Distintas Coronas

Como la mayoría de las noches, Ana realiza su tarea con una tranquilidad envuelta por la música que lleva en los oídos, claro, que no es música clásica lo que ella escucha, más bien es Pop o Rock, que son sus géneros favoritos desde que empezó a elegir sus gustos musicales. Gregory se divierte con esa consola que mi padre le regaló la Navidad pasada. Mi hermano hizo muchas cosas para obtenerla, como hacer sus tareas en tiempo y forma—aunque no es que le costará mucho el esforzarse por ella—, el leer libros que tenía guardados desde que los compró, y el ser mejor hijo en todos los aspectos que le rodean. Mi madre prepara la cena acompañada por las noticias que están puestas en el televisor mientras mi padre las ve y lanza uno que otro comentario negativo al conductor de ellas. Subo las escaleras para encerrarme en mi cuarto y cambiarme, tengo una cita con Thomas, cumpliremos seis meses en unos días, estoy demasiado nerviosa, jamás había sentido lo que siento por Thomas, es tan lindo, creo que él podría ser el chico con el que puedo vivir una vida de cuento, con quien puedo vivir un inmenso romance y jamás cansarme de algo así, sólo de imaginar una vida con él me pone muy contenta. Veo los cuatro vestidos que hay en mi cama, tuerzo los labios al ver que esas son las únicas opciones que tengo y que él no ha visto en cuanto a mis vestidos se refiere, tengo más ropa pero me gusta usar vestidos en las citas que tengo con Thomas, así que no me queda de otra, son los vestidos más feos que tengo aunque... me queda una carta por usar. Camino a donde lo tengo guardado, abro la caja y ahí está ese hermoso vestido color rosa. Ese es el vestido seleccionado para mi salida, me encierro en la ducha consciente de que me faltan cuarenta minutos antes de que llegue Thomas a recogerme, no duro ni diez minutos en la regadera cuando salgo, me seco el cabello con la secadora que compré en una feria el año pasado, me gusta el color que tiene, es negra con una calcomanía de flamas moradas en el mango. Según mi madre es un gusto horrendo, pero a mí me gusto y por eso lo compré. Maquillo mi rostro con algo sencillo, nada exagerado, no me gustan las cosas llamativas, con el color de mi cabello es suficiente. Me pongo el vestido y sonrío ante el reflejo que se muestra en el espejo, me pongo mis zapatos y con esa actitud tan mía salgo de mi cuarto. Antes de llegar a la sala escucho el sonido de la televisión, papá se cansó de las noticias y mejor le cambio a los deportes. Mejor. Es mejor tenerlo entretenido con baloncesto o con fútbol que escucharlo renegar por cosas que suceden en el país o en el mundo. Cuando llego a la sala veo el mundo como lo deje, hasta que Ana levanta la cabeza. —¡Se te ve estupendo!—grita Ana con una alegría contagiosa—¡Mira mamá! Mi madre deja la bandeja del pollo en el mostrador de la cocina, levanta la vista y sus ojos se maravillan con el vestido que mi piel lleva, después se pone las manos en la boca, sí no la conociera diría que va a llorar. —¡Dios mío!—dice mi madre después de recobrar el aire que se le salió hace unos momentos—¡Te ves, muy hermosa!—me doy una vuelta caminando a ella—Arnold mira a nuestra hija. Mi padre gira su vista con aburrimiento, parece que lo que hay en la tela puede ser más interesante que su hija, aunque esa expresión se le borra al verme con el vestido. Se levanta de su silla y sus pasos lo trasladan a donde estamos mi madre y yo, me dan un abrazo para dejar un beso en mi frente después de soltarme un poco. —Te ves cómo una princesa, cariño—dice dándome una vuelta. Gregory también alaga mi vestido seguida de mi apariencia, no le digo nada porque sé que a pesar de ser menor que yo, me cuida, a su manera tan rara, pero lo hace, y entre los dos me dice que use condón si pienso tener sexo con Thomas hoy. No le digo nada porque tal vez esa sea mi idea; pero dejo que me cuide de esa forma tan extraña... es mejor eso a nada. Tomo asiento junto a Gregory para esperar a Thomas, aunque la verdad se me hace raro que no llegue, siempre es puntual en nuestras citas, lleva treinta minutos de retraso, le marco nuevamente y no obtengo una respuesta. La puerta de la casa se abre y entra Fabiola que sonríe con malicia cuando sus ojos color avellana se topan conmigo. Fabiola es rubia natural, aunque su rubio no es tan... parece dorado, además de esos ojos que resaltan en su piel color de leche, tiene un par de pecas que le heredo a mi tía Casandra, además de un cuerpo lleno de curvas, no le envidio nada, también tengo curvas, pero no tan marcadas como las de ella, no me gusta hacer ejercicio y a ella sí, somos como agua y aceite..., ella es el aceite. —Se te ve muy bien—dice ella mientras avanza como pavo real por entre los sillones—, lástima que tu novio ya no... es tuyo. Medito sus palabras, mi cerebro no tarda en decirme que la maldita lo volvió a hacer y que Thomas... ya no estará conmigo para toda la vida después de todo, estoy por sentarme cuando Thomas entra por la puerta, su expresión y las flores que lleva en la mano... me rompen. —Lo siento, amor, de verdad lo siento—bajo la vista, me alejo de la silla viéndolo a él. Siento unos brazos a mi espalda, Ana, por el perfume que lleva puesto sé que es ella, además de su estatura, no quiero llorar, no frente a él. No merece... no las oculto. —¡Vete Thomas!