Jon logró convencerme que debía volver, aunque mi corazón se resistiera ante nuestra despedida. Nos tuvimos que detener, la noche obstaculizaba la visión, aunque en verdad a mi criterio, posiblemente tenían planes. Jon podía ir en la oscuridad sin problema al igual que Nigromante y sus respectivos caballos. Nigromante hizo una fogata sin usar magia o trucos; como cualquier ser humano buscó ramas y con estrellar rocas logró hacer fuego. Nos sentamos alrededor, mientras la inmensa luna en plenilunio nos hacía compañía. Los tres comimos varios frutos que Nigromante encontró en un árbol no muy alto. Nigromante y Jon conversaban sobre el origen de aquellos frutos y lo que aportaban al cuerpo. Mi atención se fijaba en disfrutar cada instante junto a ellos, pronto esa realidad sería un sueño.

