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Dentro de la hoguera

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oscuro
mafioso
desaparición
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Descripción

Continuancion de Jugando con Fuego, donde Raquel y Victoria se enfrentan a su realidad, fuera del pueblo que les ha dado tranquilidad. El destino las va a enfrentarse a cambios tan drásticos en su vida que tendrán que aprender desde cero en su nueva situación.

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1 Introducción
XLVI Dentro de la hoguera 1 Salgo caminando de la clínica. Llevo tanto tiempo dentro de esa burbuja que me siento rara. En una mano llevo el maxi-cosi con Viki, con la otra, tiro de mi pequeña maleta con ruedas, además de llevar colgada la bolsa de Viki. Recuerdo haber hecho este camino hace más de un año, cuando salí de esta misma clínica, donde Andrea quedó herido y Nero me dejó a mi suerte. Nunca he necesitado a nadie, pero Andrea me hizo necesitarlo y ahora le añoro. Camino hasta la avenida y tomo un taxi. El conductor mete la maleta en el maletero y dejo la bolsa de Viki conmigo, ya que metí allí la poca documentación que tengo y algo de dinero. Comienzo a buscar esto último, pero veo que Viki está manchando su ropita con su baba y busco un babero entre la ropa. Al sacarlo cae en mi regazo un billete de 50 euros sorprendiéndome por un minuto. La mayoría de las cosas las ha comprado Eva, ella debió meterlo. Con esto pagaré la carrera del taxi y compraré algunas cosas para Viki en pequeñas tiendas de la zona. Tal como planeé he llegado a la estación de autobuses y he esperado un rato. Luego he salido y he buscado una agencia de alquiler de coches, pero en todas necesitaba documentación, así que he optado por pasar la noche en un hostal barato. Compré cosas para la niña, un móvil de segunda mano y una tarjeta clonada que me ofreció el hombre de la tienda y me he bajado una aplicación donde se comparten coches. Conseguí uno que podía dejar en el pueblo al que vamos tras muchas horas de búsqueda y ahora por fin voy a colocar todo lo que he comprado para Viki y mi maleta para llevar el menor bulto posible. Además, tendré que comprar una silla para el coche para ella. Estoy tan absorta en mis pensamientos que no reacciono cuando un billete de 100 euros cae de una camisita verde con lazos. Creo que está claro que ha sido Eva, esa mujer se está portando demasiado bien conmigo. Estoy dándome cuenta que durante estos meses me ha ayudado en muchas cosas. Doy de comer a Viki y la acuesto en su maxicosi, de momento mi ragaziña tiene que conformarse con esto. Me siento en la cama y la pongo a mi lado. Comienzo a sacar todas sus pequeñas cosas de su bolsa. Poco a poco voy descubriendo que en todas hay billetes de diferente valor. Tengo su ropita extendida en la cama, junto a biberones, pañales, chupetes y otras cosas, y delante de mi hay un fajo de billetes. Tengo el corazón a mil. Lo vuelvo a recoger todo con mucho cuidado haciendo que ocupe mucho menos. Hago lo mismo en mi maleta, pero solo encuentro un par de billetes de 200 euros en unos calcetines. Es más que suficiente para que Viki tenga todo lo que necesita por ahora. Es la primera noche que consigo descansar, incluso con las veces que se despierta Viki para comer siento que tengo el sueño reparador que necesito. Siempre he oído que las primeras semanas del bebé apenas se duerme, pero yo siento una tranquilidad que me pasma. Si lo del pueblo sale bien, tendré mi vida solucionada por un largo tiempo. Me levanto temprano, aseo a mi niña y luego me aseo yo para salir del pequeño hostal emprendiendo el viaje de nuestras vidas. He de decir que a pesar de las apariencias el hostal está muy limpio y es tranquilo. Agradezco a la señora el desayuno al que me invita y salgo con mis maletas y mi niña a buscar mi coche compartido. Tengo que esperar un rato largo, pero por fin aparece una chica joven, con un llamativo coche verde, es pequeño, pero suficiente para nosotras. Hacemos el intercambio de llaves y el dinero que me pidió en efectivo, aparte de la aplicación y nos montamos en dirección de un centro comercial. He pensado ir al de mi barrio, pero me parece arriesgado, lo que si hago es pasar cerca de mi calle. Todo sigue igual, mi barrio no siente mi perdida. Quizás ahora yo tampoco sienta la suya, tengo una vida nueva y alguien a quien darle algo mejor. Sigo camino del pueblo que dice que nos acogerá y paro en el último gran pueblo que hay cerca de Madrid, en la misma autopista. Aquí es donde busco el centro comercial más grande y ruidoso, donde pasaré desapercibida. Compro una silla para bebes y una cuna de viaje que sirve de parque, también me compro algo de ropa, comida, juguetes. No quiero que le falte nada a la pequeña, bastante que le va a faltar su padre. Este pensamiento se me queda en el corazón. Con viki servida paso a comprar algunas cosas que necesitaré en un pueblo pequeño. Todo listo volvemos a la carretera, pero no puedo quitarme del corazón la ausencia de Andrea. Está algo lejos, pero se puede llegar fácilmente al sitio donde caímos al pantano. Pierdo un par de horas en el camino, pero conduzco hasta el borde del camino, donde recuerdo que salimos del coche. Cojo en brazos a Viki, la envuelvo con una nana y me acerco al borde. Siento nauseas al recordar esos momentos y me aparto unos segundos para recobrar la compostura. Tras respirar hondo vuelvo muy despacio a asomarme. Puedo ver trozos de mi coche y lo n***o de las llamas. Busco por si algo me diera señales de Andrea, pero no hay nada. Me giro y veo el árbol que me salvó y el saliente. Me doy cuenta de la suerte que tuve de que no me vieran. No puedo contener la rabia y la impotencia y comienzo a llorar. La pequeña me siente y me acompaña en el llanto. La abrazo fuerte y me vuelvo al coche. Tras unos minutos que comparto llanto con mi ragaziá nos volvemos a montar en el coche, enciendo el GPS e introduzco el nombre del pueblo donde vamos. Tenemos casi cuatro horas de viaje por delante. Al final, con las paradas para atender a Viki han sido más de cinco horas de viaje, pero ya estamos aquí. El pueblo son dos calles y una plaza. En la misma plaza está el Ayuntamiento y en el mismo edificio está el bar. Allí, nos recibe un matrimonio mayor y sus tres parroquianos. Parece que hemos llegado a casa.

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