Antes de llegar con ella decido pasar a mi joyería favorita Tiffany & CO., escojo un collar de llave circular de enredadera en platino con diamantes que cuesta más de 8 mil dólares, ya que sé que su delicado cuello lo vale.
En poco más de 20 minutos estoy afuera.
Ella ya está esperando por mí.
Siento como mi corazón late rápido.
Tranquila. Me digo en el pensamiento.
Me bajo del auto, la saludo con un apretón de manos y abro la puerta del copiloto.
—Gracias. —con una sonrisa nerviosa agradece.
Trae una falta blanca por encima de las rodillas, una blusa con escote en V y unas zapatillas negras, su cabello oscuro cae en ambos hombros.
—Lo que quise decir —empieza a hablar —es que.
—Solo deja que lleguemos. —pido con una voz ronca.
—No que no recordaba las indicaciones para llegar hasta aquí.
—Mentí. —confieso.
Los sábados antes del mediodía Brat y Lori se van a sus casas a descansar el fin de semana y Carmela se queda conmigo, pero esta vez le pedí un poco de espacio, por lo que se fue a casa de mi madre.
Estaciono mi Rimac C_Two color n***o en frente de la casa, me apresuro para abrir la puerta a Helena.
—Me sigue impresionando su enorme casa. —dice con una dulce voz.
—Háblame de tú —sugiero mientras entramos. —¿Quieres algo de beber?
—La verdad sí, me gustaría probar uno de los vinos que tiene la compañía.
—Sígueme. —pido.
Caminamos por el patio trasero que nos a la parte de atrás donde tengo una cava de vinos, otro de los lugares favoritos que tengo en mi casa.
Abro la puerta, le doy el paso y la cierro.
—¡Esto es increíble! —sus ojos reflejan asombro.
Este lugar es de 6x6 metros con muchas botellas de vino en las alacenas, también al fondo tengo una mesa con 2 sillas, es una torre pequeña como en los castillos de los cuentos, en el segundo piso tengo algo sorprendente.
—¿Por cuál sabor quisieras empezar?
—Uva.
—Bueno ese es el ingrediente principal, pero. —empiezo por buscar mi favorito —este es el más especial se llama Coutman —tomo la botella en mis manos —lo prepare cuando termine de la universidad, no está a la venta en ninguna sucursal.
Alcanzo unas copas y las sirvo a la mitad.
—Está hecho con unas uvas verdes y moradas, así como esencias de frutos rojos y una combinación de licor. —informo.
Ella toma la copa, pasa por sus narices para olerlo y da un trago.
—No soy experta en degustaciones, pero admito que esta deliciosa, se siente lo dulce y agrio de ambas uvas y lo suave de los frutos rojos.
—Si, es de mis favoritos, hice unas 5 cajas con 8 botellas cada uno.
—¿Por qué no salió a la venta?
—Bueno, mi padre nunca supo de la existencia de mis dotes para innovar con nuevos sabores, así que yo los trabaje por mi cuenta, pero no quise negociarlos solo los aguarde.
—Su relación no es muy buena ¿cierto?
—No, si lo viste la última vez, solo va a pedirme dinero, es para lo único que le sirvo.
—Puedo preguntar ¿Cómo paso todo? —con eso entiendo que quiere conocer como fue mi vida antes.
—Me cuesta hablar de ello, pero lo hare contigo por la confianza que me has brindado —me siento enfrente de ella —¿recuerdas a la mujer de ayer? —ella asiente —pues ella fue ese primer gran amor en mi adolescencia con quien descubrí mi verdadera sexualidad, mis padres se opusieron cuando se los dije, fue por ello me mandaron a Inglaterra a vivir, eso ya lo sabes, lo triste es que aun nadie lo sabe, ellos creen que regrese recuperado de mi sexualidad, debo admitir que ella y yo tuvimos encuentros después de mi regreso, pero Dalia solo quería las cosas materiales en vez de estar conmigo de verdad, claro, es difícil, ya que ella está casada con un hombre y tiene hijos.
—Admiro mucho por todo lo que ha pasado, para nadie es fácil aceptarlo y sobre todo ser aceptada —toma mi mano para acariciarla —Yo te apoyo Courtney —dice con su angelical voz —¿Terminamos lo de anoche? —pregunta y al mismo tiempo sonríe con lascivia en su rostro.
—¿Lo de anoche? —pregunto recordando mi sueño, acaso ella soñó lo mismo conmigo.
—En serio te convencí de que fue un sueño lo que iniciamos —la miro confundida —yo también te deseo —se inclina en la mesa acercándose a mi —te deseo mucho.
Atrapa mis labios antes de que diga algo, me levanto e inclino hacia ella.
—Sígueme —le tomo de la mano para ir a un pequeño espacio glorioso de esta cava subimos las escaleras —este lugar es más que especial para mí. —nos paramos en frente de una ventana de cristal que tiene toda la vista al mar.
—¡Es perfecto! —se voltea a mí y nuestros ojos se encuentran.
El reflejo del sol detrás de ella me hace apreciar mas su belleza.
Lento camino hasta ella, tomo su cuello con una de mis manos y la acerco a mí, contemplo perfecto cada parte de su rostro, me quedo con la mirada en sus labios y los tomo como míos.
Jugueteamos un poco con ellos, muerdo y succiono presionándola con la otra mano hacia mí cuerpo.
—Debo confesarte algo —detiene ese beso lleno de pasión.
—¿Qué pasa? —me detengo.
—Nunca lo he hecho con una mujer. —confiesa al momento de que se sonroja un poco.
—Sera para mí un honor ser la primera. —sonrió para volverla a besar.
