CAPÍTULO Nº1
Nombre: Patrik Heastings.
Edad: 22 años.
Ubicación: Madrid.
Descripción: Soltero y sin intenciones de cambiar eso, solo para pasar un buen rato.
Ese debería de ser mi perfil en Tinder, pero no lo uso, puesto que nunca lo necesité, modestia aparte, es que la verdad soy bastante engreído, egocéntrico y pedante, pero eso es porque creo tener un motivo, ya que, vengo de una familia en la cual parecemos descendientes de los mismísimos dioses del olimpo.
En mi vida hice un mínimo esfuerzo por ligar, es que desde que mi hermana Sarah se convirtió en modelo de ropa interior de una famosa marca de renombre, sumado al hecho de que somos los herederos de un imperio hotelero nombrado con mi mismo apellido, quedamos bajo la lupa del escarnio público, no soy una superestrella, pero casi.
Siempre entramos en la lista anual de la revista Forbes sobre las personas más ricas del mundo, o también en los rankings de las personas más hermosas de Hollywood, todo gracias al imperio que había creado mi abuelo, que mi padre incrementó y que mis hermanos y yo heredaremos.
Y demás está decir que mi apariencia física vuelve locos a chicas y chicos. Me parezco más a mi padre, pero con la dosis de perfección de mi madre, cabello castaño, ojos verdes y un rostro completamente armónico, la genética me favoreció bastante, soy alto, más precisamente de 1,85 m. y mi cuerpo es completamente atlético sin siquiera ejercitarlo, solo algunas corridas matutinas.
—Mi hermana Lucy, vuelve a vivir a casa con nosotros — comenta mi mejor amiga Lily sacándome de mis cavilaciones.
Ella era la única chica que al conocerme no había quedado obnubilada por mí, jamás trató de llamar mi atención o de ganarse mis favores. Es guapa, realmente bella, pero no puedo verla de otra manera que no sea como mi hermana, porque cuando me mude a Madrid, en ella encontré una contención que nunca creí necesitar.
Nos conocimos en el instituto, cursando el bachillerato. A los 16 años hice un intercambio en Madrid y nunca me fui, tenía la ventaja de tener a mis abuelos aquí y poder vivir con ellos, luego Lily y yo decidimos estudiar un grado en administración de empresas, datos y analítica de negocios en una prestigiosa universidad privada de España y nuestros caminos siguen unidos.
Lily es estadounidense como yo, sus padres son diplomáticos, ambos trabajaban en la embajada de Estados Unidos en Madrid, se mudaron a la ciudad cuando ella tenía apenas 5 años, su hermano mayor Nick 7 y su hermana Lucy una recién nacida.
—Todavía no comprendo por qué después de 5 años siendo amigos, no conozco a tu hermana — le recrimino — lo único que vi fueron fotografías de niña.
—Es que a los 12 años le dio un brote y se piró a un internado en Italia, desde ese momento tampoco se sacó muchas más fotos — explica restándole importancia, aunque a ella tampoco la convence su respuesta.
Es mediado de agosto, el calor suele ser intenso en la capital, estamos en la piscina de la mansión que mi abuelo tiene aquí, España es una nación pionera en hostelería y restauración, por lo que hasta mi padre, de joven, también pasó una temporada viviendo en este lado del gran charco.
—Es más, se fue justo cuando tú llegaste — comenta como si fuera una ironía de la vida.
Su cara es de sorpresa, como si nunca se hubiera dado cuenta de eso antes, está sentada en una tumbona en la parte playa de la piscina, mientras que yo tengo apoyado en el borde los brazos y mentón, pero el resto del cuerpo en el agua.
—Entonces llegué para ocupar el lugar de tu hermanita — bromeo.
—No creo que mi hermanita hubiera sido tan promiscua y necesitado que la salve tantas veces — refuta.
—Jajajaja — expreso irónicamente, pero sin reírme realmente — muy graciosa.
Me está reprochando la cantidad de veces que me había salvado el pescuezo haciéndose pasar por mi novia, la cual traicioné o simplemente estaba loca, todo para sacarme de apuros cuando una chica con la que había intimado, fantaseaba noviazgo, a pesar de que siempre lo aclaraba de entrada, era lo primero que exponía, que no quería una relación ni nada que se le parezca.
Hasta ese punto era nuestro nivel de confianza.
—¿Cuándo llega? — en realidad no me interesaba, pero era para conversar de algo.
—A fines de agosto, justo para terminar el bachillerato aquí — responde.
—No pareces muy contenta — de repente se había puesto tensa.
—No es eso… — duda.
