Venus Seductora

GRECIA - nos veremos el lunes, Andrea - si señor Karpouni. Eros se subió al ascensor y las puertas se cerraron, espero a que esté bajará al primer piso y allí en el lobby se encontró con su tía Anthea con quién iría a cenar como lo hacía casi todos los jueves. Ella vivía solo con su ayudante en la casa que su sobrino le había regalado luego de que su esposo falleciera. - αγαπητός μου ανιψιός (mi querido sobrino) - lo saludo en griego con su característico acento italiano. Los padres de su tía Anthea eran griegos pero desde pequeña habían vivido en Italia por trabajo de su padre - ¿Cómo has estado? - bien tía ¿Y tú cómo estás de salud? - no podría estar mejor  - ven, el auto nos espera Se fueron a cenar al restaurante Vinsanto en Megalohori, con una mesa cerca del acantilado dónde se podía apreciar el atardecer y mantener su conversación más tranquila - me encanta este lugar, está vista me traer recuerdos de Máximo. - lo sé. También me gusta Entonces cenaron y hablaron durante dos horas hasta que Eros la llevo a su casa y él se fue a la suya. Mañana saldría todo el fin de semana en su catamarán para tomar el descanso que había planeado después de una semana pesada en el trabajo. Al fin era viernes y queria dejar de lado todas sus obligaciones para poder navegar con tranquilidad, era su pasatiempo favorito. Iba a pedirle a su buen amiga Cora que lo acompañará pero decidió que era mejor estar solo por esta vez. Eros estaba en una edad en que ya debía estar casado y con herederos, pero no sé preocupaba por eso, además no había mujer sobre la faz de la tierra que pudiera entrar en su duro corazón. Solo tenía un propósito en la vida y era incrementar su fortuna para ayudar en su beneficencia. Sin embargo la juventud estaba pasándole frente a los ojos, ya tenía 30 años y debía tener su vida completamente resuelta. Tener una mujer diferente cada semana no era lo que su familia adoptiva quería para él. Mac, el hombre que se encargaba de cuidar su barco lo recibió con una enorme sonrisa, éste era un tipo alto, musculoso y afroamericano, que había sido testigo de las muchas veces que se montaba allí con aquellas mujeres solo para satisfacer sus necesidades a cambio de lujosos regalos. Junto a él estaba Lydia, una señora latina de no mas de 45 años que se encargaba de mantener limpio el mismo objeto. Los tres se prepararon para salir a las preciosas y extensas aguas azules y alejarse de todo el mundo por un fin de semana. - Buen día señor Karpouni - lo saludo en un perfecto inglés - ¿desea tomar el desayuno? -  - por favor Lydia, y una botella de agua - pido - Enseguida señor - la mujer desapareció en dirección a lo que era la cocina. Eros y Mac se pusieron manos a la obra, alejando suavemente el barco del puerto. En la noche se sentó a cenar en la proa, bien acompañado de un buen vino mientras admiraba la vista y el viento golpeaba suavemente su rostro. Es increíble cómo aquello le podía hacerle feliz durante unas horas, una felicidad incompleta pero no se quejaba, era una de las cosas que mas le gustaba hacer en su tiempo libre. En cuanto termino fue a la habitación a darse una ducha y después se recostó sobre la cama para seguir con la lectura de su libro de economía. No era lo que tenía pensado pero sin duda si una mejor opción que dormir y tener pesadillas sobre su madre biológica siendo goleada hasta la muerte por su padrastro. /// En la mañana siguiente no fue tan diferente de cuando estaba en su mansión. Desayuno mientras contesto unos cuantos correos importantes que no podían esperar y tuvo una corta conversación con su personal, pero lo compensó tirándose al mar y nadando un buen rato. Era un excelente nadador El barco avanzaba despacio y él lo seguía dando pequeñas brazadas. A lo lejos algo llamó su completa atención. Una pequeña y curiosa isla con una cabaña en medio, ¿quien podría vivir tan apartado de todo? Volvió a subir al yate por las escaleras de popa, cogio una toalla y secándose en el camino se dirijo a la cabina. -Mac ve a esa isla - el hombre hizo lo que le digo Cada vez que se acercaban más a aquella isla su corazón latía desbocado sin entender la razón, no es como que no conociera una, pero esta en particular solo era una porción de tierra, tal vez unos 100 metros a la redonda. Diviso la vieja cabaña no muy grande pero eso no fue lo que realmente llamó su atención. Allí en la arena, a la orilla del mar había un cuerpo delgado inerte de lo que parecía ser una chica. No espero a que Mac atracará y saltó al agua. Cuando llegó junto a la persona vió una larga melena castaña tapándole el rostro. La cogió en brazos quitándole la mata de cabello cubierta de arena y notó que estaba casi en los huesos bajo esas grandes ropas, su pulso era muy débil, y trató en vano que despertará. la cargó y la llevó al barco sin perder más tiempo. La señora Lydia lo ayudó a acomodarla en una de las habitaciones y la aseó mientras Eros esperaba afuera. Mac aceleraba los motores del catamarán de vuelta al puerto, ella necesitaba con urgencia asistencia médica. Lidya salio de la habitación conmocionada, la entendió, él tampoco esperaba encontrarse una mujer en esas condiciones. - creo que debe estar al lado de ella señor Karpouni. Pobre muchacha. Cuando estaban llegando le mandó un mensaje a su chófer para que los recojiera, evidentemente su fin de semana libre había terminado por ese inesperado acontecimiento. Corrió con ella en brazos hasta el auto y dió la orden de ir hasta el hospital más cercano. Esperaba que no le pasará algo más grave en el camino mientras su ansiedad aumentaba cada minuto. Generalmente siempre estaba calmado en situaciones así pero que tuviera una vida en sus manos lo ponía nervioso. Pronto llegaron a la clínica y saltó del auto aún cargando el delgado cuerpo de la muchacha dónde un médico y varias enfermeras lo ayudaron a ponerla en una camilla - ¿Que le ha sucedido? - le pregunto el doctor  - la encontré en una isla desierta, supongo que está en su punto máximo de desnutrición. - así parece señor... - Eros Karpouni - muy bien, la atenderemos y en un rato le informaremos de su estado - gracias doctor. Su chófer se le acercó para entregarle sus pertenencias, entre éstas su teléfono celular y billetera. Marco el número de su tía Anthea para contarle lo sucedido, no tenia secretos con ella y este sin duda era una bomba. Luego de que el doctor la examinará y empezará a darle tratamiento, salió para informarle del estado a Eros. Ella tenía un serio problema de desnutrición y anemia por lo que se quedaría unos cuantos días allí. El doctor dejo que la viera un momento y pudo comprobar que estaba viva. Salió de la habitación y luego llamo también a Cora para hacerle un encargo, comprar varias cosas que la muchacha necesitaría mientras estuviera allí internada. Él se encargaría de todo lo que ella necesitará por un tiempo indefinido.