea. Por un lado, realmente no hago shots. Soy totalmente liviana, y solo necesito un par de tragos antes de convertirme en esa chica vergonzosa que vomita en los arbustos de alguien mientras solloza que las ardillas son demasiado para este mundo precioso. Solo un ejemplo aleatorio de algo que, en teoría, podría sucederle a un peso ligero. Ciertamente no es un incidente real el primer año.
Por otro lado, solo he tomado dos tragos hasta ahora, es el cumpleaños número veintiuno de Heidy, y está es básicamente mi última oportunidad de salir de fiesta antes de lanzarme de cabeza a mi último año de universidad.
—¿La idea es que esto es lo que beben los pitufos cuando están de vacaciones?— pregunta Valentina, mirando profundamente en su vaso de chupito. ¿O esto esta hecho de pitufos?—
—Esto acaba de oscurecer— digo.
—Estas pensando demasiado en esto— le dice Heidy. —Basta. Es mi cumpleaños. No pienses. ¡Salud!— chocamos nuestros vasos sobre el centro de la mesa. Todas gritamos —¡Wooo!— todas bebemos.
Las vacaciones de los pitufos no son tan malas como parecen. Es cierto, es tan dulce. Siento como si una bomba de azúcar estallará en mi boca, y si el coco falso, y el plátano falso son sabores horribles, y si, hay un regusto desagradable y astringente, pero definitivametne he tenido cosas mucho peores. Hay cuatro clonks distintos mientras cada una de nosotras ponemos nuestrso vasos de chupito sobre la mesa, cada una de nosotros haciendo un ruido de sorpresa ante lo que acabamos de llevarnos a la boca.
—Semen de pitufo— dice Heidy.
—Basta— dice Valentina.
—Al menos esperaron hasta después de que bebimos para decir eso— les digo.
—Fue una experiencia— dice Valentina, tomando un sorbo de su guinnes. Miro hacia el suelo a mi derecha mientras siento que las vacaciones de los pitfuos empiezan a surtir efecto. Si antes estaba borracha, ahora definitivamente estoy un poco más borracha, y estoy tratando de calcular el mejor curso de acción para levantarme de ese taburete con mi dignidad intacta.
Nivel de dificultad: falda corta y botas de tacón de tres pulgadas. Menos mal que el alcohol me hace valiente. Muevo las piernas y salto, y solo me tambaleo un poco cuando aterrizo.
—Vuelvo enseguida— les digo a mis amigas y luego me dirijo al baño en la parte trasera del bar, pasando entre otros equipos de trivia y pasando por mesas de billar. El trivia bar es una especie... de bar digno, si eso tiene sentido. Aunque Camarillo es una Ciudad Universitaria , el bar está lo suficientemetne lejos del campus como para que no sea frecuentado por estudiantes universitarios. Es más tranquilo que un bar de estudiantes. Es un poco civilizado, no importa que esté en el sótano de un antiguo almacen que probablemente ha estado en pie desde mediados del siglo XIX. Hay algo de california a lo que todavía no me he acostumbrado a pesar de que mi familia se mudo al estado hace ya siete años. Lo viejo que puede ser todo. Las paredes de la parte trasera del bar, donde esta el pasillo con los baños son de piedra en bruto y lo juro, tienen grafitis de más de cien años.
Tan pronto como doblo la esquina veo la fila. —Mierda— murmuro para mis adentros. Contra la pared hay cinco... espera, no, seis mujeres, todas charlando entre ellas o mirando sus teléfonos, todas claramene esperando usar el baño de mujeres de un solo cubículo. Suspiro y me pongo en la fila, esperando no perderme el comienzo de la siguiente ronda. La mujer a mi lado está navegando por i********: y desearía no haber dejado mi teléfono en mi bolso en la mesa mientras epero. Y espero. Y espero. Me pregunto que diablos estará haciendo la mujer en el baño. ¿Esta haciendo caca? ¿Tomando un baño? ¿Mirando f*******: en su teléfono? ¿Dar a luz? En realidad, le daría un poco de holgura con eso último .
Mientras tanto, ¿el baño de hombre? Ciudad muerta. De vez en cuando, un chico entra y luego, treinta segundos después, sale. Como si no les importara nada en el mundo, lo cual probablemetne no les importa, ya que no tienen una fila para ir al baño. No parece tener un recien nacido con ellos. Intento no mirar fijamente cuando entra la siguiente persona en la fila, y ahora estoy a cinco perosnoas de distancia. En tacones. Piernas cruzadas, ahora un poco más apretadas. Pueblo fantasma de un baño de hombres del otro lado del pasillo. La chica a mi lado suspira y murmura —Vamos— en voz baja.
Y tomo una decisión rápida, un poco borracha. Me levanto de la pare dónde estaba apoyada. Camino por el pasillo hacia el baño de hombres, con la cabeza en alto, los hombros hacia atras y determinación en cada paso. Pero aún así, frente al baño de hombres, hago una pausa de medio segundo, un escalofrío recorre mi columna mientras cada molécula de mi cuerpo grita ¡no! ¡No! ¡Puerta equivocada!