—¿Y entonces qué es? — ahora sí que siento curiosidad.
—Amo a mi hermana, desde que se fue que siento ese vacío, en todos estos años cuando nos reencontramos era como si nunca nos hubiésemos separado… — queda pensativa.
—Pero… — siempre hay un pero.
Antes de contestarme se levanta de la tumbona y se zambulle, luego sale para volver a tumbarse, me quedo en mi sitio observándole, dándole su espacio, tarda unos segundos en hablar.
—Pero ese tiempo que pasábamos, eran solo unos meses o a veces solo semanas, en vacaciones, ahora va a ser diferente, es volver a convivir con ella y no sé…
—Tienes miedo de que no sea la misma… — completo la frase por ella.
—No solo eso, sino de que sea una completa extraña, ya sabes…
—Pues en realidad no, no sé nada de ella, ósea, la nombras y todo, pero no mucho — siempre hablaba un poco de ella luego de regresar de vacaciones, pero a medida que pasaban los días se iba convirtiendo en un fantasma, era como si no existiera.
—Es que me cuesta hablar de ella y sus decisiones — confiesa apenada.
—¿Qué decisiones? — me entra nuevamente la curiosidad.
—Esto de irse a un internado… — duda, está vacilando bastante antes de hablar, por lo que estoy seguro de que hay algo más que no sabe o no me quiere decir.
—¿Qué tiene eso de malo? — ya comienzo a ser más incisivo a ver si larga prenda.
Su rostro denota duda, molestia, confusión, es algo que realmente la atormenta.
—Lily… — espero que haga contacto visual - ¿sabes que puedes confiar en mí?, eres como la hermana que nunca tuve — bromeo al final.
Ella sonríe porque ese es nuestro chiste personal, ya que tengo siente hermanas y una es mi melliza, pero con ninguna logre el grado de confianza que tengo con esta chica.
—El internado… — duda, pero sé que es la punta del hilo de la cual puedo tirar — el internado no es un internado normal.
—¿A qué te refieren con normal?, ¿cuál sería uno anormal? — inquiero extrañado.
Lily es una persona completamente open mind, no suele hablar de normalidad o anormalidad.
—Con 12 años quiso irse a un internado religioso — responde resignada después de procesar la respuesta.
—¿Pero eso qué raro? — replico, pero a medida que pasan los segundos me doy cuenta de que sí es algo raro.
De repente es como si hubiera dicho las palabras correctas para despertar a Godzilla.
—¿Me estás vacilando? — se para frente a mí, solo veo con claridad sus pies, ya que, si intento verla a la cara el sol me encandila.
—¿Qué dije de malo? — de verdad que me flipa lo alterada que está.
—¿Qué niña de 12 años decide, elige, mejor dicho, exige, que la envíen a un internado religioso?...
Primero que está gritando alterada de una manera que no recuerdo haberla visto antes y después que pensando razonablemente tiene un punto.
—… porque fue de un día para el otro, una mañana estábamos desayunando y tiro esa bomba — comenzó a caminar por toda la zona playa de la piscina — pensamos que era una idea pasajera de una niña de 12 años, pero no…
—Puedes tranquilizarte y sentarte, por favor — le ruego y me hace caso — respira que te has puesto como un tomate y no precisamente por el sol.
Mantengo silencio, la dejo pensar, que se relaje, que se tranquilice, pasan unos minutos antes de que lo logre.
—Luchó, luchó tanto — habla con pesar, con tristeza — con tanta tenacidad que no le dio otra opción a mis padres.
—¿Pero qué es lo que te angustia de eso? — entiendo el planteo, pero no el porqué le pesa tanto a ella.
—Tengo la sensación de que algo le pasó, de esas cosas que a los 12 años marcan tu vida y…
Es abrupto su silencio que hace y parece no poder terminar la frase, puedo ver como le duele el alama, como si se partiera al medio.
—¿Y?... — esta vez sí presiono.
—Y… — duda unos segundos — siento que no estuve para ella, para mi hermanita menor.
Sus palabras son como una sentencia para ella misma.
—Si no estuviste no es porque no quisiste, es porque no pudiste, ella no te dejó, fue su decisión irse.
Intento consolarla, Lily es la persona más buena que he conocido en mi corta vida de 22 años, no me gusta verla así.
—Pero no estuve…
Se lanza a la piscina y comienza a nadar hacia la parte profunda, evidentemente zanjando el tema, la acompaño como si fuésemos
nadadores sincronizados profesionales, desde una punta hacia la otra, así hasta que ella se detiene agotada y decidimos salir para cambiarnos.