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DULCE TENTACIÓN

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HE
dominante
mafia
sin pareja
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love at the first sight
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Descripción

Samantha Paterson quien fue una hija ejemplar, fue engañada por su novio y mejores amigos en robar la fortuna de sus padres y no solo eso, sus padres murieron a manos de las tres personas que consideraba más importante en su corazón. Ella, luego de tres años, regresa con un cambio físico irreconocible y con sed de venganza, pero en el mismo camino tropieza con el rey de la mafia, Alexander Celeste, quien también fue víctima de las mismas personas que le hicieron daño a Samantha. Se vuelven aliados y en esa alianza puede surgir un romance lleno de peligro. Ahora Samantha se hace llamar Victoria Silvestre, siendo una dulce tentación para sus enemigos.

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LA MUERTE DE MIS PADRES
3 AÑOS ANTES —Chicos, sabéis que esta es la tienda de mis padres, ¿verdad?— Solté una risita mientras entrábamos en la joyería de mis padres, con el brazo de Rowan colocado alrededor de mis hombros. Él me sonrió mientras se revolvía el pelo rubio y me miraba con sus ojos verdes. —Sí, nena. Solo busco un reloj nuevo—, dijo Rowan mirando la tienda, mientras se paseaba intercambiando miradas con los demás. Catalina se rio de algo que dijo Max mientras seguían detrás de nosotros. Me di cuenta de que los tres no dejaban de mirarse con aire inseguro, pero decidí ignorarlo. Sonreí ampliamente cuando vi a mis padres hablando entre ellos detrás del encuentro. —¿Eh, Sam? ¿Puedes preguntarles a tus padres dónde están los collares de plata encadenados?—. Preguntó Catalina pareciendo un poco desesperada mientras balanceaba su peso sobre pies separados, retorciéndose. —No hace falta, la plata se lleva ahí abajo—, le sonreí mientras ella parecía un poco decepcionada, lo que me hizo fruncir un poco el ceño. —Oh, me refiero a las cadenas de oro…— Se rascó la cabeza con cara de inseguridad. No tenía ni idea de dónde estaban las cadenas de oro. Asentí con la cabeza y me acerqué a mis padres. —Hola, mamá, papá—, les sonreí. Significaban todo para mí. —¡Samantha! Cariño, me preguntaba dónde estabas—, papá sonrió amablemente mientras se enderezaba la etiqueta con su nombre. Aunque tenía dieciocho años, seguían controlándome. Mis padres eran ricos. Tenían la joyería más grande de la ciudad: Peterson's Jewelry . Tenía todo lo último en joyas que llevan ahora los famosos y todo el rollo. —Lo siento, no me di cuenta de que estaba oscureciendo—, dije tímidamente mientras mi madre y mi padre sacudían la cabeza, sonriendo y desestimándolo. —¡Oh! Catalina se preguntaba dónde estaban las cadenas de oro—. Le pregunté a mamá mientras señalaba a Catalina que charlaba con Rowan y Max en la esquina más alejada. —En la tercera fila del fondo, cariño—, respondió mamá señalando la última fila. Dando las gracias, me incliné sobre el mostrador y le besé la mejilla. Caminando hacia mis amigos, dejaron de hablar y me miraron, sonriendo alegremente. —Seguidme—, dije sonriendo mientras me dirigía al fondo de la tienda. —Aquí está el oro— Empecé, pero Catalina me interrumpió. —Sam, ¿qué hay ahí?— Preguntó señalando el almacén donde se guardaban las joyas defectuosas. —¿Qué? Eso es el almacén, no hay nada bueno ahí—, dije alegremente mientras ella me sonreía y asentía con la cabeza. —Chicos, estáis muy callados—, dije riéndome mientras Rowan sonreía y Max sonreía. —Solo estaba pensando—, dijo Rowan. Encogiéndome de hombros, seguí caminando. Cuando empecé a pasar por delante del almacén, sentí unas manos fuertes que me agarraban por los hombros y me empujaban bruscamente hacia el interior del almacén. Sin saber lo que pasaba y un poco confundida, caí de culo y levanté la vista para ver a Max cerrando la puerta. —Lo siento nena—, oí decir a Rowan mientras la puerta se cerraba de golpe. —¿Chicos?— Pregunté confundida mientras sonaban fuertes raquetas desde fuera del almacén. Intenté abrir la puerta, pero me detuve al darme cuenta de que estaba cerrada. Asustada, empecé a golpear la puerta metálica. —¡Chicos! Esto no tiene gracia. ¡Vamos, abrid la puerta!— Ahora estaba gritando. Nadie parecía oírme mientras yo me sentía atrapada y muy confusa. Al asomarme por el agujero de la cerradura vi la figura de Rowan señalando una estantería. Observé, sorprendida, cómo mis amigos empezaban a meter los caros productos en grandes bolsas de basura. Como no oía nada, pegué la oreja a la puerta e intenté escuchar. —Vamos a ser ricos—, oí la voz de Max mientras traqueteos de cadenas y objetos metálicos hacían contacto unos con otros. —¿Sam? ¿Está todo...? En cuanto oí la voz de mi madre empecé a asustarme y a aporrear la puerta. Quería creer que mis amigos me estaban gastando una broma, pero todo parecía tan real. —¡Mamá!