3- Atrapados.

1816 Palabras
TAMARA Una sola ceja todavía levantada, mira casualmente a su izquierda, luego a su derecha, como si estuviera buscando algo, e incluso eso es atractivo. Dios mios. ¿Qué hay en las vacaciones de un pitufo?. —No lo es— dice, su sonrisa se ensancha unos milimetros y me provoca palpitaciones. —Y tengo que decir que los baños de mujeres no tienen urinarios— Me froto las manos, con las palmas ligeramente sudorosas, y miro el urinal. —Aunque nunca he estado en un baño de mujeres, no puedo decir que esté seguro—continúa. —Si hay cola para los hombres, simplemente espero— —Estoy segura de que también solo cruzas la calle en los cruces de peatones y nunca excedes el limite de velocidad—digo, con la boca delante de mi cerebro. —Ya que te encanta seguir las reglas— Aprieto los labios porque necesito dejar de hablar. Estoy nerviosa y un poco borracha, y eso me hace ser una imbécil con este hombre tan guapo que claramente me esta tomando el pelo. . —Si abrieras la puerta y luego la cerraras solo para que yo saliera y pudieras atraparme eso es "Atrapamiento"— le informo, con el corazón martilleando en mi pecho, la boca todavía varios pasos por delante del cerebro. —Y el atrapamiento es inconstitucional y también ilegal— El sonríe y sus ojos azules se arrugan. Por el amor de Pete, tiene hoyelos. Enviar ayuda. —y malo— agrego porque no puedo detenerme. —Entonces es bueno que no sea policía, si no solo un ciudadano preocupado—dice, todavia sonriendo. Hago una pausa. Me obligo a respirar profundamente y pensar durante medio segundo antes de responder. —¿Y me encuentras preocupada?— pregunto finalmente, inclinando la cabeza hacia un lado. Se toma un momento para responder, entrecerrando los ojos aunque su sonrisa no se apaga. Si no lo supiera mejor, pensaría que me está mirando, pero obviamente eso es solo el efecto de las vacaciones de pitufos. —Es una posición a la que estoy llegando—dice, su voz es baja, relajante, con solo un toque aspero y una pizca de acento sureño. Debe ser un pueblerino, porque no hay manera en la verde tierra de Dios que sea un estudiante. Conozco a muchos estudiantes y ninguno de ellos es algo así. —¿En que te concierne exactamente?— pregunto. Mi pecho se siente como si estuviera lleno de gelatina. Mis palmas estan húmedas. Puedo escuchar mi pulso rugiendo a través de mis oídos. Algunas personas nacen coquetas. Les resulta natural. Hablar con un m*****o atractivo del sexo opuesto no los asusta. La idea de que alguien que podría interesarles no invoca una reacción de huida o lucha. Yo, por otro lado, nací para no coquetear. Cada vez que encuentro a un chico atractivo o interesante, termino metiéndome el pie en la boca con tanta fuerza que dejo marcas de dientes en la rodilla. —Por un lado, estoy terriblemetne preocupado por tu incapacidad para leer carteles sencillos en las puertas— dice. —El de esta puerta indica que es para hombres— —¿Lo estás?— pregunto, abriendo más los ojos. —¿Eso es lo que signifcaba esa pequeña y divertida imagen? Pensé que era una especie de pictograma antiguo, tallado por los humanos en el paleolítico que habitaron aquí. Estaba apunto de informar de mis hallazgos al Smithsonian— ¿Demasiado sarcástica? Mireda. —Gracias a Dios te ahorre esa vergüenza— dice inexpresivo. —Y aún así, ¿no podías dejarlo en paz?— pregunto, levantando las cejas. —Solo estoy tratando de vivir mi vida y saltarme la fila del baño de mujeres— Ahora está sonriendo. Los hoyuelos son muy profundos y me obligo a resistir la tentación de meter un dedo en uno. —Siempre he sentido demasiada curiosidad para mi propio bien— dice, todavía sonriendo y encogiéndose de hombros. —Y nunca me ha gustado dejar que la gente se salga con la suya— —¿Cosas como ir al baño en paz?— —Cosas como tomarse la justicia por su mano y saltarse una cola— bromea. Finalmente me alejo de su mirada y me dirijo al fregadero para lavarme mis manos y lo miro por encima del hombro en el espejo. —Las líneas del baño son el resultado de una arquitectura misógina— digo. —Lo que significa que el diseño del baño es horrible para las mujeres y bueno para los hombres— Tengo toda una tesis para respaldar esta afirmación, pero ahora necesito concentrarme en sacar jabón de este dispensador. Es más complicado de lo que parece, lo juro. —Así que no solo estabas saltándote una fila, si no que estabas subvirtiendo el patriarcado—dice. Mi pecho se siente aún más tambaleante y algo se aprieta en mi estómago. No es justo de mi parte, pero definitivamente estoy sorprendida de que un hombre tan guapo haya dicho subvertir el patriarcado en una conversación informal. —Exactametne—digo, cerrando el agua. —Cuando finalmente elijamos a una presidenta, será por este momento. —¿Entonces no debería de continuar con el arresto de mis ciudadanos?