4- Hombre guapo del baño

2704 Palabras
—Seth, por el amor De Dios— dice, bajando su teléfono, presionando de nuevo. Mi teléfono está, por supuesto, en mi bolso y mi bolso está nuevamente, en la mesa. Mis compañeras de cuarto debieron haber notado mi ausencia. Sin duda, el rescate es inminente. De todos modos hago un inventario detallado del baño: Un lavabo con espejo manchado y dispensador de jabón. Un cubículo beige, fabricado con material estándar para cubículos de baño, que contiene un inodoro. Un urinario. Un dispensador de toallas de papel de aspecto antiguo. Un bote de basura casi lleno debajo de una ventana pequeña, empotrada en la pared, hecha de esos paneles de vidrio borrosos. —Deja la cerveza y contesta el teléfono, idiota—dice el hombre detrás de mí, gruñendo. —Dios— Me paro debajo de la ventana y la miro, con las manos contra la pared de concreto y balanceándome sobre los dedos de los pies. Por un momento tengo que cerrar los ojos y respirar profundamente mientras todo se balancea ligeramente, y luego los abro de nuevo. Estoy bastante segura de que se Abre la ventana. Creo que veo un chiflado. Ahora camina de un lado a otro, con el telefono todavia pegado en la oreja, a pesar de que el baño no es lo suficientemente grande como para que pueda dar más de dos pasos. Da un paso, giro, paso, giro. Paso, giro, paso, giro. Incluso aquí, e incluso a pesar de su tamaño, estoy bastante segura de que mide más de seis pies y es extrañamente ágil y elegante, y todo su cuerpo es suave como un reloj. Paso, paso, giro. Como una especie de animal enjaulado. Estoy mirando. ¿Estoy mirando? Si, seguramente estoy mirando y... no voy a parar. No, no voy a parar. Todo sobre el es delicioso y creo que aunque lo intentara, no podría apartar los ojos. Finalmente, se quita el teléfono de la oreja y se lo guarda en el bolsillo, sacudiendo la cabeza. —No contestan— dice, con ese tono en su voz. —¿Tú?— —Mi teléfono esta afuera—digo, y me giro hacia la puerta. Solo queda una opción. Cruzo el baño, levanto el puño y golpeo la madera. —¡Ayuda!— grito, todavía golpeando. —¡Estamos atascados!— casi de inmediato soy recompensada con pasos. —¡Ey!—grita una voz de mujer. —¡Oye, la cerradura está rota!— —¡Mierda! ¿Puedes salir?—dice la voz de afuera. Respiro hondo y cierro los ojos, porque claramente esto no va a ser sencillo. —¡No! ¡Estamos atrapados!— detrás de mi, el camina de nuevo, con ambas manos metidas en los bolsillos y la mandíbula apretada. —¡Voy en busca de ayuda!— grita la mujer del otro lado. —¡Mantente fuerte!— —Mierda— murmura. Paso, paso, giro. Paso, paso, giro. Observo como va y viene. —¿Tienes claustrofobia?—pregunto finalmente, apoyándomelo contra la puerta. —No—dice. —Pero no me encanta exactamente estar atrapado en espacios pequeños. A nadie le gusta— —Algunas personas lo hacen—señalo. —Es todo un fetiche. La gente construye cápsulas y casilleros y una vez vi un documental— Esas eran las vacaciones del pitufo hablando. —¿Un documental?— pregunta, todavia paseando. —Tú eres el que sabe lo que dice la página cuarenta y cinco del manual del artista de ligue— señalo —Vi un documental— —Sabio— Eso, por fin, consigue una sonrisa. —Tenía curiosidad, así que cogí un manual— dice. Paso, paso, giro. —Era como leer un accidente automovilístico. No podía apartar la mirada— —¿Funcionaron?— pregunto. —Hey, ¿Estás bien allá?— la mujer al otro lado de la puerta ha vuelto— —Si—girto. —¡Tengo al bartender!— —No uses esa cerradura, está dañada— grita el camarero. —Tengo que ir a llamar al cerrajero— —¡Es domingo por la noche!