—pide Ana mientras me sostiene en sus brazos. —Elena... —¡Lárgate Thomas!—mi padre se acerca a la puerta y le pide que me escuche. Pero Thomas... No soporto el escuchar sus disculpas y sus lamentaciones, me voy corriendo a mi cuarto con mi hermana de tras de mí, abro la puerta de mi cuarto y lo que hago es tirarme en mi cama para terminar de llorar y de desahogarme con ella como si fuera la primera vez que me rompen el corazón. Ana se pone en una forma que mi cabeza queda en sus piernas y me permite llorar en ese lugar, permite que me derrumbe en sus piernas. (_/_) El examen de derecho civil viene algo fuerte, así que concentro mis energías en él, a pesar de que tengo a cierta persona a mi lado que me rompió el corazón hace una semana, no le prestó atención por más que me habla para que le preste algo que debió de traer para su examen. Cuando me siento segura de mis respuestas me levanto y dejo el examen en la mesa del profesor que asiente y me deja salir, camino por el pasillo como un alma en pena, pero voy a las bancas donde me gusta sentarme con Alexa. Somos amigas desde que caminamos según tengo entendido por mis padres y por mi experiencia. Alexa es un alma libre que la vuelve una mujer ruda y de temer, todos los de la facultad dicen que será una de las mejores juezas que se puedan tener en la ciudad, lo creo, su padre es abogado y de él me inspiré para seguir ese curso, ella... lo lleva en la sangre, me siento en la banca que está frente a su salón, la veo dando el debate que tiene en este momento, a muchos les agrada y a otros... la quieren para coger y mi amiga no dice que no, pero jamás repite cama más de tres veces con el mismo, a menos que tengo novio o... la haya hecho llegar. Con él repite hasta que se canse de verlo cada viernes a la salida, actualmente no tiene novio, así que cada viernes es un chico diferente el que pasa por su cama, según ella eso no es malo, malo es que la sociedad se lo festeje a un hombre y a una mujer la tachen por puta. Sale con una sonrisa enorme, lo que quiere decir que el maestro no pudo con sus argumentos y la aprobó sin hacerle un puto examen como a todos los demás. —¿Diez? —Como siempre. Me levanto y camino con ella a la lonchería, ambas pedimos una hamburguesa con queso extra, yo con un refresco y ella con un té de sandía, su favorito. En lo que esperamos platicamos de lo que será su fin de semana y ya tiene al chico que sudará con ella el viernes, resulta ser Chase, el chico de contabilidad que la invitó el día de ayer por una pizza, según ella tiene todo lo que puede pedir. —Idiota a las tres en punto y acercándose—no me giro, sé que habla de Thomas. Me concentro en mi refresco, cuando lo siento a mi lado, deja una nota en mi lugar para después irse, la tomo y la hago bolita, después me levanto con la nota en mi mano, la tiro al bote de basura para después escuchar cómo nos llaman para darnos nuestra comida. Nos sirven la comida y nos vamos a la banca en la que estábamos antes, me va diciendo que necesito una distracción y que puede conseguirme una pareja para una noche o que sí quiero varias. Está loca, por eso la quiero, es mi mejor amiga en todo el mundo y no la cambio por nada ni nadie. (_/_) Veo a mi mamá cociendo el pollo para la cena, y luego partir la zanahoria, eso quiere decir que hará de cenar pollo con crema de zanahoria como caldo, no me gusta mucho es platillo, así que salir con Cole es una excelente idea. Salgo de la casa para verlo recargado en la puerta de su camioneta, me río por su gesto, hace casi dos años que no nos vemos, su trabajo me lo roba por mucho tiempo, es fotógrafo de escenas salvajes, es decir toma fotos de la madre naturaleza en todo su esplendor, cuando animales cazan a otros o como se aparean ciertas especies sin ser detectado por ellas, es muy solicitado y siempre se toma como dos o tres semanas de vacaciones al año. —¿Lista? Asiento, abre la puerta de su auto y subo para irnos al restaurante al que vamos siempre que viene a la ciudad. Tengo mucho que contarle el día de hoy... y mucho por lo cual lloraré en el restaurante.