El sonido del intercomunicador me hizo brincar como si hubiera recibido una descarga eléctrica, que hizo que casi me fuera de cu**lo al suelo. — Zoe, en mi oficina. —La voz profunda de Nikolai no dejaba lugar a dudas. — En seguida voy, señor Foster. —Le dije a mi jefe para que supiera que lo había escuchado. Había llegado con otro palo en el cu**lo, pues este era su segundo día con un humor de perro rabioso. Nadie en la oficina sabía cómo era el jefe estando enojado, pero si de algo era seguro, es que los rumores que de que estaba siendo un grano en la co**la se estaban esparciendo rápidamente. Mi situación agravó en el momento en que me levanté de mi asiento y un repartidor de flores salió del elevador. — ¿La señorita Zoe Foster? —Me preguntó el hombre con un arreglo floral de ro

