[capítulo 1]
Aquí tienes una adaptación del texto que has proporcionado, buscando una escritura más fluida y un poco más concisa sin perder el significado ni la emoción:
Estaba muy nerviosa, apenas faltaba un día y los nervios se apoderaban de ella. Miró hacia la esquina, donde su vestido de novia, sencillo a pesar de las quejas de Alina, la esperaba. Conocía las circunstancias de su boda y la mirada, las palabras de Gianni aquel día, le habían dejado claro que no sería fácil. Se levantó de la cama y caminó hacia el espejo.
Analizó sus cicatrices; eran el recuerdo de lo vivido, pero no se arrepentía. Lo haría una y mil veces más, incluso si el resultado era el mismo. Apenas veía por su ojo izquierdo y aún dudaba sobre la cirugía. Vestía un pijama corto de dos piezas, blanco, con la bata abierta. No podía negar que esas marcas, aunque pequeñas, le causaban cierta inseguridad. Acarició su cabello, cerrando los ojos, reviviendo la cercanía que habían compartido.
El abrupto sonido de la puerta abriéndose la sacó de sus pensamientos. Rápidamente, cerró su bata antes de girarse, encontrándose con los ojos verdes de su hermano.
Negó con la cabeza; no tendrían esa conversación de nuevo. Su decisión estaba tomada.
—Julia —él intentó hablar, pero ella siguió negando, abrazándose a sí misma—. Déjame hablar —pidió. Intentaría convencerla de desistir de lo que él consideraba una locura—. No te sacrifiques así. Te conozco, sé que eres capaz de cuidarte sola, pero también sé que crees merecer esto, y no es verdad. —Ella iba a replicar, pero él no se lo permitió—. ¡Sabes cuáles son sus intenciones, Julia! —gritó con frustración incontrolable—. Prefiero mil veces romper la promesa que le hice a mi padre si eso implica empujarte a un camino que te deja en manos de un hombre que te odia.
"Un hombre que te odia", la frase dolió. Lo sabía, no necesitaba que se lo recordaran de esa manera.
—No lo hace solo por la promesa a papá, también quiere hacerte pagar.
Ella lo sabía; él mismo se lo había dicho, mirándola a los ojos.
—Mi decisión está tomada, Gio —él negó y luego maldijo.
—¡Maldición, Julia! Acaba con esto de una vez o te juro que vas a perderme. Si haces esto, no voy a perdonarte.
—Geovanni —suplicó ella, pero él negó.
—Cometiste un error que pagaste con creces y sé que aún lo sigues pagando, porque la tristeza sigue en tu mirada. No mereces esto —dijo, sosteniendo su rostro, obligándola a levantar la vista para ver sus ojos cristalizados—. Basta, hermanita, basta de esto, basta de querer castigarte por cosas que ya no podemos cambiar.
Julia se apartó de él, dándole la espalda. Él no se equivocaba; lo conocía demasiado, pero había una razón mayor para casarse con Gianni. Volteó, sintiendo que sus palabras no se quebrarían, y se confesó a su hermano:
—Si casándome con Gianni evito una guerra entre los dos hombres que más amo, lo haré mil veces sin importar las consecuencias. —Él no se sorprendió; sabía que ella lo quería, sabía que amaba a Gianni y que siempre había sido así.
No pudo refutarlo, pues era muy posible que ocurriera. Esa había sido la condición de Gianni para mantener la paz: Julia como garantía de que no lo traicionaría. De no casarse, la relación entre ambos hermanos era incierta.
—No quiero que lo hagas —le dijo su hermano—. Mereces algo bonito, mereces que te quieran por quien eres, mereces rehacer tu vida y dejar todo esto atrás. —Julia negó, y él sintió la exasperación al ver su mirada decidida. Nada de lo que dijera la haría cambiar de opinión, así que asintió, dándose por vencido—. No cuentes conmigo para esto, lo siento. —Julia supo lo que eso significaba—. Si te casas, no cuentes conmigo; dejarás de ser una Greco para siempre si no detienes esto.
—Geovanni, por favor —ella lo estaba poniendo a elegir—. No me hagas esto, Gio, por favor. —Sintiendo una daga en el corazón con las últimas palabras de su hermano, no obtuvo respuesta. Él se dirigió a la puerta y se marchó, dejándola destrozada. Si se casaba, evitaba una guerra, pero perdía a su hermano. Si no lo hacía, los vería matarse entre sí. Se quebró; lo sentía, lo sentía mucho, pero no cambiaría de opinión.