— grité mientras cerraba las manos en un puño y golpeaba la puerta metálica. Apoyé la oreja en la puerta una vez más y escuché —Sr. y Sra. Peterson... no queremos que nadie salga herido. Por favor, déjenos salir de esta tienda—, oí la inconfundible voz de Rowan mientras sentía que mi corazón se rompía en mil pedazos. —¿Estás loco? Deja esas bolsas y vete antes de que llame a la policía—. Retumbó mi padre, lo que me hizo saltar aunque estuviera en una habitación separada. —Respuesta equivocada—, dijo Rowan, con una voz enfermizamente, dulce y calmada que me hizo estremecer. —Max... —¡Oh, Dios mío! ¡John tiene un arma!— Oí la voz aterrorizada de mi madre. Sintiendo la extraña sensación del miedo en la boca del estómago, empecé a temblar incontrolablemente mientras las lágrimas me nublaban la vista. —¡Por favor! Que alguien abra la puerta—. Imploré. Sin embargo, empezaba a creer que las paredes eran a prueba de sonido, ya que nadie me respondía. —Hijo, baja el arma—, dijo mi padre en voz baja. Me asomé por el pequeño agujero de la cerradura, y Max estaba allí, apuntando con una pistola al pecho de mi padre. Jadeé y sentí que se me llenaban los ojos de lágrimas. La pistolita se parecía a la que usaba Rowan cuando me llevaba a cazar patos. Uno de sus pasatiempos favoritos. —Déjese de tonterías, señor Peterson, no intente hacerse el simpático—, la voz aguda de Catalina llenó mis oídos. —Cómo se atreve... Vi como mi padre empujaba a mi madre al suelo. Saltó al aire con una fuerza que nunca había visto. Tiró al suelo a Max, que tenía la pistola, y le agarró fuertemente de la muñeca, haciendo que la pistola apuntara al techo. Rowan dio un alarmante paso atrás. —¡Detente ahora! Le cortaré la garganta—, amenazó Catalina, sin embargo, su voz sonaba insegura. —¡No! ¡Por favor, no lo hagas! ¡Mamá!— Grité mientras se me saltaban las lágrimas. La chica sin corazón a la que llamaba amiga sostenía un cuchillo en la garganta de mi madre. Lo apretó más y vi cómo la sangre empezaba a brotar. Mi madre gritaba de dolor y yo gritaba con ella, llorando porque nadie me oía. —¡Basta ya! ¡No a mi mujer!— Papá gritó y bajó la guardia. —Dame el arma—, dijo Rowan impaciente y supe que no podía ser bueno. Pensar que estábamos saliendo me daba asco. Justo cuando iba a empezar de nuevo mis protestas, oí el ruido más aterrador que me perseguía todas las noches hasta hoy. El ruido que resonaba en mis oídos, el ruido que me recordaba a mis padres y el ruido que me destrozaba el corazón una y otra vez. El disparo. * ACTUALIDAD Observé, desde detrás del arbusto, mi objetivo; Rowan terminar su bebida y pide la cuenta. Ahora era un rico hombre de negocios. Tan rico que ni siquiera asistía a sus reuniones. La idea de cómo se hizo rico me da ganas de vomitar, mientras le cuenta a todo el mundo su falsa historia de cómo construyó su carrera. La noche en que Max, Catalina y el mismísimo diablo Rowan mataron a mis padres, cubrieron bien sus huellas. Se presentaron ante mí con apellidos y edades falsos. Todos ellos son, de hecho, dos años mayores que yo. Sin embargo, ahora todos somos adultos y estoy lista para reclamar mi venganza. La policía no creyó mi historia. Una parte del plan de Rowan que desentrañé era que llevarme al nuevo pub de la ciudad antes del robo, no era para divertirse. Era para que, si me hacían un test de drogas, pareciera que había bebido. Y ocurrió exactamente eso. La policía creyó que mi historia era falsa y detuvo a dos hombres que se declararon culpables, que por lo que yo sabía; eran civiles inocentes a los que habían tendido una trampa. A mi padre le dispararon justo en los órganos internos y murió en minutos. Mi madre, sin embargo, murió desangrada de camino al hospital. En los últimos tres años no he vuelto con las manos vacías. Cambié mi aspecto y mi nombre y me creé una historia de fondo. En lugar de mi larga melena rubia, me la teñí de un tono más oscuro y me la corté a media melena. Mis ojos azules seguían siendo los mismos. Mi cara, sin embargo, había madurado con los años y ya no me parecía a mi joven e ingenua yo. En otras palabras, era una persona totalmente nueva. Ya no era la chica mona, crédula y burbujeante; era ardiente, oscura y peligrosa. Mi nuevo aspecto desprendía un aura que sin duda atraería la atención de Rowan. No solo eso, sino que era rica. Ah, sí. Mis padres me dejaron una gran fortuna, pero en mi historia me trasladé a esta ciudad para trabajar en una de las mayores empresas del sector empresarial. Todo estaba preparado y listo para empezar. Primero entro en todas sus vidas, consigo que confíen en mí y luego ataco. Estaba más que preparada... de hecho, he esperado demasiado. Durante estos años, he dominado mis dotes de actriz. Obtuve un cinturón n***o en karate, un trofeo de artes marciales y lucha de combate. Me he familiarizado con un arma y ahora sé cómo protegerme. Samantha Peterson se había ido. Muerta. Ahora en su lugar estaba Victoria Silvestre.

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