— el pregunta. —Estaba listo para intentar recordar los derechos de Miranda para poder hacerlo correctamente— —Y hemos establecido que hagas las cosas correctamente—digo, agarrando una toalla de papel y secándome las manos. —pasos peatonales, limites de velocidad y ahora derechos Miranda— hago una bola con la toalla de papel y la tiro a la basura. Fallo pro aproximadamente una milla y, por supuesto, el lo recoge y lo arroja. Luego apoya una mano en la manija de la puerta y me lanza una breve mirada de arriba a abajo que me pone indescriptiblemente nerviosa. —¿Qué pasa si en lugar de arrestarte te invito una bebida?—el pregunta. Juro que hay una manada de búfalos atravesando mi pecho y justo encima de mi cerebro. —¿Ese es tu movimiento?— yo digo. —¿Atrapas una chica en el baño y le haces una propuesta?— Luego cierro la boca de golpe porque eso no es lo que quise decir, no se parece en nada a lo que quise decir, pero estoy terriblemente nerviosa por esto. Voy a morir virgen, ¿no? Para que conste, quise decir algo como, "eres muy guapo y también un poco divertido y creo que me gustaría seguir conociendonos" Su sonrisa se desvanece. —Lo siento— dice, con voz repentinamente sería y la sonrisa desapareciendo de su rostro. —No es un movimiento y no estás atrapada— Tira el pomo de la puerta. La puerta no se abre. Se engancha con un ruido sordo y el frunce el ceño. Los nervios y el alcohol me recorren y, antes de darme cuenta, estoy hablando de nuevo. —Si—digo. —Estoy segura de que esta no es la página cuarenta y cinco de algún manual de artista de ligue— luego me río, para que sepa que estoy bromeando. Coquetamente. Eso es lo que estoy haciendo ¿verdad?. —Si siguiera el manual, ya te habría mostrado un par de trucos de cartas y habría empezado a tocarte sin tu consentimiento— dice medio para si mismo, mientras gira la puerta de la cerradura y luego la vuelve a cerrar. Otro ruido sordo. La puerta sigue cerrada y ahora ambos la estamos mirando. Estoy nerviosa por una razón completamente nueva. —¿Truco de cartas?— pregunto, todavía mirando la cerradura. —Si, es algo muy importante entre los aritsta de ligue—dice, tirando de la puerta de nuevo. Nada. Gira la cerradura, pero claramente no hace nada, solo raspa inútilmente en círculos. —¿sabes, usan un sombrero ridículo y una camisa llamativa y llevan una baraja de cartas para poder acercarse a las chicas lindas y decirles que elijan una?—dice, todavía habalndo principalmente hacia la puerta. —Es una manera de acercarse físicamente a un objetivo sin parecer amenazantes— Agarra el mango de la puerta con ambas manos y tira, los músculos de sus brazos se anudan de una. manera muy agradable. La puerta no se abre, solo golpea de un lado a otro contra el marco de la puerta. —No lo hagas lo vas a romper— le digo. —Ya esta roto—dice, aunque da un paso atrás. —Mierda. Mierda— me acerco a la puerta y, consciente de mi falda por encima de la rodilla, me agacho frente a ella aunque no creo del todo en la situación. Esto realmente no está sucediendo ¿verdad? La puerta simplemente está atascada y si la empujamos en la dirección correcta, seremos libres de irnos ¿verdad? Muevo la cerradura, pero la palanca simplemente gira libremente, obviamente ya no está conectada a nada. —Espera— dice, y su voz es más cercana de lo que pensé, lo suficientemente cerca como para enviar un cosquilleo por mi columna vertebral y contengo la respiracion, tensa. No se si es el alcohol o su proximidad lo que de repente me calienta, la sangre corre a mi cara mientras soy intensa y agudamente consciente de los centímetros que nos separan. La estampida ha vuelto. Entonces una luz brillante brilla sobre mi hombro, en la rendija entre la puerta y el marco, el cerrojo brilla en la linterna del teléfono mientras cruza el espacio. Está puerta esta muy cerrada y el mecanismo de cerradura está muy cerrado. No funciona. Giro la palanca de la cerradura una vez más, solo para asegurarme. Gira y luego cuelga hacia abajo, completamente inútil. —Bueno, eso esta respondido— dice, su voz no muy lejos de mi oído. Mi columna pica de nuevo y trago fuerte, cerrando los ojos. Honestamente no estoy segura si estoy emocianada o nerviosa o ambos o ninguno. Permanecemos ahí. Da un paso atrás y luego se acerca el teléfono a la oreja. Respiro hondo, miro a mi alrededor, intento mantener el control de mis facultades a pesar de los whiskies de jengibre y las vacaciones de los pitufos. Es un desafío. Suspira, fija los ojos en la luz del techo y se pasa una mano por el pelo castaño claro. —Vamos responde— murmura. Me froto las manos y luego entrelazo los dedos. Los siento distantes, como si estuvieran mas lejos de mi cuerpo de lo que deberían estar, y estoy tratando de anclarlos. Volver a mi misma, evitar que las partes de mi cuerpo se vayan a la deriva en un mar de bebida azul brillante. Nunca volveré a tomar un shot.
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