Que comience la tortura

1652 Palabras

Amanecí enredado en sus piernas, ella descansaba en mis brazos, estaba aferrada a mí y dormía profundamente. Verla descansar así me hizo sentir dichoso. Besé su frente y si pude imaginarme una vida entera a su lado, amanecer cada día con su suave cuerpo sobre el mío. De pronto se movió y besó con dulzura mi pecho. —Mi amor, buenos días—Susurró dulcemente. Sonreí. —Buenos días, amor. Hoy es viernes, supongo que se quedará a mi lado al menos para comer. Se dio la vuelta y se recostó su pecho sobre mí. Me perdí mirándola. —Sí mi vida, me encantaría, pero olvidé mencionarle que, hoy debo viajar. Acaricié su rostro mortificado. —Descuide, sé que su trabajo requiere viajar, cuando vuelva quizá pueda ir por usted al aeropuerto y la secuestraré. Rió. —Matt, por favor nunca olvide que lo

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