Narra Belén
Ingreso al club Ferrer, localizado en la zona de clase alta de la ciudad. El olor a sexo es notable
Mujeres semidesnudas bailaban alrededor de brillantes barras de striptease metálicas, con sus pechos balanceándose. Las parejas intercambiaron una cantidad escandalosa de saliva en los sofás de gamuza negra del fondo.
Miré a mi alrededor nerviosamente ingresé sola al club. Que yo supiera, no venían muchas novatas del b**m como yo, salvo mi mejor amiga, Daniela. Pero de todas formas, solo estaba allí por una cosa esta noche: perder mi virginidad.
–¿Puedo ayudarle?–dijo un camarero con ojos marrones diabólicos a mi izquierda— .Parece perdida.
Con las mejillas sonrojadas, salí de mis pensamientos y le dediqué una pequeña sonrisa.
—Yo, soy nueva aquí.
Se rio entre dientes.
—Ya lo veo. ¿Puedo ayudarle a encontrar algo?
—El dueño.
Los ojos del camarero se abrieron de par en par.
—¿El dueño?
—Sí —dije, recorriendo el club con la mirada—. Tengo un acuerdo con él esta noche.
—¿Es usted la señorita Raquel Calix?
–Sí–ese era solo el nombre falso que le había dado al hombre con el que había estado hablando por internet durante las últimas semanas. No le había dicho mi nombre real, ni él quería saberlo. No sabía con cuántas otras mujeres tenía ese tipo de relación, y tampoco me importaba. Esto iba a ser algo de una sola noche.
Pierdo mi virginidad, agradezco al hombre por su tiempo, luego salgo de aquí.
–Por aquí–dijo el camarero, colocando una bandeja de bebidas en la barra y llevándome hacia la parte trasera del club, donde había más secciones privadas llenas de directores ejecutivos y personalidades importantes que me miraban con hambre.
Me bajé la falda mientras caminaba entre las cabinas llenas de gente y seguí al camarero por unas escaleras hasta llegar a unas salas privadas.Tenía un nudo en el estómago, pero quería acabar con esto de una vez. Ni siquiera quería formalizarlo.
Nos detuvimos frente a una gran puerta negra con el número cuatro en un gran numeral dorado en el centro.
El camarero se inclinó hacia delante, pegó la oreja a la puerta y llamó dos veces hasta que alguien desde adentro llamó: —Pase.
Después de regalarme una pequeña sonrisa, el camarero me dejó sola en el segundo piso. Me mordí la mejilla y me acerqué a la puerta mientras un grupo de mujeres en lencería salía a trompicones de la habitación junto a mí.
—Vamos, Belén —susurré para mí misma, buscando torpemente la llave—. Es solo una noche.
Justo cuando empujé la llave en la perilla, la puerta se abrió y él me miró fijamente. Me miró con los ojos muy abiertos. Maximiliano Ferrer era muchas cosas: al parecer, el dueño del club b**m más popular de la ciudad, el hombre de cuarenta años más sexy que había visto, un playboy dominante. Pero lo peor de todo, era el mejor amigo de mi padre.
Y esta noche, perdería mi virginidad con él.
–Belén …—hizo una pausa, su mirada recorrió mi cuerpo por un momento más largo que...Debería haberlo hecho, desde mis labios hasta mis pechos y mis caderas. Se lamió los labios y me miró–¿Qué haces aquí?
–¿Eres el dueño?— susurré con el corazón palpitante.
—Uno de ellos —dijo, mirando hacia el pasillo. El grupo de mujeres pasó por mi habitación, riendo y saludando a Maximiliano. Y aunque solo estaba allí para perder mi virginidad con él esta noche, no pude evitar sentir celos. Nunca había tenido la oportunidad con un hombre que me doblaba la edad, pero... aun así—.No respondiste mi pregunta–dijo.
Después de terminar de fulminar con la mirada a las mujeres que se alejaban, volví la mirada hacia él y aflojé la mandíbula apretada. Era el momento. Era hora de confesarle que yo era quien había estado chateando con él en línea, que yo era la...alguien que… había mostrado una actitud tan grande y maleducada durante las últimas tres semanas.
Dios mío, ¿en qué me había metido? Maximiliano era el mejor amigo de mi padre. Siempre me veía con los ojos bien abiertos. En cuanto entrara en esa habitación, sabría que había estado mintiendo en internet sobre mi conocimiento del b**m.
—¿Qué estás haciendo aquí?
Con el corazón latiendo con fuerza contra mi caja torácica, puso los brazos sobre el pecho. ¿Era malo que me gustara su tono de voz? ¿El playboy exigente y dominante que siempre había sido?
—Nada— me encontré diciendo antes de poder parar.
Una mirada de confusión se apoderó de su rostro, y finalmente, sus ojos se oscurecieron.
—No me digas que eres la mujer con la que he estado hablando por internet—en lugar de decir nada, apreté los labios y me moví de un pie a otro en medio de la puerta. Él se acercó y me rodeó el cuello con una mano enorme, obligándome a mirarlo.
—Me responderás, Belén.
—¿Y si no lo hago?
No sabía en qué me estaba metiendo, pero parecía que no podía parar. Había llegado hasta aquí.Por una razón, y yo estaba dispuesta seguir adelante. No me iba a echar atrás. Había esperado tanto tiempo para perder la virginidad y ya no podía esperar más. Todas mis amigas siempre hablaban de lo bien que se sentía, y mi vibrador ya no me hacía efecto.
Él rio entre dientes con sarcasmo y negó con la cabeza.
—Joder, me voy a meter en un buen lío por tu culpa—en lugar de alejarme y decirme que me largara, me metió en la habitación, cerró la puerta tras de mí y apretó mi pecho contra ella. Inhalé profundamente; la sensación de su pene contra mi trasero me excitaba por completo—.No deberías estar en un club como este—dijo.
—Bueno, no deberías mirarme cada vez que puedas —dije, dejando escapar otra vez lo que fuera que saliera de mi boca.Pero era cierto. Estas últimas semanas, lo había sorprendido mirándome más de una vez durante la cena con mi padre.
Tampoco era una de esas miradas inocentes.
Se tensó detrás de mí, rasgueando los dedos contra mi garganta.
–Tu padre nunca lo sabrá.