La orilla de la playa mantenía un oleaje fuerte, había mucho frío, ya estaba asomándose el atardecer. Nigromante se había apiadado de mí y por suerte el navío encalló en la arena sobre el oleaje menos salvaje y poco profundo. Galimatías y Bruno se nos adelantaron bajando de un salto de la embarcación. Jon y yo bajamos luego de descalzarnos. Al estar en la playa y retirados a unos pasos de las pequeñas olas que acariciaban la arena, volvimos a colocarnos el calzado. El barco se convirtió en una pequeña nota, que llegó hasta los pies de Jon. Él la recogió y rompió a reír en cuanto la examinó. Me sorprendió más que esa carcajada, ver una embarcación reducida a un simple papel. —¿Qué dice la nota? —Pregunté curiosamente. —Nada importante…—Respondió sin dejar de reír. —Quiero ver. J