—¡Hazlo!— detrás de mi alguien grita. Es todo el estímulo que necesito y empujo la puerta para abrirla, conteniendo la respiración. Entro al baño de hombres. Y luego susurro —¿Qué diablos?— Dispone de urinario y cubículo. Los hombres tienen el doble de oportunidades para orinar, mientras que ,al otro lado del pasillo, el baño de mujeres solo tiene un retrete. No es de extrañar que entren y salgan de aquí mientras nosotros estamos atrapadas mirando las paredes cemento en incómodos zapatos. A veces es difícil no odiar a los hombres.
Pero tengo muchas ganas de orinar, así que puse mis quejas del baño a un lado entro al cubículo y termirnar con todo esté negocio. Justo cuando tiro la cadena, se abre la puerta del baño. Entran unos pasos. Me congelo. El corazón me sube a la garganta y, durante un largo momento, miro fijamente la pared de metal beige porque no tengo idea de que hacer. No pensé tan lejos. No pensé en el futuro gracias a las vacaciones de los pitufos.
Ni siquiera se me ocurrio que podrían atraparme. Entonces no hago nada. Me quedo inmóvil en el baño, mirando con los ojos muy abiertos la parte trasera de la puesta de metal y contengo la respiración. Entran los pasos. Se acercan al cubículo y luego se detienen. No puede estar a más de un pie de distancia de mi. Mis palmas empiezan a sudar, todas mi bravuconería inducida por el alcohol desapareció. ¿Y si es un policía? Creo. ¿Me pueden arrestar por esto? Creo que me pueden arrestar por esto. Nunca antes me habían arrestado. Me mandaran a la cárcel y no puedo ir a la cárcel, no puedo manejar esas dinamicas sociales. Yo Tamara, Rodriguez soy muchas cosas. Una hija. Una hermana. Una estudiante de último año de la universidad. Una erudita de California State University.
No soy una rompe reglas. Soy una seguidora de las reglas, prolijamente y al pie de la letra. Me encanta seguir una buena línea. Me encanta permanecer dentro de los limites. Me deleito en cumplir con la ley, y ahora mismo, desearía con cada gramo de mi ser estar afuera, en el pasillo, de pie con tacones y la vejiga llena. Finalmente, los pasos vuelven a moverse. Un momento despues, se oye el sonido de un urinario siendo utilizado y luego descargado. El agua del fregadero sigue corriendo. Las toallas de papel se arrugan. Por fin, la puerta del baño se abre y se cierra. Exhalo y, sin pensar, apoyo mi frente contra la fria puerta de metal.
Entonces recuerdo donde estoy y me levanto de nuevo, porque estoy segura de que esta puerta está plagada de germenes "Gracias Dios, pienso. Prometo no volver a cometer ningún delito relacionado con el baño. Deslizo la cerradura de la puerta hacia atrás, vuelvo a verificar que mi falda este bien bajada y cubra todo lo que se supone que debe de cubrir, y luego empujo la puerta para abrirla y camino hacia adelante con confianza.
Casi choco contra él. —¡Aughf! — grito y me detengo de repente, y la parada repentina hace que mi talón se engancha en un trozo de baldosa rota. ¿He mencionado que técnicamente estoy algo ebria? Y de todos mododos, ahora me estoy moviendo en dirección del urinario.
—Vaya— dice, y me atrapa, con una mano en la parte superior de mi brazo, sosteniéndome hasta que encuentro correctamente mi equilibrio nuevamente.
—Te fuiste— jadeo, lo único que puedo pensar porque estoy medio borracha y también medio aturdida y más que medio confundida.
—¿Enserio? Parece que todavía estoy aquí— dice, con una ceja ligeramente levantada y el fantasma de una sonrisa cruzando su rostro. Su cara es muy, muy hermosa. Por un segundo, mi cerebro simplemente se apaga porque este extraño en el baño podría ser el hombre más guapo que he visto en mi vida. Probablemente sea el hombre más guapo que he visto en persona y abosolutamente el más guapo que he visto en un baño de hombres. Alto. Ancho. Ojos azules. Cabello castaño, con tendencia al dorado en algunas zonas. Ligera barba. Mandíbula cuadrada. Camiseta verde bosque estirada sobre gruesos hombros y biceps que deben ser retocados por photoshop o algo así.
Siento que alguien debe de estar jugando una mala pasada conmigo. ¿Mis compañeras de cuarto encontraron de alguna manera a alguien para que viniera a coquetear conmigo en el baño? ¿Es esto algun tipo de conspiración ? ¿Me están engañando? ¿Son ellas las que me están engañando o creen que estan haciendo algo bueno al contratar a un hombre excesivamente atractivo para que me siga hasta aquí?
Dejo de quedar boquiabierta, aclaro mi garganta y miro directamente a un mar azul. —Este es el baño de mujeres, ¿verdad?— pregunto.