— —¿Qué?— —¡Tamara!— grita la voz de Mya. —¿Estás bien?—quiero gritar que no, estoy atrapada en un baño de hombres con un extraño muy guapo y he estado haciendo el ridículo durante al menos diez minutos, pero son demasiadas palabras para gritar. —¡Estoy bien!— grito. —¡Obtuvimos el segundo lugar!— ella grita. —Estábamos en primero pero después había una ronda deportiva— el hombre guapo y yo nos miramos. —Felicitaciones— dice. —Gracias— digo, luego me vuelvo hacia la puerta. —¡Buen trabajo chicas! ustedes pueden salirse si quieren. No tienen que esperarme aquí— —Déjame hablar con Valentina y Heidy—grita, y luego escucho pasos que se alejan de la puerta. —¿Qué fue eso del domingo por la noche?— le pregunto al hombre, porque en este momento parecía importante pero lo pasamos en alto. —Solo estan abiertos los cerrajeros de urgencia— dice con una mano en la cadera y la otra recorriendo el pelo en un gesto claramente relacionado con el estrés. —Va a tomar horas. Mierda ¿por qué demonios no han reemplazado la cerradura si saben que está rota? ¿No pueden hacerlo? ¿Cortar la puerta con un hacha de bomberos o algo así? Dame una hacha, lo haré— —Aquí esta Johnny— digo. refiriéndome a una frase muy famosa de la pelicula de horror The sghining. Consigo una sonrisa. —Punto tomado— dice, luego se gira lentamente y mira al rededor del baño. Cuando llegué la ventana, hace una pausa y luego me mira. Sacudo la cabeza. —Demasiado pequeño— le digo. —No lo es— —Esta muy alto— —Puedo llevarte allí— ahora los búfalos bailan claque en mi caja torácica. —Puedes irte— le digo. Me mira como si hubiera sugerido casualmente que se prendiera fuego a sus propios pantalones. —No puedo dejarte aquí sola— dice. —Solo vuelve a traer mi teléfono—digo, encogiéndome de hombros. —Y tal vez una hamburguesa. Estaré bien— —Está bien, no lo tengo claro— dice, cruzando los brazos sobre el pecho. —No te dejaré atrapada en un baño de hombres— dice, y tengo esa sensación de gelatina en el pecho otra vez. Se acerca a la ventana y levanta la mano. Sus dedos encuentran la manivela y, después de unos segundos de empujarla, la gira. La pequeña ventana comienza a moverse, desalojando suciedad y el polvo a medida que se abre hacia adentro. —¿Vez?— el dice. Aplasto mis manos contra la parte delantera de mi falda. Mi falda no indecente pero si definitivamente corta. —Si tu me levantas, ¿quién te levantará a ti?— pregunto. La ventana está completamente abierta y el da un paso atrás, rozando sus manos contra sus jeans y mostrándome su sonrisa de alivio. la voz en mi cabeza resuena. —Puedo manejarlo—dice. Mis palmas están sudando de nuevo, y estoy tentada a decir algo como "Oh, realmente esta bien, estás tan alto que incluso puedes levantarme" pero eso no es realmente una pregunta. Definitivamente puede levantarme. ¿Podré mantener mi dignidad mientras me levantan por una ventana y llevo falda? es incierto. —Está bien—digo, y camino hacia la ventana. El ya está allí y empuja el cubo de basura, se agacha, entrelaza las manos y las extiende. —Agarrate de mi hombro para tener estabilidad—dice. —No te preocupes, ya he hecho esto antes— levanto un pie para ponerlo en sus manos, luego frunzo el ceño, me agacho y me quito las botas de tacón. —Gracias— dice mientras pongo mi pie descalzo ligeramente húmedo en sus manos cálidas y fuertes y trato de no pensar en lo asquerosa que soy. —A las tres. Una. Dos..— —¡Eeee!