Miró a los otros lobos que husmeaban por la zona y les ladró un poco. Volvieron a mirar a su alfa, mirándolo a los ojos, antes de correr de regreso hacia la casa de manada. Ethan llegó al trote con un bulto de ropa en la boca que dejó caer entre nosotros. Evangeline y yo agarramos cada uno una camiseta grande antes de correr hacia una gran roca para cambiarnos detrás. —Cristine, ¿qué diablos fue eso?— Me gritó en un susurro mientras me bajaba la camisa hasta los muslos. Negué con la cabeza. —No sé.— Mi lobo estaba ansioso por lo desconocido. Algo no se sentía bien, bueno, nada se sentía bien en todo esto; pero lo peor era que no había pruebas de las que basarse. Caminamos de regreso hacia Thomas y Ethan que estaban caminando por el área; mirando, olfateando y recogiendo piedras a medid

