Intento sacar a la pequeña de la habitación pero entonces las manos de la rubia se lo impidieron pretendía de manera brusca quitársela de los brazos. Pero no lo consigue. — ¡No toques a mi hija! No quiero que la estés cargando, ni ocupándote de ella. —¿Estás loca? Necesita un cambio de pañal, incluso debes cambiar la sabana de su cama. —No me digas como debo atender a mi hija, lárgate de mí habitación. —¿Tu habitación? Quizás te estas tomando muchas libertades en esta casa, en vez de estar pintándote las uñas atiende a tu hija que es la que realmente necesita atención. La rubia la fulmino con la mirada, y Gayla tampoco se quedó atrás. Se encontraban en una batalla de miradas y ninguna pensaba perder. —Crees que porque eres la mujer de Dalton puedes venir a decirme estas cosas, estás