— ni es mi intención hacer ese sonido cuando me levanta, pero lo hago. Me agarro del borde de concreto de la ventana bastante pequeña, y sin pensar demasiado, asomo la cabeza y la parte superior de mi cuerpo sigue hasta que la mitad de mi sobresale, hacia el callejón detrás del bar, y la mitad de mi todavía está en el baño de hombres. Podría pensar en el hecho de que el señor guapo cara de hoyuelos podría estar mirando debajo de mi falda, pero elijo no hacerlo. En lugar de eso, dejo a un lado todos los pensamientos de dignidad y con mucho, mucho cuidado me deslizo hasta que tengo una rodilla a través de la ventana, luego la otra, con todo mi cuerpo balanceado hacia un lado en esta precaria posición. Luego respiro profundamente y me agito hacia el suelo, con los pies por delante. Por Dios, casi lo logro, solo que tropiezo un poco al aterrizar y termino en el asfalto, con una rodilla maltratada pero con lo demás bien. —¿Estás bien?— el pregunta. —¡Estoy bien!— le respondo de nuevo, poniéndome de pie. —Estoy tirando tus zapatos— dice, y un momento después, mis botas salen. Mientras me las vuelvo a poner, el aparece, primero con la cabeza, luego maniobra correctamente y cae ligeramente al suelo como si nada. Luego me mira y sonríe. —Eso fue algo— dice, y puedo escuchar el alivio de su voz. —Dios, pensé que estaríamos allí por.. tu rodilla está sangrando— lo miro. Estoy raspada, pero no es gran cosa. Hay como una gota de sangre. —Mi aterrizaje fue un asco— digo. —Estoy bien— —Mierda, lo siento— dice, y antes de que me de cuenta está arrodillado frente a mi y dos dedos ligeros me raspan mientras examina la rodilla. Me muerdo el labio mientras el nerviosismo me atraviesa. Nerviosismo y algo más que aumenta cuando miro hacia la parte superior de su cabeza, observo sus manos grandes y suaves mientras sus dedos apenas rozan mi piel. Sin previo aviso, me pregunto como sería besarlo. Si sería gentil asi o un poco rudo, como se sentiría su barba en mi cara, si se alejaría temprano y me dejaría sin aliento, deseando más. —No pensé que estuviera tan abajo—dice disculpándose. —No lo fue—digo, con una rápida risa. —No es gran cosa. De verdad— —Aún así lo siento— dice, y luego se levanta. Justo frente de mi. Como a veinte centímetros de distancia. La estampida de búfalos en mi pecho se está cayendo por un acantilado. —Escucha, fue un momento difícil— digo tratando de decir una broma. —Tenemos suerte de haber salido con vida— Eso obtiene una sonrisa y la sonrisa se convierte en hoyuelos y los hoyuelos se vuelven en un latido de corazón desenfrenado. —Tienes razón hemos pasado por muchas cosas juntos— dice. —Tamara ¿verdad?— parpadeo sorprendida y luego frunzo ligeramente el ceño. —¿Es algún truco del artista de ligue?— pregunto, sin aliento. —De alguna manera descubres el nombre de una chica sin preguntarle y luego lo usas en algun tipo de neurolinguistica...— —Tu amiga lo grito desde la puerta—dice. Cierro los ojos y respiro profundamente, sintiéndome como una idiota. —Por su puesto—digo. —Lo lamento— el simplemente me mira, medio divertido y medio expectante, y me encuentro mirando sus labios, su mandíbula, la forma en que su cabello se riza contra su cuello. —Si quieres te puedo decir el mío— dice. No estoy teniendo un día inteligente, ¿verdad? —Creo que esta historia es mejor si simplemente me refiero a ti como mi misterioso extraño en el baño—bromeo. —Podría ser—admite. —Pero ya hemos salido del baño y prefiero arruinar la parte misteriosa y extraña— —No me digas que estás apunto de entregarme una copia de tus memorias— —No, solo te invito a una cita— dice, y la sonrisa regresa junto a los hoyuelos. —Tengo entradas para la exposición de esculturas en el jardín botánico para esta noche y mi hermano simplemente se hecho atrás— —¿ventura?