La chica hace una pausa, limpia sus lágrimas y continua recogiendo sus pertenencias, unas que eran pocas. —Yo no quería esto… en cualquier momento podría perderte a ti, o a la niña. Y sucedió, la madre de Daria apareció y ya yo no soy necesaria. Entiendes lo que eso me hace sentir, ya no quiero perder a nadie más. Por eso me largo. —¿Eso es todo? Estas huyendo. —Si. Eso es lo que hago. —Entonces, ¿me dejas porque tienes miedo? —Es lo mejor. —¿Para quién? Ella detiene sus movimientos un momento, no quería ver el rostro de Dalton porque pensaba que podría sucumbir a esa intensa mirada azulada que cada día la volvía más loca. Lo mejor era mantenerla puesta en un punto fijo fuera de peligro. —Para ambos… nunca serás feliz con una mujer tan insegura como yo. —¡Mírame! —Ordena pero e

