“Si es ella” pensaba Liz mientras caminaba de un lado a otro en la habitación del hospital donde estaba Alex. “Está un poco hinchada, pero acaba de ser madre. Supongo que es normal” continuaba Liz. Se acercaba, se alejaba, la veía de frente, de lado. La inspeccionaba, pero siempre llegaba a la misma conclusión, no podía ser nadie más. Además nadie tenía los ojos tan azul profundo como él. No cabía la menor duda: esa mujer era Alex. Su Alex. El hombre por el que había sufrido tanto. El hombre del cual se había decepcionado al saberlo homosexual. Pero, si esa mujer era Alex, entonces Alex no era hombre, ni gay. Sino mujer. Y el día que lo encontró con Nick había sido porque Nick ya sabía que era mujer. Qué alivio sentía. Al menos ahora podría dormir en paz. Ya no la asaltarían sueños a m

