Cariñosamente acarició a Bruno antes de treparse. Justo cuando creí que no podía estar más pasmada, el caballo blanco se inclinó ante mí. Parecía hacer una venia. Sin duda se comportaba con mejores modales que Jon. De pronto se dio la vuelta, torcía su cabeza para verme. Comprendí que me invitaba a treparme sobre él. Sonreía atontada, observándole. —No tenemos todo el día, ¿quiere subirse al caballo? Miré a Jon sin poder apartar mi encanto por su comportamiento. Mostró un gesto en señal que me diera prisa. No me costó subirme en el enorme potro, seguía acuclillado ante mí. Suavemente se enderezó. Sutilmente Jon se aproximó al potro, le acarició la cabeza mientras le susurraba algo cerca de la oreja. Rompí a reír pese al inmenso amor que por él sentía. Sin duda creí que desvariaba.

