Horas antes…
Antonio y Laura se encontraban en la penumbra de la habitación, un santuario de confidencias y complicidad. Antonio se quitó suavemente los zapatos, buscando un poco de comodidad antes de acostarse en la cama junto a ella, sus ojos se encontraron en un abrazo silencioso. Decidieron que era el lugar perfecto para hablar, para compartir sus secretos más oscuros y desgarradores.
Con una ternura inmensa, Antonio acarició el rostro de Laura, buscando consolarla mientras susurra palabras de amor y apoyo. Le pidió que le contara todo, sin reservas, prometiéndole que él estaría allí para ayudarla, sin importar qué. Y así, con el corazón abierto, Laura se atrevió a compartir el inicio de su pesadilla, la historia del secuestro que había robado su libertad. Cada palabra que salía de s