La pego a la ventana mientras subo sus manos por su cabeza, recorro mis manos sin parar por su cuerpo, después mis labios se pegan a los suyos, luego recorro una línea de besos hasta llegar a su cuello, ahí humedezco un poco mientras muerdo con delicadeza.
—Solo disfruta —comento para voltearla contra la ventana —disfruta. —repito con un susurro en su oído.
Despacio levanto su falda con ambas manos subiéndola hasta su cintura, puedo apreciar la tanga de encaje color negra, así que con una mano la bajo mientras con la otra presiono su cuerpo contra mí, la excitación de tenerla así se acelera en mi cuerpo.
Acaricio su perfecto trasero arrimándome a él, beso su nuca y bajo poco a poco las mangas de su blusa para dejar descubierto sus hombros, los beso humedeciéndolos un poco, después recorro mis manos por su abdomen hasta llegar a su entrepierna.
—¡Ah! —gime cuando rozo mis dedos por los pliegues de su intimidad.
Rozo con cuidado cada uno de ellos, muevo mis dedos en circulo con lentitud para que pueda disfrutar, tomo su cabello con la otra mano y jalo un poco hacia atrás.
Inmediatamente la volteo para que quede frente a mí, quito su blusa y sostén para dejarla desnuda ante mí, saboreo su cuerpo, me acerco a su pecho y beso humedeciendo hasta llegar a sus pezones, su cara llena de placer me excita más.
Su cuerpo bronceado se ilumina con el brillo del sol, sus pezones cafecitos excitan más mis ganas de hacerla mía.
Me inclino ante ella, así que continuo con mi camino de besos hasta llegar a la falda que tiene la cintura, la jalo rápido con ambas manos para quitársela por completo, continúo besando hasta llegar a sus muslos, muerdo un poco, sé que le excita por como mueve sus caderas.
Llego a su entrepierna, mojo mis labios, subo una de sus piernas a mi hombro y con nuestros ojos mirándose fijamente lamo su intimidad.
—¡Ah! —sus gemidos son música para mis oídos.
Muevo mi lengua en cada centímetro de su joya, succiono un poco su parte débil, también muevo en círculos para que me sienta en ella.
Gime con cada movimiento.
—¡Ah! —toma mi cabello con una de sus manos.
Su respiración se descontrola, su pecho sube y baja.
Me levanto un poco despacio para besarla.
Sus manos rápido me desabrochan la parte de atrás de mi vestido, este cae al piso, no tengo sostén así que rápido se abalanza a besar mis pechos.
—¡Eres tan preciosa! —alaga.
La dejo que experimente con mi cuerpo.
Me recargo en la ventana presionando mi trasero contra ella.
Así que Helena me besa subiendo y bajando por mis pechos, masajea con ambas manos, después se va a mis labios y baja hasta mi cuello, hace parte de lo que le hice, así que continua un camino de besos hasta llegar a mi entrepierna.
Toma el elástico de mi tanga y los quita, después se moja sus labios, para adentrase a mí, eso me excita una vez más.
—¡Ah! —ahora gimo cuando siento el tacto de sus labios, lo húmedo de su boca.
Mueve su lengua de un lado a otro, abre y juega con mi clítoris, muevo mis caderas de forma lenta contra ella.
Tomo sus cabellos para poder ver su cara dentro de mi intimidad, ella lo disfruta y yo más.
—¡Si! —gimo cuando uno de sus dedos entre en mi profundidad, sigue jugando y yo muevo mis caderas más contra ella.
Levanto su cabeza, y tomo sus manos para que se levante y poder besarnos, ambas probamos nuestros sabores íntimos.
La guio al sillón tipo L y la recuesto.
—Hora del orgasmo. —aviso mientras me subo a ella.
Abro sus piernas para que nuestras intimidades se toquen, muevo en círculos mis caderas con eso ella hecha su cabeza hacia atrás en signo de placer, tomo sus pechos para moverme a prisa.
Sus gemidos serán mi nuevo musical favorito.
Continúo moviéndome sin parar, ella toma un cojín para ponerlo en su cara, pero se lo quito inmediatamente.
—Deja salir el ruido que quieras, quiero escucharte. —le digo entre gemidos.
—¡Ah! ¡Ah! —gime haciendo que este por llegar mi orgasmo.
Levanto su pierna para poder tenerla más en contra de mí.
Mis piernas tiemblan, mi pecho esta descontrolado y mi respiración agitada, pero con ella estoy teniendo el mejor orgasmo de mi vida.
—¡Ah! —deja salir el ultimo sonido de su boca.
Nuestros cuerpos sudando suben y bajan, sonrió a ella y me regresa una sonrisa.
Me tumbo aun lado de ella, inmediatamente me besa.
—Gracias. —dice entre el beso —esto ha sido mejor de lo que me pude imaginar.
—Ha sido el mejor orgasmo de mi vida. —informo.
Me levanto busco mi ropa y me empiezo a cambiar.
—¿Podemos quedarnos un momento más? —pide mientras se recarga en el sillón.
—Tengo cosas que hacer. —miento, el remordimiento de conciencia está cayendo en mí.
Me he follado con mi asistente.
—¿Cómo? —se levanta y camina hacia mi —un rato más, quiero seguir disfrutándote.
—Lo siento, son las 8 de la noche, mañana madrugo para ir a un viñedo.
—¿Puedo quedarme a dormir contigo?
—No.
Inmediatamente recoge sus cosas del piso y se empieza a cambiar.
—Conozco la salida. —pasa por un lado mío empujándome.
—Espera, te llevo.
—No —voltea —gracias por darme el primer mejor sexo que pude tener.
Camina hasta la entrada de la cava y cierra la puerta con fuerza.
Voy detrás de ella, no podrá salir por la entrada principal sin la contraseña.
Tecleo el número y las rejas se abren, ella sale disparada.
—Lo siento. —murmuro dejándola ir.