No pude seguir en cuanto el agua llegó a mi pecho. No podía ver a Jon por ningún lado. Una que otra ola daba con fuerza contra mí, en momentos lograba evadirles al dar un saltito. Me encontraba muy lejos todavía del navío. Se formó una ola mucho más grande de las que en todo mi avance había visto. Di media vuelta, con verdadera intención de huir. Iba a toda marcha de regreso, pero el agua con fuerza me tumbó por la espalda. En mi intento de salir a la superficie, busqué el suelo para impulsarme. Bajo el agua el movimiento de las olas y su fuerza jugueteaban con la arena, de modo que cuando quise apoyarme, había un agujero que desnivelaba el suelo. Casi uno de mis pies alcanzó el lecho marino, pero se me torció de un modo raro al no pararme debidamente. El dolor emergió y aturdida no p