—pregunto sorprendida. Intente conseguir entradas la semana pasada, pero cierra esta noche y todo estaba agotado. —A ese mismo— dice. —Si realmente quieres puedes seguir llamándome misterioso extraño, pero parece que eso puede resultar pesado cuando le cuentes a tus amigas lo bien que la pasamos— me río a pesar de mi misma. —Espera—le digo. —Estás haciendo muchas suposiciones ¿qué pasa si lo paso fatal?— —Entonces estás diciendo que si— —Eso fue una trampa—digo, todavía riendo. —No, ese baño era una trampa—dice. —Este soy yo pidiéndote una cita en la que puedo o no decirte mi nombre, según tus deseos— —¡Estas viva!— me giro, a mitad de la frase, cuando la voz de Heidy hace eco en el callejón, y medio segundo después , ella emerge a la luz naranja de la farola. —¡Dejaste de contestar por la puerta y pensamos que te habías ahogado en el urinario! — continúa, prácticamente cayaendo sobre mi para envolverme en un abrazo de oso borracho. —¿El urinario?— pregunto. —Realmente no pensamos eso— dice Valentina detrás de ella, caminando como una persona normal.—Obviamente, dedujimos que escapaste. — Estaba preocupada— me susurra Heidy al oído. —Aunque en realidad no se trata del urinario. Todas sabemos que es mucho más probable que te ahogues en un inodoro, dónde hay más agua. O tal vez en el lavabo, aunque eso probablemente depende del tipo de lavabo que tenga el baño de hombres. No estaba lo suficientemente valiente como para entrar allí cuando tenía que orinar— —¿Puedes dejarme ir? No puedo respirar— le susurro. —Lo siento— dice, y suelta el abrazo mientras Mya y Valentina se acercan, y aunque ambas también están borrachas, se las arreglan para actuar un poco mejor. Algo así . Las tres obviamente están mirando a mi amigo del baño mientras intentan actuar como si no lo estuvieran mirando y aunque no puedo culparlas estoy un poquito molesta. —¡Hola chicas!— digo, probablemente sonando demasiado alegre. —¡Miren estoy viva! — —¿Pasaste por esa ventana?— pregunta Valentina, mirando la ventana por la que acabo de pasar. —Me estaba volviendo claustrofóbico, asi que la convencí— dice. "Mi misterioso y guapo extraño" es como si les estuviera dando permiso para finalmente mirarlo, porque tres pares de ojos giran simultáneamente en su dirección. Heidy es la primera en encontrar su voz. —Pues, muchas gracia por su servicio, mi buen señor— dice. Su voz adquiere un tono altivo y formal que solo utiliza cuando está borracha y trata de ocultarlo sonando como si estuviera conversando con la reina de Inglaterra. —Claramente Tamara está profundamente en deuda contigo. Por cierto mi nombre es Heidy y soy su amiga—ella extiende una mano y el "Hombre guapo del baño" la toma. —Encantado de conocerte, Heidy, el amigo de Tamara— dice, y en la tenue luz naranja, puedo ver un hoyuelo hundirse a mitad de una sonrisa mientras Heidy continúa estrechándole la mano. Luego se aclara la garganta. —¿Y usted es?— ella finalmente pregunta. Detras de ella. Mya suspira. El extraño del baño inclina la cabeza en mi dirección, con las cejas levantadas, una media sonrisa burlona en su rostro y me mira. Ahora todos me miran: "El guapo desconocido" se ríe, como si tuviéramos un secreto, mis amigas simplemente están desconcertadas. —Está bien— le digo finalmente. —Supongo que el misterio ha terminado—
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